En momentos en que se debate en México la posibilidad de que la reforma educativa sea eliminada de un plumazo, ejemplos como el de Singapur y sus políticas educativas hacen necesario reflexionar sobre el tipo de educación que debe prevalecer no solo como un modelo de desarrollo, sino como una puerta abierta a la competitividad e innovación.

Decía Arquímedes: “Denme solo un punto y moveré el mundo”. Singapur hizo lo mismo. Aunque la expresión del sabio griego se refería a la ley de la palanca, nos permite clarificar el esfuerzo realizado por el país asiático de tan sólo 697 kilómetros cuadrados y cuya única fortaleza era un puerto ubicado en el Estrecho que lleva su nombre.

A diferencia de sus vecinos del sureste de Asia como Indonesia y Malasia, que son poseedores de recursos naturales como petróleo, agua o minerales, Singapur solo tenia una simple apuesta al futuro: los recursos humanos. Era solo una única tirada que tenía en el tablero del ajedrez internacional, pero con ella hizo su mejor jugada: la educación.

Singapur fue durante el siglo XIX una cabeza de playa de los ingleses para detener el avance del colonialismo holandés. En 1942, Japón lo ocupó hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando fue incorporado a Malasia como colonia británica. Como dato curioso, el gobierno malayo subestimó al pueblo singapurés y en lugar de fortalecer una federación bipartita dejó que se independizara en 1965.

A partir de ahí, Singapur sabía que estaba solo y que ni la mancomunidad británica a la que perteneció un tiempo le ayudaría. La visión de Lee Kwan Yew, quien fue elegido como primer ministro en 1959, marcó la diferencia que llevaría a su pueblo a una vía del desarrollo que, en menos de 50 años, consolidaría un país con un PIB per cápita entre los mejores del mundo; un indicador que refleja un buen nivel de vida de su población.

Lee no contaba con mucho cuando emprendió el intenso camino de crear un país. La población era prácticamente analfabeta, la mayoría de origen chino, solo vivía de trabajos donde no era necesario aprender, capacitarse o estudiar.

El cónsul Eduardo Henkel, en entrevista para Siempre! nos comentó que el único centro laboral era el puerto de Singapur, donde la mayoría de la gente trabajaba como estibadores. Con una población en esas condiciones no se podía hacer mucho, pero sí con la educación adecuada y precisa; esa fue la clave que Lee puso en práctica y con la que en menos de diez años logró una transformación nacional que lo colocó como uno de los cuatro tigres asiáticos, al lado de Hong Kong, Corea del Sur y Taiwán.

La educación fue el elemento crucial para que Singapur se transformara de un pueblo inculto en uno de los más competitivos a escala internacional, según datos del Ranking e Índice de Competitividad Mundial, que en su versión 2010 coloca a este país el más competitivo, incluso por encima de Hong Kong y Estados Unidos.

Esta es la entrevista que concedió a Siempre! vía telefónica.

¿Qué es la educación para Singapur y qué resultados ha tenido en el desarrollo del país?

Para Singapur, la base de todo ha sido la educación. Desde la independencia de Singapur que fue en 1965, su gobernante Le Kwan Yew le apostó todo a la educación a tal grado que se dedicó a analizar sus efectos y, sobre todo, sus potencialidades. Encargó a sus equipos de trabajo que definieran los talentos y habilidades de la población del país para crear un gran proyecto nacional de educación.

Se dio cuenta de que entre su población había más de 65 por ciento que era de origen chino, básicamente estibadores que trabajaban en el puerto de Singapur. Gente que realmente no tenía ninguna educación. Su planteamiento fue educar primero a los niños, porque son el principio del dominó, ya que sus efectos surgen a partir de ahí. Eso le posibilitó ver un Singapur más educado en un plazo de diez o quince años.

Generando valor agregado en la gente

¿Cómo se logró que la población aceptara un modelo educativo?

Lee Kwan Yew decidió hacer algo realmente interesante, que fue capacitar a los obreros que ya estaban en activo. Para esto le pidió a los dueños de las fábricas que cedieran una hora del tiempo de la jornada laboral y los trabajadores daban otra. De esa manera, podían tener dos horas para el adiestramiento. Ese tiempo, el gobierno lo usaba para educar a los trabajadores mediante maestros capacitados. Una hora estaba destinada a la educación básica y normal (historia, geografía, matemáticas, civilidad, etcétera) y la otra era para enseñarles técnicas para mejorar su trabajo, dependiendo de la actividad en la que estuvieran empleados. La capacitación técnica iba desde manejo de máquinas hasta administración, etcétera.

Esto era para que los obreros pudieran aportar más valor agregado y para ofrecer un mejor desempeño que conllevaría a un mejor salario.

Le Kwan Yew pensaba que el trabajo era una herramienta eficiente para crear cuadros de trabajo con mayor valor agregado. Así que tuvo que educar a la gente para que sean más hábiles, para que pudieran cobrar más dinero y al mismo tiempo fueran más productivos. Pero esto no se logró sin antes disponer un plan específico de estudio y de fomento a las técnicas y habilidades en el trabajo.

El inglés, una obligación nacional

¿Cuanto tiempo le tomó a Singapur estar en condiciones favorables para iniciar su desarrollo económico? ¿En cuánto tiempo se logró contar con recursos humanos capacitados?

En tan solo cinco años, es decir a principios de los años setenta, ya comenzaban a verse los efectos de este modelo educativo. A partir de ahí comenzó el posicionamiento estratégico de los educandos, es decir, era necesario perfilarlos hacia un modelo de competencia internacional, así que hizo obligatorio el aprendizaje de idiomas. En Singapur es muy común ver que la gente habla al menos tres lenguas, uno puede ser el chino mandarín; otro el tamil, que es del sur de India; el malayo, que es la lengua común de ellos, y el inglés, el cual se convirtió en lengua materna del país.

La población podía hablar cualquiera de los tres idiomas, pero el inglés era el obligatorio en todos.

En Singapur, la educación no es gratuita

¿Cómo se encuentra en la actualidad la educación en Singapur?

Singapur es el país con más años promedio en el mundo. Su población tiene al menos 17 años de educación. Las universidades y escuelas singapurenses han desarrollado proyectos educativos de alta eficiencia al grado que se han convertido en ejemplos internacionales. Muchos países, incluso de primer orden educativo, han elogiado los planes de educación de Singapur. Pero es importante destacar algo: la educación en Singapur es pagada, pues Lee Kwan Ye pensaba que lo que no cuesta no es valorado. En Singapur, la educación cuesta, pero también tiene planes de becas al alcance de todos. Estudiar tiene un costo, sobre todo, que inculca en la mente del estudiante, el valor de la preparación constante como un valor agregado en su vida productiva.

 

Sin educación no hay transformación

¿En qué circunstancia se encuentra México ante un ejemplo como el de Singapur?

Cambiar la educación. Les puedo asegurar que la reforma educativa es esencial para la transformación del país. Si no tenemos buenos maestros, que estén realmente capacitados y que puedan enseñar adecuadamente, no se puede iniciar un cambio relevante. El proceso empieza desde educar a los maestros, capacitarlos constantemente, después educar a los niños y crear posibilidades para que estos cuadros infantiles vayan a la escuela los más años posibles. Mientras más años de escuela tengan los niños, más dispuestos al aprendizaje estarán.

Les menciono también otro caso de éxito educativo que es Corea del Sur. Ellos gastaron todos sus recursos en la educación, se organizaron en planes sectoriales y se concentraron en ser una gran potencia a través de la educación. Es casi el mismo caso de Singapur.

México lo está haciendo todo al revés, tal pareciera que a este país no le interesara que su pueblo se eduque. No se preparan, no hay escuelas eficientes, y eso significa perder una gran oportunidad de desarrollo. Mientras México no se eduque no vamos a poder tener desarrollo social ni económico.