El Sexto Informe de Gobierno, y último de la presente administración, concluye seis años de claroscuros en los que, en el entorno nacional, destacan diversas fortalezas que no tienen marcha atrás, como la implementación de reformas enmarcadas en el Pacto por México, la generación de empleos y los avances en telecomunicaciones; en el entorno internacional, hay avances en turismo y en diversificación de exportación de mercancías. La administración deja estructuras modernizadas con la participación y el esfuerzo de todos los ciudadanos.

Vistos desde la óptica del Plan Nacional de Desarrollo, los aspectos relevantes de las cinco metas nacionales son los siguientes:

Alcanzar la meta de un México Incluyente presentó avances significativos. En los primeros cuatro años, 2.2 millones de personas superaron la condición de pobreza extrema; no obstante, la reducción de las brechas nacionales es un reto de largo plazo. Un México Incluyente debe afrontar los retos de las brechas regionales de desarrollo económico entre el centro-norte y el sur-sureste del país, así como de género y salarial en el mercado laboral. Por ello, continuar con el gobierno del empleo, más que los subsidios, es pieza clave para abatir desigualdades y así alcanzar un mayor desarrollo económico y bienestar.

Un México con educación de calidad es, sin duda, una de las metas más anunciadas. La visión del actual gobierno implementó la reforma educativa basada en la profesionalización de los maestros; la modernización de los contenidos educativos; y el fortalecimiento de las escuelas (en operación e infraestructura); sin embargo, es un modelo discrepante con la próxima administración la cual atenta con su continuidad. Más allá de las diferencias, el objetivo debe ser que los jóvenes dominen competencias en ciencias, matemáticas, de comprensión lecto-escritura y manejo de un segundo idioma y que se incremente la inversión federal en ciencia, tecnología e innovación (acierto de la presente administración), acompañado de la creación de mecanismos que incentiven una mayor inversión privada.

Hacer un México próspero ha sido tarea de todos. Destacan las reformas aprobadas, un hito en la historia moderna de México. En el caso de la hacendaria, ha permitido incrementar los ingresos tributarios a partir de despetrolizarlos y ampliar la base contributiva; sin embargo, se ha incrementado la deuda pública, que aun siendo todavía manejable, acorta el margen de maniobra de la política económica. La laboral ha permitido la mayor generación y formalización de empleos de los últimos años dando acceso a los trabajadores a servicios de seguridad social, pero falta incrementar la cualificación del empleo y, con ello, su salario. Las reformas en competencia económica, y en telecomunicaciones y radiodifusión fortalecieron a la Comisión Federal de Competencia Económica y al Instituto Federal de Telecomunicaciones y permitieron que más mexicanos tengan acceso a internet.

Por otro lado, la energética acercó la inversión a la producción de petróleo, ahora hay que buscar la maduración del mercado energético, en bienes como gasolinas, gas natural, gas LP y electricidad.

Asimismo, el crecimiento económico ha sido estable y el país tiene estructuras sólidas; ahora hay que continuar trabajando en la recuperación poscrisis para detonar un desarrollo económico y el bienestar. En estos seis años la inversión extranjera directa ha sido la más alta en la historia (más de 192 mil millones de dólares a la fecha), y debe acompañarse de mayor inversión en infraestructura

Vivir en un México en paz. Se creó la Coordinación Nacional Antisecuestro y se desarticularon organizaciones criminales. Quedan pendientes en la reducción de pobreza, la inseguridad e impunidad y la disminución en inversión pública. De acuerdo con la última encuesta sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado realizada por el Banco de México, tres principales factores que afectan el clima de negocios son relacionados con este aspecto. Fortalecer la seguridad y la confianza en todos los sectores del país tiene efectos positivos en la competitividad por reducir costos económicos y sus efectos en actividades productivas.

En los últimos años, tener un México con responsabilidad global se ha convertido en una tarea compleja por el brexit en Europa y la actual administración en Estados Unidos. Ello permitió diversificar el destino de nuestras exportaciones a partir de fortalecer el TLCUEM y la concreción del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP); están ahora por cerrarse las renegociaciones del TLCAN y la reconfiguración de varios sectores como el automotriz y sus reglas de origen.

Como en toda administración existen claroscuros que hay que reconocer; si bien es cierto que existen asignaturas pendientes sobre todo en temas como seguridad, impunidad, inversión en infraestructura, mejores niveles crecimiento, entre otros, nuestro país no está en ruinas, por el contrario, se mantiene con bases e instituciones sólidas que son resultado del esfuerzo de todos los ciudadanos y que debemos cuidar.

Por eso hay que darle continuidad a proyectos como el nuevo aeropuerto internacional de México, las zonas económicas especiales, las reformas estructurales, que suman a la construcción de un México más productivo, innovador y tecnológico y por otro lado y al mismo tiempo redoblar esfuerzos en acabar con la impunidad y reducir la desigualdad y pobreza significativamente.