La mentira como la manera de estar en el mundo, como una vía de escape o como una forma de expresión, eso plantea el escritor Gastón García Marinozzi en su más reciente novela, El libro de las mentiras, en la que explora la Argentina de los años noventa: “Make y Mía, son una pareja de estudiantes que ha decidido desenmascarar a aquellos hombres que ejercieron el poder durante la dictadura de argentina y que no fueron juzgados, y ahora llevan una vida tranquila; todo eso, es lo que trato de exhibir, de hacer al menos una denuncia social”, afirmó el autor en entrevista para el diario Excélsior.

“Se apresaron a los cabecillas de la dictadura y se iba por más, pero hubo un levantamiento militar y, para negociar la paz, se acordó la Ley del Punto Final. Y toda esa mano de obra torturadora quedó libre e impune”.

Agregó, que junto a esa denuncia, al libro lo acompañan pequeños capítulos en los cuales suceden muchas historias dentro de la historia. Con una prosa limpia, dice Gastón García, intenta tocar temas como el amor, el romanticismo de los jóvenes, la migración, el miedo y la solidaridad.

“Una obra de personajes elásticos”, así considera su novela García Gastón, ya que cualquier hombre puede ser capaz de asesinar y un criminal puede amar la música, los perros y las flores: “no quería que los malos fueran tan malos ni los buenos demasiado buenos. El más humano de la historia acaba disparando en todos los sentidos, a pesar de sus emociones transparentes, casi todas vitales y positivas”.

Durante 264 páginas editadas por Alfaguara, el también autor de Viaje al fin de la memoria, explora el lado humano de los habitantes de su novela, manejados con un toque de sicología, como en los casos de Mike y Eugenio, quienes padecen cáncer de garganta porque ambos se callan lo que deben decir.

El también periodista y dramaturgo argentino advirtió que la verdad debe decirse a pesar de lo dura que pueda ser, ya que en la mayoría de las veces, es el final lo que cura y lo que permite seguir adelante. Como en el caso de los protagonistas de su novela, mucha gente “no sabe decir lo que piensa, no puede decir lo que sabe, y mucho menos, puede sentir lo que quiere”.

El escritor de 44 años, que escribe cuentos y suma alrededor de dos décadas en el periodismo, vivió en Barcelona y lleva 10 años en México, lo cual le ha permitido ver a su Argentina desde una perspectiva diferente. Con la cercanía que da la distancia, ha podido contar mejor los olores de Buenos Aires, las intimidades de la gente y el ambiente de las calles.