El legado que nos han heredado literatos, hombres de letras, humanistas, periodistas forman parte de esa imponente presencia denominada tradición, observable de manera interdisciplinaria y transdisciplinaria con diversos enfoques parciales y conjuntos; las obras literarias, así, se explican más allá de su estética y su prestigio. La cultura de las ideas ocupa un primer plano en el escenario de la proyección y análisis de las obras. Crítica literaria y diversos enfoques de las humanidades se integran: historia social, cultural y de las ideas; sociología, antropología cultural e historia de las mentalidades.

Los lectores reciben, por ejemplo, los acervos concentrados en la prensa; explican, naturalmente, el efecto —la aceptación, el rechazo, la admiración o la indiferencia— de los productos literarios, quien tienen en la crítica literaria: el análisis, la valoración estilística de obras y autores que de manera ineludible responden a la mentalidad de generaciones; filiaciones y pugnas políticas; el palpitar social, y las tradiciones populares también están presentes. Implícito está la perspectiva que de cultura y civilización se tiene, como extensión inseparable o antitéticas.

La identidad del hombre de letras

El escritor y académico Leonardo Martínez Carrizales (1966) es un acucioso estudioso de la presencia del ámbito de las letras en la prensa; del lugar de los literatos al interior de nuestra cultura, así como la repercusión que tiene sobre los lectores: especialistas, familiarizados que leen para estar informados de los sucesos diarios -que devendrán en el continente de la historia. Ha estudiado la interacción, proyección e influencia de obras y del poder de a figuras centrales de nuestras letras; entre otros libros es autor de Caída y convalecencia de Alfonso Reyes. París 1913-1914 (2001), Alfonso Reyes-Enrique González Martínez, el tiempo de los patriarcas. Epistolario 1913-1914 [estudio, introd. y notas] (2002); El recurso de la tradición. Jaime Torres Bodet ante Rubén Darío y el modernismo (2006).

Tribunos letrados. Aproximaciones al orden de la cultura letrada en el México del siglo XIX es la más reciente publicación del académico de la UAM Azcapotzalco. A lo largo de ocho ensayos el lector se acerca al ámbito de las letras; sus oficiantes son al mismo tiempo intelectuales que son considerados en sí mismos como sujetos históricos que en nuestros días gozan de una jerarquía simbólica notoria al pronunciar, difundir y fijar ideas, categorías conceptuales, además de trazar y matizar imaginarios sociales que alcanzan su plenitud en ámbitos donde el diálogo, la polémica se ejercen; estamos hablando de la democracia que se irradia en la clase pensante; claro, después de salvar los escollos de la censura, el autoritarismo y la simulación.

Durante el siglo XIX nace la identidad hombre de letras: “identidad expresada […] en las autorrepresentaciones de este sujeto histórico, fuente de su legitimidad social y alimento de tradiciones culturales”. Imágenes y representaciones de esta figura han de entenderse “como un sujeto elocuente, responsable de la deliberación publica a propósito de diversas materias”; tendrán preeminencia las estructuras de educación y literatura y los procesos sociales que le conciernen. La palabra pronunciada y escrita es un lugar con jerarquía desde donde los escritores buscan notoriedad y distinción públicas.

Las minorías letradas, establece Martínez Carrizales, se conformaron por una casta de hombres que fueron modelados en las aulas y sus dispositivos simbólicas.

En este ejercicio es fundamental la tradición retórica en la cultura literaria del México decimonónico; que alcanza su difusión, incluso en la representación y teatralidad, en la oratoria. Y fue una herencia que recibieron los integrantes del Ateneo de la Juventud, contenidas en asignaturas como lectura comentada de textos. La retórica (guía del estilo literario), la oratoria y la literatura se funden en discursos con propósitos cívicos, además de servir a los letrados —desde la tribuna— para construir, estatuir y legitimar una imagen propia; imagen que es una suerte de fragmentarios discursos autobiográficos de los hombres de letras; en conjunto, conformarán una galería irradiada del patrimonio simbólico. Los hombres letrados, por ende, son protagonistas sociales; en las arengas políticas, la retórica es nodal.

Las minorías letradas instaron y estimularon procesos políticos y sociales que a su vez dieron cuerpo a la llamada identidad nacional; la palabra de los letrados también aportó elementos en la conformación del Estado-nación. De manera paralela existe, también, una cultura de la conversación, que se asienta en la llamada asociación literaria, cuya materia de exposición, diálogo y polémica está en la lectura.

Historia y crítica literaria

Estamos ante un nuevo horizonte en el cual civilización y cultura se comparten; una forma inédita de aprehender el mundo y de asumir, a la vez, vida privada y vida pública; valores estéticos y sus usufructos en la convivencia social y ejercicio en la política.

De este modo “el texto retórico es, en rigor, un hecho retórico que implica, cierto, la tecnología de la escritura depositada en la conciencia de un hombre de letras [y] un escucha atento a los gestos de quien produce el texto y un escenario que los reúne a ambos”.

Autor, texto, orador, oyente y la comunidad (que los provoca y justifica) son la egregia construcción del siglo XIX que confirió estatura a los letrados y democratizó la palabra escrita y la democratizó. Ya rodeados y sitiados por tecnologías virtuales y redes sociales —en nuestros días— la retórica se ha masificado, y se ejerce con pobreza supina, muy lejos de la claridad, la eficacia y la elegancia, ante comunidades impelidas a oír, más que dispuestas a escuchar.

En Tribunos letrados. Aproximaciones al orden de la cultura letrada en el México del siglo XIX , historia y crítica literaria son el punto de partida en la deliberación y análisis de Martínez Carrizales, quien posee el estilo persuasivo de orador experimentado, cuyos postulados están delimitados en contenidos con varios registros que coexisten en una linealidad retórica-sonora. El corpus de los textos se abren, se bifurcan y reintegran como islas y archipielagos que forman parte de nuestra historia literaria y, en conjunto, integran un territorio propio de la existencia; motivaciones y recursos de nuestra historia cultural, a partir de la definición de los hombres de letras —en particular los tribunos letrados— como sujetos históricos, es natural, protagonistas de la vida intelectual y social del México, entre 1805 y 1914.

Tribunos y letrados… es un modelo de investigación y asimilación de diverso enfoques metodológicos, dentro de la academia que fructifican en una escritura, un estilo y —muy importante— en un rigor que ya escasea, por igual, entre docentes universitarios y letrados, también en general, de las humanidades. En suma, es un ejemplo, de que ensayo literario e investigación académica conviven y retroalimentan su excelencia.

Leonardo Martínez Carrizales, Tribunos letrados. Aproximaciones al orden de la cultura letrada en el México del siglo XIXMéxico, UAM Azcapotzalco, 2017.