La equidad de género dejó de ser un tema de algo que pudiera ser posible, gracias a la reforma político electoral, es hoy ya casi una realidad.

El llamado techo de cristal del que se hablaba para decir que la posibilidad de que las mujeres ejercieran el poder se ha roto definitivamente, aunque a medias.

No cabe duda de que los actuales tiempos son los de las mujeres que han sabido llegar a los más altos cargos de elección popular.

Y en este nuevo panorama político hay una coincidencia que vale la pena rescatar: el de las Claudias: una que gobierna un estado, como Claudia Pavlovich; otra que lo hará a partir de diciembre, como Claudia Sheinbaum; y una dirigente nacional de partido, como Claudia Ruiz Massieu.

Son ellas una tercia de mujeres poderosas que llevan ese nombre, que no deben ser perdidas de vista porque están demostrando tener el carácter suficiente para salir adelante con sus compromisos: Claudia Sheinbaum, la próxima jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Claudia Ruiz Massieu, la dirigente nacional del PRI, y la sonorense Claudia Pavlovich, la gobernadora de Sonora.

Cada una tiene su propia historia y además tienen en común, además del nombre, que a ninguna de ellas la lucha por romper el techo de cristal les ha sido ni fácil ni sencillo.

Por el contrario, las tres Claudias se han forjado en la lucha, defendiendo sus derechos de igualdad de género, lo que les ha permitido llegar alto en la política.

Otro dato que las identifica es el hecho de que ya son reconocidas como pilares y figuras trascendentes en sus respectivos campos de acción.

Sus propios perfiles las ubican como piezas clave en el ajedrez político, el presente y el futuro, porque desempeñarán un rol importante a la hora de las decisiones porvenir. No las perdamos de vista.

Pero veamos la otra cara de la moneda. Aunque ganaron las elecciones, una cantidad inusual de mujeres renunciaron a sus cargos, algo que llamó mucho la atención, por su intención desvergonzada de salirse con la suya a como dé lugar: este es el caso de las manuelitas.

Pero las llamadas manuelitas desistieron de su renuncia en Chiapas. Seguramente derivado de la intensa presión mediática que encabezó la consejera del INE, Pamela San Martín, las candidatas a puestos de elección popular que habían renunciado —a los cargos que ganaron en las elecciones— abandonaron la idea de dimitir y finalmente los desempeñarán.

Y es que lo que pretendía la mayoría de los partidos políticos en Chiapas sobre todo el que actualmente tiene el poder estatal, es decir el Partido Verde Ecologista, era una grosería. Pues no solo es burlarse y violar la Constitución, también de las mujeres que fueron electas, y desdeñar la decisión del electorado que votó por ellas.

Pues así es con la democracia en México, muchas veces muy distinta según las circunstancias y las regiones del país.