El primer día de la gira de agradecimiento del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, fue en Tepic, Nayarit, ahí declaró que México está en bancarrota y que por ende será difícil cumplir con todas las demandas que tiene la sociedad, aunque enfatizó que sí serán honrados todos los compromisos de campaña.

Las palabras del futuro presidente, que tiene 64 años, contrastan con las que pronunció a inicios de septiembre, cuando dijo que el país atravesaba problemas pero había estabilidad económica y no había crisis política.

El uso de la palabra bancarrota es muy delicado, se usa regularmente cuando una persona, comercio, o en este caso país, ya no puede hacer frente a sus obligaciones de pago, y no alcanzan sus ingresos para cubrir sus deudas.

Y definitivamente México no se encuentra en esa situación.

Después de estas declaraciones, líderes del sector privado negaron que la economía mexicana esté en “bancarrota”, y añadieron que las inversiones necesitan un ambiente seguro y esas afirmaciones no ayudan.

Lo que más bien parece que le ocurrió a López Obrador es que ya se percató de que los ingresos no serán suficientes para cumplir con todas sus promesas, entonces esta nueva gira, muy parecida a las varias que realizó durante las campañas, será para convencer a la población que hará lo posible… aunque no alcance los objetivos prometidos.

México es mucho más que todo aquello que hemos querido creer en torno a esta crisis de violencia e inseguridad que nos rodea, una que surge porque en nuestro país reina una profunda desigualdad en todos los sentidos, económica, laboral, de género, educativa.

Mucho se ha hablado sobre los dos Méxicos, el próspero y con oportunidades de desarrollo, que contrasta con el subdesarrollado y nulas posibilidades de salir de la pobreza.

Y justamente a esa disparidad se refiere López Obrador; existe una cúpula de poder que no siente la pobreza ni la bancarrota porque ha vivido durante décadas en esa opulencia, pero para la gran mayoría, como el resto del mundo, la falta de ingresos suficientes para pagar las deudas es una realidad.

“México está sumergido en un círculo vicioso de desigualdad, bajo crecimiento y pobreza”, concluía un reporte sobre la desigualdad creado por la organización no gubernamental Oxfam México, en el cual colaboró el próximo subsecretario de Hacienda, Gerardo Esquivel.

Esquivel explica en el informe que para que esta condición cambie en México, es preciso que se transforme la concepción de la política social en el país, ya que resulta evidente que la que hasta este día ha imperado no funciona, pues se ha encargado de “mitigar” la pobreza en lugar de promover el empoderamiento y el crecimiento de los mexicanos por medio del empleo y la educación.

Añadió que la desigualdad y la pérdida de acceso a los recursos por parte de millones de mexicanos termina por ser un freno a la productividad, por ello debe haber una remodelación al sistema fiscal de nuestro país para que los ingresos sean también usados en beneficio del empleo, la salud, la educación, la vivienda, la seguridad.

Si lo vemos así, más bien López Obrador está aclarando el panorama ante las decisiones que quizá tome una vez iniciado su mandato el próximo 1 de diciembre.