Para los jesuitas y franciscanos, el silencio es una forma de redimirse. No es de extrañarse entonces que el Papa Francisco, de extracción jesuita afirme que sólo con “el silencio y el rezo” se pueda combatir las injurias proferidas contra su persona. El pontífice se refiere de esta manera a quienes lo han acusado de haber encubierto al cardenal estadounidense Theodore McCarrick, a quien señalan como responsable de cometer abusos sexuales.

Aunque ha preferido no hacer comentario directos, Jorge Mario Bergoglio calificó como “perros salvajes” a sus acusadores, principalmente a Carlo Maria Vigano, quien lo señala por haber encubierto al cardenal indiciado.

Para Francisco esto no es más que una estratagema para crear “un escándalo” que conlleve “a la división” de la Iglesia. En una misa en la Casa Santa Marta, en el Vaticano, predicó la sencillez como un forma de combatir a “el padre de la mentira, el acusador, el diablo”, que actúa “para destruir la unidad de una familia” o “de un pueblo”.

En la lectura bíblica, narró que Jesús pasó por una situación semejante cuando enfrentó a sus críticos que lo azuzaban cual “jauría de perros salvajes”. Dijo que ante los gritos y desacreditaciones de sus acusadores, el silencio fue su escudo.

“Esa actitud de humildad, precisó, le permitió sembrar la duda en el corazón de sus acusadores y produce un cambio de atmósfera que lleva la situación “de la guerra a la paz”, dijo.

Sin embargo, el silencio no pudo evitar que Carlo Maria Vigano reanudara sus acusaciones, esta vez, exhibiendo al Papa en una reunión con una ferviente opositora al matrimonio homosexual, Kim Davis, durante su visita a Washington en 2015.

Vigano asegura que el pontífice estaba advertido de la personalidad de Davis, quien secretaria judicial del condado de Kentucky y quien se opuso a firmar actas de matrimonios de personas del mismo sexo, a pesar de numerosas presiones judiciales, incluso de la Corte Suprema, y de haber sido encarcelada durante algunos días.

En ese momento, el Vaticano aseguró que el Papa sólo la había saludado, pero que no sabía qué sector representaba, en una recepción con “decenas de invitados” en la embajada del Vaticano.

Pese a todo, los sacerdotes y obispos de Chile y Portugal, manifestaron su apoyo al jefe del Catolicismo su apoyo “particularmente en este momento en que su persona está recibiendo injustos ataques como consecuencia de imprudentes apreciaciones e injustas imputaciones por parte de miembros de la misma Iglesia”.