Como una respuesta de civilidad y concordia ante el descontento y la inquietud que impera en muchos grupos independientes (escénicos, musicales, teatrales y dancísticos) de la Ciudad de México, que se han visto relegados, cuando no prácticamente marginados de las políticas actualmente imperantes en el área de Teatros del gobierno de la Ciudad de México, varios creadores se unieron para crear el Primer Festival Nuevos Rumbos de la Cultura, con el afán de dar una contestación a una política cultural que se basa en el tráfico de influencias, el amiguismo, la visión light de la verdadera intencionalidad de la cultura y las artes escénicas y, en suma, en la ideologización neoliberal de la manifestación cultural como un negocio redondo que únicamente se genere para ganar dinero, como si los erarios públicos que nutren a las instituciones culturales no fueran suficientes y necesarios para imponer una cultura democrática, libre y, ¿por qué no?, contestataria, impugnadora, cuestionadora.

Hoy por hoy existen ya muchos grupos, algunos capitaneados por jóvenes creadores, incluso egresados de la UNAM, que ya están poniendo el dedo en la llaga de este mal que ha convertido al Teatro en la Ciudad de México en un trasunto de un arte pseudoexquisito, que no llega sino a un trasfondo hueco, y que ha provocado una ya larga serie de quejas y denuncias ante la institución que, bien mirado, no se ha manejado con la ecuanimidad y la democratización necesarias (en teatro y artes escénicas, insistimos), pese a las buenas obras del Secretario de Cultura saliente, el poeta Eduardo Vázquez Martín, quien ha hecho en otras áreas una labor encomiable y vivificadora de una cultura más allá de todo estereotipo, dando cabida a muchas voces, tendencias, escuelas de pensamiento, modos culturales y manifestaciones literarias y, aún, metaliterarias y paraliterarias.

El pasado 1 de septiembre, en la explanada del Jardín Pushkin de la Colonia Roma, este Festival dio inicio a las once de la mañana y concluyó más allá de las siete de la noche. No sólo fue un Festival artístico, sino un Foro de Reflexión donde se tocaron temas de importancia en la conformación de los nuevos rumbos culturales de la Ciudad de México: “La cultura en la actualidad en México”, “Coparmex en la cultura”, “Los derechos culturales en México” y “Los nuevos rumbos en la cultura”, con ponencias en las que se hizo hincapié en la urgente necesidad de una reforma a fondo de las estamentos caducos y corruptos que hoy privan en el área administrativa que rige el llamado Sistema de Teatros de la Ciudad de México.

El grupo de danza Mazonchitl presentó Oaxaca Vive; a su vez, el director Hugo Fragoso escenificó la obra de Vicente Leñero Hace ya tanto tiempo, una de las más cálidas y logradas piezas del también autor de Pueblo rechazado. Marta Forjas deleitó con su propuesta Abuelos lectores y cuentacuentos, al tiempo en que el espectáculo Allan Poe dirigido por Adriana Enríquez reavivó intensamente en el público asistente el gusto por la obra fantástica del autor de El Cuervo. El clamor del canto de la Trova, la presencia del grupo Nosotros Teatro Estudio de Actores de Luis Álvaro Silva, el Cuenta Cuentos de Tea, el monólogo Alucinaciones del pasado de Arturo Amaro y las Danzas Medievales de Avrill, así como el canto vernáculo en manos de Italú Gisela y la presencia del grupo de rock Todos los Santos, confluyeron en un Festival que atrajo un público numeroso, participativo, gratificado y deseoso de que la cultura esté en las calles —sin manierismos esteticistas— en estos tiempos de tanta violencia en nuestra urbe.

A la apertura del primer Festival Nuevos Rumbos de la Cultura asistió Alfonso Suárez del Real, designado próximo Secretario de Cultura de la Ciudad de México por la también próxima Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, rompiendo toda convencionalidad y convención, irrumpiendo Del Real en escena y poniéndose a cantar en plena plaza, demostrando así un entusiasmo inédito en los funcionarios culturales, ante las manifestaciones de la cultura popular que hierven en el ambiente citadino y, del mismo modo, reafirmando su postura de convertir a la CDMX en una Ciudad de Festivales artístico-culturales, como lo afirmó hace unas semanas ante su designación como próximo Secretario de Cultura de la CDMX.

Sin duda alguna, este Primer Festival Nuevos Rumbos de la Cultura (un festival pionero) está llamado a ser un parteaguas, a fincar una nueva manera de entender y vivir por y para la cultura. Un Festival que será la primera piedra en el edificio de los Festivales Artístico-Culturales que se avecinan en el ya muy próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador; y, en esta ciudad, de Claudia Sheinbaum.