A 50 años de la Marcha del Silencio que protagonizaran estudiantes universitarios, politécnicos, normalistas y de Chapingo encabezados por el entonces rector Javier Barros Sierra en defensa de la autonomía de la UNAM y en repudio a la intervención gubernamental, este 13 de septiembre se realiza —al cierre de edición— una magna manifestación para demandar la expulsión de los grupos porriles de la máxima casa de estudios así como fortalecer la unión de los estudiantes.
Hoy la universidad, autoridades y estudiantes —cercados por grupos ajenos por diversos intereses políticos, el narcomenudeo— se enfrentan a una prueba de fuego: evitar las provocaciones y dar cauce y solución a legítimas demandas como las que le fueron expuestas respetuosamente al rector Enrique Graue en el CCH Azcapotzalco.
Como se recordará, su manifestación realizada el pasado día 3 en Ciudad Universitaria fue blanco de un vil ataque porril, donde hubo varios heridos y uno de ellos estuvo a punto de perder un riñón. Todo ello sin que intervinieran las autoridades de seguridad universitarias.
Sus demandas: la correcta distribución de profesores de acuerdo con el número de grupos y salones, erradicar los problemas por acoso e seguridad a los estudiantes y, sobre todo, desarticular y expulsar a los grupos de choque, “los porros”, de los espacios universitarios, así como una correcta investigación del ataque sufrido, del que hasta ahora la PGJCDMX no ha dado avances en las investigaciones para determinar a los autores intelectuales del ataque.
En el fragor de intereses que subyacen alrededor del conflicto, fue deslizada la demanda de la modificación de la Ley Orgánica y de Estatutos Generales para que haya una elección directa de las autoridades universitarias para solicitar la renuncia del rector Enrique Graue, que no aspire a una reelección y se le abra el camino a gente de Morena, en donde se menciona al investigador John Ackerman, como la mano que mece la cuna.
Sin embargo, para el exlíder del Consejo Estudiantil Universitario, Fernando Belaunzarán, no es viable la versión.
“Estuvieron tratando de vincular que esto podía venir del nuevo gobierno pero la verdad es que Graue es persona cercana a De la Fuente, es el tercer médico que llega de manera consecutiva a la Rectoría. De la Fuente está de lleno en la cuarta transformación, ya es el virtual representante de México ante la ONU, es un poco absurda la versión de que podía venir de ahí. Por eso Graue se reunió con Andrés Manuel López Obrador, digo que es el beso del santo para tratar de quitar esas lecturas y tener el espaldarazo del virtual presidente.
Esto tiene un doble filo porque eso hace que para el movimiento estudiantil se vea que Andrés Manuel y Graue juegan en el mismo equipo y todo movimiento estudiantil se enfrenta a la autoridad de una u otra manera. Aquí las dos autoridades se ponen en el mismo sitio y ahora dependerá de la autoridad tener el talento para darle cauce al movimiento respondiendo a sus justas demandas y evitar que el problema escale.
Se asegura que John Ackerman está muy activo y busca ser el sucesor de Graue
No lo veo. Uno, necesita ser mexicano de nacimiento como requisito, tendrían que modificar la ley orgánica. Lo que si veo en Ackerman es imprudencia porque se quiere meter al movimiento. Los movimientos estudiantiles son muy celosos de su autonomía frente a las autoridades tanto universitarias como políticas. Su protagonismo, como alguien cercano al nuevo gobierno, puede enrarecer el movimiento, lo van a rechazar, es previsible. Resulta una imprudencia y lejos de ayudar a una solución política pactada, acordada desde el movimiento, lo puede complicar. El hecho de que Andrés Manuel saliera con Enrique Graue va a hacer que el movimiento tome su distancia de cualquier elemento que lo vincule con el nuevo gobierno, no van a dejar que parezca que son manipulados, ni carne de cañón. Ackerman ha sido imprudente y esperaría que actuara con mayor inteligencia, si es universitario que lo haga desde su trinchera pero tratar de involucrarse con el movimiento es un error. No conoce de los movimientos estudiantiles y por eso actúa con esa irresponsabilidad.
Aclarar de dónde vino la agresión
Lo importante es saber quién fue, porque la UNAM siempre ha sido apetitosa para los grupos políticos y se da justo cuando hay un cambio de gobierno.
Sí, no solo es el cambio de gobierno, está la conmemoración de los 50 años del 68, un momento importante pero además de un aniversario más de los desaparecidos de Ayotzinapa. Todo eso es un coctel explosivo al final de un gobierno.
Lo sabemos en la UNAM, hay una estructura rebasada, una ley orgánica que respondía a un México distinto y es una asignatura pendiente, tiene una estructura de gobierno atrasada, rebasada. A los movimientos estudiantiles es más fácil generarlos que desactivarlos, uno no sabe cómo va a caminar el asunto, recordemos que el 68 empezó por un conflicto entre escuelas, una preparatoria incorporada y una vocacional, y luego se hizo una bola de nieve, que se salió de control.
Vamos a ver cómo se desarrollan los hechos, pero lo cierto es que ya nació un movimiento estudiantil y su desenlace es incierto, muchas de las demandas son atendibles y esperemos que se solucionen, pero no podemos negar la posibilidad de que se salga de cauce. Lo importante es que se aclare de dónde vino la agresión, se tomen medidas para darle seguridad a los jóvenes y vamos a ver hasta dónde llega.
¿Qué hay de las corrientes en el interior de la UNAM?
La ley orgánica de la UNAM está superada, incluso De la Fuente lo aceptó, primero en el Congreso Universitario, donde se quedó mitad y mitad de quienes querían cambiar la ley universitaria y quienes no.
El exrector después y al final del movimiento quiso abrir la puerta, actualizar la ley orgánica —es de 1946—, era otro México, y democratizar la universidad. Que haya más transparencia, mayor rendición de cuentas porque la UNAM no es una isla, es el reflejo del país. Muchas de sus autoridades no rinden cuentas, hay una gran opacidad, corrupción, nepotismo y cosas que suceden en todo el país. Es también lo mejor que tiene el país, pero tiene sus vicios.
Modificar este asunto es algo natural y no significa que la UNAM tenga que ser, como ha ocurrido en otras universidades, que se decidan las cosas por votación directa y secreta.
Eso ha generado conflictos muy fuertes pero entre el cónclave de la junta de gobierno y el voto universal, hay mucho en medio y se pueden encontrar formas de mayor participación y transparencia, de mayor rendición de cuentas porque la burocracia es una serpiente que se muerde la cola.
Es natural que los universitarios planteen sus peticiones y se les dé un cauce, porque de lo contrario resulta un caldo de cultivo para conflictos. No estaría mal que la universidad viera cómo procesar propuestas que actualicen su sistema de gobierno, que no significa irse al extremo del voto universal directo y secreto, simplemente señalo lo obvio, no corresponden los tiempos de la universidad con su forma de gobernarse y administrarse, está rebasado y cada conflicto en la universidad nos lo recuerda, ojalá que pronto se actualice.
Empoderar a la academia no a la burocracia
Esperaría que tenga un pronto final negociado y que haya sensibilidad, pero cuando los estudiantes hablan de que falta transparencia y falta democratización de la universidad tienen cierta razón y debiera buscarse una forma inteligente de atender esos reclamos con prudencia, de manera institucional.
Que se abran los espacios institucionales para una discusión que está pospuesta pero necesaria, porque sí no truena ahorita va a hacerlo pronto, es algo natural porque la forma de organización de la UNAM ya no corresponde a los nuevos tiempos.
Bien entendida, la democratización de la universidad es empoderar a la academia no a la burocracia. Se puede avanzar si hay condiciones y voluntad, entendiendo que tenemos que evitar extremos, podría ser una discusión muy sana, la quiso hacer De la Fuente terminando el pasado conflicto y no procedió porque ambos extremos en la Universidad, la extrema izquierda y la extrema derecha, boicotearon la posibilidad de transitar hacia una nueva legislación universitaria, basada en una nueva ley orgánica actualizada.
Se desaprovechó una gran oportunidad pero cada conflicto que venga en la UNAM vamos a ver ese desfase entre una comunidad participativa y exigente con una forma de gobierno muy vertical, opaca y atrasada. Debiera estar abierto a plantearse y buscar una forma institucionalizada y procesarlo pero para que eso sea sano, debiera quitarse la propuesta de renuncia del rector.
Para que se dé esta discusión tan necesaria debe haber estabilidad universitaria y debatir los temas. Si no hay esa sensibilidad, posiblemente habrá una radicalización del conflicto y hay que tener cuidado, porque en ese sentido sí puede haber intereses que quieran jugar para generar y escalar el conflicto en la UNAM. Uno sabe cómo inicia el conflicto pero es difícil prever cómo termina, puede ser una bola de nieve y puede salirse de control.
Espero que haya madurez de todo el sector universitario, porque el movimiento estudiantil hasta ahora ha sido ejemplar.