Cualquiera que diga conocer a China y a los chinos, sería mejor que se replantee la pregunta. A diferencia de otros países, a Beijing no le gusta quedarse estático, dependiente de otros países o de los mercados internacionales, simplemente los crea a su necesidad. Esta es básicamente una fórmula que aplica en su forma de hacer negocios y el primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamed, lo sabe muy bien, pues hace apenas unos días visitó a su contraparte, el presidente chino Xi Jinping, con quien no llegó a un acuerdo respecto a incorporarse al magno proyecto comercial de la Nueva Ruta de la Seda.

Para el premier malayo, esa membresía es muy cara. No le convenció la gran red de transporte que Beijing contempla para conectarse con el mundo, la cual no sólo es una prioridad de sus esfuerzos internacionales, sino un hecho sin precedentes en la historia de la infraestructura. Sencillamente, Mahathir dijo que es un proyecto muy caro. “Cuestan demasiado dinero, no podemos permitírnoslo”, puntualizó.

Colonialismo chino

Pero las cosas no quedaron ahí, sino que calificó la iniciativa como: “una nueva forma de colonialismo”. Lo que Mahathir quiere decir es que formar parte de la Ruta de la Seda, significaría un fuerte endeudamiento que dejaría avasallado a su país. Esta misma crítica también la han hecho otros países como Sri Lanka y Pakistán.

Para muestra basta un botón. Sri Lanka ve con desconfianza la fuerza de los chinos en su economía. Recientemente, una empresa estatal china adquirió los derechos del puerto de Hambantota para los próximos 99 años. Las autoridades cingalesas prácticamente no pudieron ni negociar por la fuerte deuda que tienen con estos.

En el caso de Pakistán, el gobierno de Islamabad ha recibido préstamos por más de 5 mil millones de dólares destinados a crear un centro de maquila textil para proveer al Corredor Económico China-Pakistán, por donde pasará la Ruta de la Seda.

En una situación semejante se encuentran Montenegro, Kirguistán y Mongolia, que también han contraído deudas con China.

La situación ha preocupado a Estados Unidos al grado de exigir al Fondo Monetario Internacional (FMI) que los préstamos que haga a Pakistán, no sean empleados para pagar sus deudas con Beijing. El FMI captó la situación y pidió a los socios de China, que analicen mejor su endeudamiento, so pena de poner en riesgo su propia estabilidad nacional.

El temor ante el avance chino es que su política comercial se convierta en un instrumento para debilitar las soberanías nacionales, y hasta abrir la opción militar en todos los casos. Es por ello, que los expertos mantienen un cuidadoso monitoreo del Foro de Cooperación Africa-China (FOAC), donde Beijing da a conocer las inversiones que realizará, pero no sólo eso, sino para analizar el tipo de iniciativa de cooperación que sostendrá en el continente africano, donde más de 40 mandatarios esperan consolidar una relación económica con el gigante asiático.

¿Qué dice China?

China ha negado tener una política expansionista y asegura que el endeudamiento es un problemas de los países que lo tienen por haber contraído créditos con terceros a los que no han podido pagar. El presidente Xi Jinping anunció recientemente que su país invertirá un billón de dólares en el proyecto de la Ruta de la Seda. También negó que ésta sea “un club de China” y descartó que tenga objetivos geopolíticos o militares. Por el contrario, aseguró que busca “priorizar las necesidades de los otros socios y poner en marcha proyectos que beneficien a los residentes locales”.