El mes de septiembre resulta pródigo porque hace remover la historia nacional con sus fechas definitivas en el forje de una nueva nación, sus ejes fundacionales y la lista de nombres que influyeron en aquellos hechos, los cuales agregarían identidad. También se dio pauta a la confección de mitos y medias verdades porque el sello maniqueo es ostensible.

Se festeja de manera viva el día 16 de septiembre que marcó el inicio de la Guerra de Independencia con una figura carismática al frente, como lo fue don Miguel Hidalgo y Costilla, aunque la conmemoración de la consumación siempre es menor, la fecha es el día 27 del mencionado mes y la consumó Agustín de Iturbide, nacido en Valladolid, hoy Morelia, al igual que el Generalísimo José María Morelos y Pavón.

Cabe resaltar que la entonces ciudad de Valladolid fue el germen del movimiento revolucionario de 1810, el Colegio de San Nicolás fue el epicentro del que brotaría la rebeldía para culminar, años después, una lucha que rubricaría la Independencia.

Hace una década que la histórica Morelia fue sacudida por un severo ataque terrorista presuntamente a manos del crimen organizado, dicho acto infamante permanece en la impunidad. Hace diez años y no se olvida.

Retomando el tema de la historia de la guerra de Independencia podemos afirmar que José María Morelos y Pavón fue un fino estratega militar, organizado, táctico; es para muchos el arquitecto de México porque sentó las bases fundacionales del Estado, los Sentimientos de la Nación reflejan un pensamiento profundo de emancipación, respeto a los derechos humanos, recalcan la Independencia. Fue el ideólogo más grande de los insurgentes aunque no vio llegar el final de la lucha a la que él agregaría valores.

Agustín de Iturbide fue quien consumó la guerra contra una corona —la española— de la que antes fue soldado, militar destacado que estuvo al servicio de los realistas para combatir a los insurgentes, Miguel Hidalgo y José María Morelos lo sufrieron.

El maniqueísmo típico de nuestra historia solo plantea dos bandos, no hay medias tintas, solo se trata de buenos contra malos, los heroicos y los traidores. Agustín de Iturbide fue depositado en el basurero de la historia, así nos lo contaron en las escuelas públicas aunque nunca especifican causas creíbles, sino ideológicas salpicadas de prejuicios.

Bien lo escribe Luis González de Alba en su libro Las mentiras de mis maestros: La historia oficial de México es una larga serie de derrotas gloriosas y un pesado directorio de héroes derrotados.