“El lugar es importante para mi escritura; creo que si un lector obtiene una imagen clara del lugar de donde proviene un personaje, entonces podrá comprender qué es lo que motiva al personaje, qué lo limita”, expresó la escritora estadounidense Jesmyn Ward, durante una entrevista con la revista El Cultural, para comprender su última obra La canción de los vivos y los muertos, una novela de aprendizaje y, a su vez, un retrato del conflicto racial que aún hoy lastra las vidas de mucha gente, la pequeña epopeya de una familia y los fantasmas que la acechan.

Durante la conversación, Ward, quien vivió una de las catástrofes más terribles de los Estados Unidos, el huracán Katrina, explicó que la historia de ficción que relata en su novela no es autobiográfica, no obstante tiene muchos elementos que son visibles para ella, aunque invisibles para muchos, los cuales se han transformado en su inspiración: “son las personas que viven en el Mississippi rural y forman mi comunidad, gente pobre y negra del Sur”.

La autora que ha sido galardonada por el premio literario más importante de Estados Unidos, el National Book Award, que por primera vez en la historia recibe dos veces una misma autora, agregó sentir cierta responsabilidad al darle voz a todas esas desigualdades y realidades que viven personas del sur de su país pues, aseguró, lo único que desea con su prosa, es ofrecerle dignidad a toda esa gente, y que el lector entienda cómo son sus vidas.

“Si el escritor presenta los personajes de manera tan vívida, con tanto detalle, que se vuelven reales para el lector, sus historias se convertirán en las historias de los lectores”.

Ward narra en la obra editada por Sexto Piso, el conflicto racial latente en la sociedad norteamericana con una historia de carretera en la que una familia interracial viaja a buscar recoger al padre en su salida de prisión. Tres generaciones en busca de identidad, con una prosa que oculta y deja entrever una violencia soterrada, fantasmas que no desaparecen: “el gran problema es que en Estados Unidos no solo existe el racismo interpersonal, sino también el racismo sistémico. Raramente se reconoce, y por eso es tan difícil de eliminar. Sabemos que los afroamericanos alcanzan los niveles más altos, incluida la presidencia, y que hay una clase media sustancial, pero esto se ve contrarrestado por un racismo sistémico que continúa deshumanizando, marginando y empobreciendo vidas negras”.

La también creadora de las obras Where the Line Bleeds (2008), Salvage the Bones (2011) y Men We Reaped (2013), mencionó que sigue trabajando en una nueva novela, pues los horrores actuales no la han silenciado todavía: “escribo en una habitación de mi casa que he configurado como una pequeña biblioteca, y mi escritorio está frente a una ventana. Afuera, puedo ver un alto ciprés que planté hace cinco años y un roble vivo que planté al mismo tiempo que ha sido muy lento para crecer, como muchas situaciones que pasan en la vida, tardan en crecer, en salir a la luz”.

https://youtu.be/oLezj-UYr1c