El sueño es un arte poético involuntario.

Immanuel Kant

Al igual que muchos de sus compatriotas y de otros seres que huían de la violencia ideológica y física que atemorizaba a los espíritus libertarios afincados en una Europa que cedía ante las dictaduras fascistas, Remedios Varo encontró en la Ciudad de México un lugar en el cual se sintió “acogida y segura”, al igual que los miles de republicanos españoles, judíos y gitanos, hombres y mujeres que huían del terror impuesto por Hitler, Mussolini y Franco.

Con la sencillez que la caracterizaba, la pintora catalana defendía la actitud mexicana ante la tragedia provocada por la beligerancia integral cuyo fin era la exterminación de grupos diversos, ante lo que ella calificó de “enemigos” frontales por su postura devastadora contra la pluralidad ideológica y racial.

A diferencia de la Francia claudicante, de la Inglaterra refractaria y del oportunismo y anhelos anexionistas de los estadunidenses, la mayor parte de los mexicanos expresó en la vida cotidiana su solidaridad con los llamados “refugiados”, seres provenientes de múltiples lares, cuyas desgracias compartieron a pesar de las penurias incitadas por ese acto de dignidad republicana encabezado por el general Lázaro Cárdenas: la expropiación petrolera, episodio que provocó presiones económicas que nunca mellaron la solidaridad mexicana a favor de los pueblos afectados por las dictaduras.

Corroborar esos principios hoy desdibujados, diluidos ante estas presiones neoliberales que clasifican a los migrantes como escorias y seres descartables dentro de su concepción del mundo, es el mensaje que, entre líneas, hoy se asoma en la extraordinaria exposición Adictos a Remedios Varo legado 2018 que el Museo de Arte Moderno decidió realizar con materiales y obras inéditas coleccionadas por Walter Gruen y su esposa Alma Alexandra Varsoviano, quienes a través de la exhibición pública de 220 objetos personales, bocetos, gouaches, libros, correspondencia de la pintora con intelectuales y con su entrañable amiga Leonora Carrington, rinden un justo homenaje a la memoria de Anna Isabel Gruen Varsoviano.

Motivada por la crisis humanitaria que se vive en nuestra frontera sur y por la pusilánime actitud del gobierno saliente, el primer eje temático, de los siete que conforman la exhibición exquisitamente curada por Marisol Argüelles, pone el acento en el exilio, en el momento de poner Pies en Polvorosa para huir de la barbarie, encontrase con amigos surrealistas y vivir lo que Remedios definió como “los años de aprendizaje, de asimilación de Paris” y su vuelta al nomadismo obligado por la guerra hasta su llegada a México, a la colonia San Rafael, el paso de ésta a la Roma y en el desarrollo de toda una obra que cautiva en cada boceto, en cada trazo, en cada pincelada y en esa manera a través de la cual cumple la premisa kantiana de transformar los sueños en involuntario arte poético.