Juan Carlos Romero Hicks

La importancia de la migración laboral internacional radica, por encima de todo, en el deber ético de proteger la dignidad humana de los migrantes. Los crecientes flujos migratorios hacen apremiante encauzar el tema con realismo, con sentido social y con un marco jurídico idóneo.

Carlos Abascal Carranza

La caravana del migrante que llegó a nuestro país proveniente de Centroamérica obliga a tomar acciones concretas y a una profunda reflexión sobre la migración y las obligaciones de los países ante el fenómeno.

Para empezar, la migración es un derecho humano y es deber de todos proteger la posibilidad de tránsito e incluso de estadía en un país ajeno al originario. Llevamos décadas exigiendo derechos para los migrantes mexicanos en Estados Unidos y es un acto de congruencia ofrecer lo mismo a todos aquellos que lleguen a nuestro país, ya sea en forma de tránsito o destino, por ser perseguidos o en búsqueda de libertad o de oportunidades.

La migración debe ser legal, ordenada y segura. El Estado de derecho debe ser respetado por todos aquellos que lleguen, ya que si eligieron México como país de destino o de tránsito, es imprescindible que se respeten las leyes del país que los recibe, fomenten la buena convivencia y contribuyan en positivo al desarrollo comunitario.

La solidaridad humana debe ser mayor que cualquier necesidad y México ha sido ejemplo de solidaridad en toda su historia y este caso no será la excepción. Para Acción Nacional la solidaridad es uno de los pilares doctrinales y desde el gobierno o desde la oposición hemos sido congruentes en ello.

Sin embargo, es justo mencionar el brete en el que se metió el presidente electo al hablar de visas de trabajo; eso es simplemente una promesa oportunista ya que ni siquiera estamos hablando de alguien que hoy tenga la posibilidad de cumplirlo y el problema es hoy, no a partir de diciembre.

La ayuda humanitaria institucional es una obligación, pero este no es un problema que pueda resolver México aislándose de la realidad mundial y regional. Cada uno de los países de origen, de los países de tránsito y de los países de destino tienen un grado de responsabilidad en lo que está sucediendo y México podrá asumir mejor su responsabilidad, pero no se debe negar la corresponsabilidad que tienen los países de origen y Estados Unidos, que es el destino final.

Más allá de los puntos mínimos de respeto a los derechos humanos, el trato digno y el respeto al Estado de derecho, es necesario plantear que hay dos aristas más de este tema en específico. Una es que en cerca de un mes hay elecciones en Estados Unidos y los migrantes han sido un tema constante en la administración de Trump y el fenómeno que estamos viviendo podría responder a dicha coyuntura. La segunda es que una cantidad así de personas no se moviliza sin el apoyo de fuerzas mayores a su capacidad individual. La migración a la que estamos acostumbrados es una búsqueda de oportunidades personales o familiares, no comunitarias o grupales como la que hoy enfrentamos.

Coordinador del GPPAN

@JCRomeroHicks