A cincuenta años de 1968 se tiene una perspectiva muy distinta de los hechos, ocurrieron sucesos, anécdotas que de manera individual, colectiva, nacional (aunque no se utilizaba la designación global). Como conmemoración desde la perspectiva histórica para revalorar un momento excepcional en la segunda mitad del siglo XX. Porque el movimiento social y estudiantil, cuyo ebullición y clima trágico ocurrió durante la tarde y la noche del cruento miércoles del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco.

Las perspectivas se han enriquecido con enfoques diversos desde los testimonios de protagonistas hasta enfoques multidisciplinarios. La cuantificación de los muertos en la masacre de Tlatelolco varía mucho, dependiendo de su procedencia: Gustavo Díaz Ordaz, presidente del país, horas después del suceso señalo que hubo 26 muertos, mil 43 personas detenidas y 100 heridos.

Según Alfonso Corona del Rosal y Marcelino García Barragán, jefe del Departamento del Distrito Federal y secretario de la Defensa Nacional, respectivamente, hubo 38 muertos de ambos sexos, además de un niño; según ellos perecieron cuatro soldados.

Por su parte, John Rodda del diario inglés The Guardian anotó que habían sido 500 los muertos, aunque nos se supo cómo llegó a esa cifra. Y exmilitantes del Consejo Nacional de Huelga (CNH) dieron una nueva cifra a Rodda: aproximadamente 325 muertos. Y según documentos desclasificados de la embajada de Estados Unidos en México las pérdidas humanas fueron entre 150 y 200. Y hay quienes han dicho que la cifra alcanza 500 entre estudiantes, simpatizantes del movimiento, amas de casa, niños y elementos de la milicia.

Alumnos que preguntan

¿De qué sirve saber el número exacto? En retrospectiva es de relevancia cardinal más que como cifra como representación de la imposición del gobierno-Estado, para tener presente la censura del gobierno a la prensa y la complacencia de ésta, en general, ante el Estado mexicano. Para las nuevas generaciones, es normal disentir y criticar la figura del presidente de la república y de protagonistas de la política nacional, además de que cuentan con medios eficaces la circulación inmediata de la información.

A la generación del milenio, los llamados millennial, el 68 está muy alejado de su realidad, aunque disfruta de logros y beneficios que las generaciones precedentes le legaron. Podríamos preguntarnos ¿por qué el 2 de octubre es un día de guardar sobre todo en la Ciudad de México?

Gilberto Guevara Niebla (1944), dirigente del CNH —encarcelado entre 1968 y 1971— investigador universitario, profesor de educación media superior, promotor del sindicalismo y autor de libros sobre educación, ha escrito profusamente sobre el movimiento del 68 (La democracia en la calle —1998—, El camino de la democracia —2008—, La libertad nunca se olvida —2004—), ahora nos entrega en la colección Popular de El Fondo de Cultura Económica 1968 explicado a los jóvenes.

A lo largo de una veintena de breves capítulos —narrados con el artificio conversacional con alumnos, quienes preguntan y confrontan datos y explicaciones de su maestro—, un joven incipiente en el tema se entera de los antecedentes del 68 mexicano que se inició el 23 de julio con una gresca entre jóvenes y pandilleros de la Vocacional 5 y la preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la UNAM y culminó el 4 de diciembre con la disolución del CNH. El propio Guevara Niebla sostiene que el movimiento, su efervescencia, su arrojo, sus ideales, se mancillaron el segundo día de octubre y que resistió dos meses de agonía.

La triste figura de Díaz Ordaz

Guevara Niebla no pierde de vista que el movimiento estudiantil, en rigor, fue un movimiento social que fue catalizado por jóvenes, no todos universitarios. Gracias a las legendarias brigadas, los estudiantes, acompañados de personajes con historial político de izquierda, entraron a colonias proletarias; a ellos se adhirieron familias, organizaciones políticas, gremios lastimados y oprimidos laboral y socialmente.

Un personaje tristemente emblemático en esos días fue Díaz Ordaz, figura señera del autoritarismo mexicano posrevolucionario, cuya obsesión por el orden lo llevó a una ferocidad enfermiza hacia las acciones y manifestaciones nuevas como la rebeldía de los jóvenes ante la denostación, persecución bestial del gobierno encabezado por un presidente que asumió toda la responsabilidad de las decisiones del gobierno, limpiando así la imagen del candidato que finalmente lo sustituiría en la presidencia: Luis Echeverría.

Los jóvenes del 68 irrumpieron contra los atavismos y el autoritarismo de la “gran familia mexicana”; enfrentaron y subvirtieron la doble moral, si bien no se erradicó y si se mistificó avanzó en la libertad sexual; la emancipación de las mujeres; abanderadas por el feminismo, a su vez, alimentado de figuras como Jean–Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Georg Lukács y Lucien Goldmannn.

El saldo, 50 años después

En orden cronológico y temático, Guevara Niebla nos deja una amena relación de hechos ponderados; sin atacar a nadie sí observa errores y excesos, por ejemplo, de los llamados revolucionarios del movimiento ideologizados en extremo de manera maniquea. Sin exaltarla, valora la templanza, valentía y mesura del rector de la UNAM Javier Barros Sierra al desafiar el unívoco poder presidencial al encabezar la marcha del 31 de julio como protesta al bazucazo del Ejército un día antes.

Los jóvenes ahora podrán cuestionar que el movimiento del 68 fue incapaz de erradicar el autoritarismo; la opresión social y la desigualdad es creciente. Para reconocer el presente habrá que conocer el pasado. En medio siglo hay un saldo de 200 mil muertos, hay cerca de 30 mil desaparecidos. El país se ensangrienta más y más, lo cual no puede negar la importancia del movimiento del 68, como uno de los acontecimientos más importantes y reveladores del siglo XX mexicano, por todas su implicaciones sociales, políticas y culturales, siempre inserto dentro de un contexto internacional como la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam, la defensa de la población afroamericana en Estados Unidos.

Gilberto Guevara Niebla, 1968 explicado a los jóvenes, México, FCE, 2018.