A días de conocer el programa nacional de seguridad, a finales de octubre, las “ocurrencias” que lanza al aire Andrés Manuel López Obrador continúan. A la desaparición del Estado Mayor Presidencial, la fusión de las Fuerzas Armadas, crear un ejército de paz, construir una guardia civil, el mando único, se suma la propuesta de integrar a 50 mil jóvenes para reforzar tareas de seguridad pública.

Entre estos dimes y diretes, Francisco Franco Quintero Mármol, experto en seguridad nacional, seguridad pública y actividades de inteligencia, explica que para implementar la seguridad son necesarios, al menos, tres elementos: uno, todos los aparatos de seguridad, policías, peritos, entre otros elementos, que estén en la línea de combate; dos, la inteligencia, aclara que seguridad e inteligencia no son lo mismo, son disciplinas distintas que se complementan y tienen su propio camino y tres, la definición de los objetivos de los gobiernos.

“Todos los países hacen lo mismo, los gobiernos definen hacia dónde mover el barco durante su mandato. Para ello, se apoyan de la seguridad y la inteligencia, además de elementos como la participación ciudadana, que serán un complemento”, apunta.

El académico del diplomado de seguridad internacional, operaciones de paz y resolución de conflictos, de la Universidad Iberoamericana, ve un panorama complicado en materia de seguridad, porque todavía no se vislumbran los objetivos del nuevo gobierno.

Asegura que “los procesos de reconciliación son útiles, pero no suficientes. En México existen dos tipos de conflictos: entre Estado y crimen organizado y entre crimen organizado versus crimen organizado, bandas que se pelean entre ellos. Se puede llegar a un proceso de reconciliación, pero no habrá reconciliación entre ellos, eso no reduce la violencia”.

Francisco Franco Quintero Mármol

Convencer a los jóvenes

El académico menciona dos temas importantes: “la incorporación de 50 mil elementos a fuerzas de seguridad, no de inteligencia; y las Fuerzas Armadas. La primera es una idea genial, que aplaudo en todos los sentidos, pero hagamos números, la Policía Federal ronda los 37 mil elementos; el Ejército los 220-230 mil; la Marina los 70 mil, es la construcción de años. Incorporar a nuevos jóvenes a las filas de estas fuerzas de seguridad y orden será un ejercicio de muchísimos años”.

Aclara que “no solo es un problema de dinero, sino de que la gente ya no quiere enrolarse en las filas de la Policía Federal, el Ejército o la Marina, porque el país lleva varios años, al menos en los últimos dos sexenios, peleando un conflicto que no nos lleva a ningún lado”.

Cada una de estas instituciones hace un trabajo con los pocos elementos que tienen y dan algunos resultados interesantes, pero ¿cómo convencer a estos jóvenes?, se pregunta.

Para Franco Quintero la propuesta de López Obrador “es la solución para fortalecer las fuerzas de seguridad, aunque esos jóvenes necesitan aprendizaje. Además, ¿de dónde sacaron el número de 50 mil?, ¿por qué no 30 mil o 40 mil o 10 mil? Meter gente al ámbito de la seguridad es ir por el mismo camino, de luchar bala contra bala, y es lo que se ha hecho los últimos sexenios y no ha dado resultados. Hay que fortalecer las capacidades de seguridad e inteligencia”.

 

El enemigo cambió

El experto en seguridad nacional explica que “el enemigo cambió hace tiempo, pensábamos que el delincuente era un tipo que vivía en un lugar alejado, olvidado por Dios y desde ahí operaba. Hoy el delincuente está en entornos urbanos, visita los mismos lugares que nosotros. Al entenderlo, los paradigmas de la seguridad cambiarán”.

“Hoy no se puede enfrentar la delincuencia solo balazos contra balazos se tiene que estar dentro de los entornos urbanos tratando de entender cómo mueve el dinero, cómo opera aquí para poderlo detener, cómo se mimetiza con una sociedad, esa es una capacitación muy importante”, dice.

“La otra —continúa Quintero— es entender los nuevos modus operandi, cómo lava el dinero. Es más efectivo que enseñarle a alguien a disparar. Entender, capacitar. Cómo bloquear el lavado de dinero de una organización es más útil que enseñarle a disparar un arma. Es entender bien al adversario que enfrentamos. Se tiene que reflexionar sobre las características de la criminalidad en México y reorientar los esfuerzos desde forma más estratégica”.

Desconfianza

El maestro en inteligencia y seguridad internacional por el King´s College London apunta las razones de López Obrador para integrar a 50 mil jóvenes a las fuerzas de seguridad pública: “un diagnóstico que se le presentó al presidente electo sobre la situación del país, en donde se indica, que los elementos en las Fuerzas Armadas y en la Policía Federal, no son suficientes; y la desconfianza que tiene hacia las instituciones de inteligencia y seguridad en México. Tal es su desconfianza que quiere desaparecer el Cisen, no confía en la Policía Federal, pero hace falta conocimiento para darse cuenta que ahí hay hombres y mujeres muy capacitados, que tampoco tienen el apoyo en la parte política. Estas instituciones son bomberos gigantes, apagafuegos del país, no siguen una lógica preventiva, sino reactiva, eso es lo que hay detrás de esta propuesta”.

Franco Quintero explica que “el tema no es un cambio de estrategia, sino saber ¿qué es lo que se quiere conseguir contra el crimen organizado?, ¿se quiere eliminar a todos, se quiere administrar? ¿es posible eliminarlo o no es posible?

Lo primero, expresa, “es definir qué se quiere y después hacer propuestas sobre números o las cosas que faltan. Las Fuerzas Armadas, Ejército y Marina son instituciones de Estado no de gobierno. No son instituciones para que un gobierno las manipule a su antojo, están para defender a un Estado, el cual está por encima del gobierno. México es más importante que el gobierno mismo y están para defender que el Estado pueda permanecer en el largo plazo”.

El nuevo gobierno lopezobradorista “tiene que entender que las Fuerzas Armadas deben estar, permanecer, fortalecerse, crecer, por supuesto que hay temas que no gustan, hay que cambiarlos, pero en esencia son nuestras instituciones de Estado que deben permanecer así”.

“Cada gobierno hace lo que quiere con el tema de seguridad, ¡basta! es necesaria una lógica de Estado en materia de seguridad, no lógicas de gobierno de seis años, lógicas de más largo plazo. Ojalá el nuevo Presidente piense en términos del Estado mexicano, no solo de su gobierno”.

Carlos Barrachina

Los jóvenes serán carne de cañón: Carlos Barrachina

A menos de dos meses de que entre en función el nuevo gobierno lopezobradorista, el escenario en materia de seguridad es confuso. Es muy contradictorio todo, son ocurrencias, pero con continuidad.

Con la propuesta de reclutarán 50 mil jóvenes para el Ejército, la Marina y la Policía Federal, lo que dice Andrés Manuel López Obrador es que mantendrá la militarización de la seguridad pública. Con un toque ingenuo o populista, no sé como definirlo, vende la imagen de que estos jóvenes pueden cambiar la forma de actuar de las Fuerzas de Seguridad, explica Carlos Barrachina Lisón, experto en fuerzas armadas y seguridad pública.

Esto, para el profesor de la Universidad Anáhuac, resulta absurdo, “porque en estas instituciones los puestos son jerárquicos, a estos jóvenes los colocarán en la escala más baja. Un cambio en serio implicaría la unificación de las secretarías, tener un ministro de defensa civil, esto con respeto a los profesionales, pero también con claridad de que el gobierno quiere dirigir la seguridad y la defensa del país, eso no lo veo”.

Jóvenes, ¿la solución?

En su opinión, “la incorporación de 50 mil jóvenes a la seguridad pública, no es la solución a los problemas de inseguridad que tiene México. Aunque si a estos jóvenes se les incorpora y capacitara, sin simulación, cumpliendo lo que se les prometió desde 2006, lo que está prometiendo ahora Andrés Manuel no es nuevo, sí habría una posibilidad de cambio”.

“No sé si Andrés Manuel tiene la fórmula mágica, ¡ojalá la tenga! porque el diagnóstico es muy preciso sobre los problemas de la organización y el funcionamiento de la seguridad pública en México, desde 2006 o antes incluso”, agrega Barrachina.

Explica que “no se puede improvisar de la noche a la mañana, se necesita crear un modelo que funcione, no es solo poner gente joven que limpie las venas de la institución, que por su preferencia y juventud acabe con la corrupción”.

Barrachina dice que “con voluntad política hay que trasformar estas instituciones, sino estaremos en lo mismo, traer jóvenes que entrarán en la escala más baja de la toma de decisiones, lo cual no provoca ningún cambio. Al contrario, se está militarizando más la situación, no se busca soluciones policiales, se incorporarán más elementos en el Ejército, en la Marina, instancias que reciben incorporaciones importantes, así como se les ha doblado el presupuesto en los últimos años. A ellos no les gusta señalar esto, pero es la realidad, desde el 2008 al 2015”.

Sin voluntad de cambio

El académico apunta que estos jóvenes “entran en una institución que es muy jerárquica, que está muy hecha, en la que no tendrán posibilidad de poder decir nada y la capacitación será mala”.

Enfatiza que “servirán de carne de cañón, porque Andrés Manuel no tiene la voluntad de cambiar la política de seguridad del país, si la tuviera no sería necesario este tipo de enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas y él, buscaría otro tipo de estrategias. Si no hay una idea clara de cómo se manejarán las cosas, lo más probable es que se dejen llevar por la inercia”.

Afirma que si Andrés Manuel quiere construir sus propias fuerzas de seguridad, “tendrá que cambiar los mandos, creando un ministro de defensa civil que arme un equipo que trabaje con los militares, condicionar desde arriba el cambio. Pero si pone por abajo a estos jóvenes que además forman parte de la sociedad, no conseguirá tener ningún tipo de influencia, porque estarán sometidos a una cadena de mando muy estricta”.

Agrega que “si se quiere cambiar las cosas, se tiene que cambiar las estructuras desde arriba, pero no se atreverá, porque si cuenta con el Ejército y con la Marina tendría que seguir con un modelo policial militarizado, que el Ejército no desaparezca de las calles y lo tendrá que cuidar a pesar de que le disguste, no quedará de otra que cooperar con ellos o establecer una secretaría diferente, pero no lo hará”.