A la mitad del camino de su gestión, el gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, sabe que desde el primer día que asumió y entendió que esta, su más reciente encomienda política, permanentemente iba a estar sentado prácticamente en un polvorín. Y es que no se puede tapar el sol con un dedo, pues esta entidad además de representar uno de los estados mexicanos con un mayor índice de rezagos históricos de distinta índole (quizá junto con Chiapas, Michoacán y Oaxaca), a fechas recientes también habría que agregarle el terrible flagelo social del narcotráfico, fenómeno que lastimosamente viene aparejado con mucha violencia, mucha inseguridad, muchos secuestros y muchas muertes…
Sin embargo, Astudillo Flores, con todo y el panorama adverso que enfrenta a diario por este contexto, ha sabido definir sinergias con los distintos actores involucrados en el acontecer guerrerense y poco a poco el estado ha empezado a definir algunas certezas que de mucho servirán para el futuro inmediato. Por eso, tras escuchar el mensaje que ofreció con motivo de su Tercer Informe de Gobierno, se agradece que no buscó recargarse en la retórica y mejor prefirió dirigirse a los guerrerenses con enunciados tangibles, acciones concretas y realidades que si bien todavía están lejos de ser consideradas óptimas, cuando menos ya muestran una inercia positiva, algo que nunca se vio durante las administraciones de Zeferino Torreblanca Galindo y Ángel Aguirre Rivero.
Los cimientos para una recuperación verdadera y no cosmética ya están ahí, indudablemente. Por eso hay que reconocer los esfuerzos a favor de los derechos humanos de todos los guerrerenses y muy en particular para los periodistas, que hoy son un sector extremadamente vulnerable no solo en Guerrero, sino en todo el país, por lo que vale la pena destacar la instauración del Mecanismo de Protección Federal, que ya está siendo replicado en otras entidades del país.
Asimismo, otro logro acreditado a la administración astudillista es el accionar de la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas, que en este último año impartió 7 mil 500 asesorías, brindó 460 atenciones psicológicas y brindó casi un millar de gestiones en materia de trabajo social. Y en este contexto, ciertamente hay que aplaudir que de 2016 a 2018 en Guerrero las recomendaciones de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) disminuyeron 40 por ciento.
Otro aspecto importante en el que el gobierno de Héctor Astudillo ha atisbado positivamente es en el relacionado a las reformas a la Ley de Reconocimientos, Derechos y Cultura de los Pueblos y Comunidades Indígenas, pues a través de estas las mujeres y las niñas ya no son víctimas de matrimonios por acuerdos económicos y, al mismo tiempo, también se les ha podido garantizar una mayor información y acceso a la salud reproductiva; y también se ha ampliado el ejercicio de los derechos sociales, económicos, ambientales y territoriales de las comunidades afromexicanas guerrerenses, que a través de distintos mecanismos se están beneficiando con la percepción directa de hasta 70 por ciento de los derechos de explotación racional de los recursos naturales de sus comunidades, los cuales destinan a la obra pública que ellas mismas determinan.
Punto y aparte merece la atención que se le está dando a los guerrerenses repatriados de Estados Unidos por medio del Programa Guerrero Contigo, que convierta a esta entidad en la única de todo el país que cuenta con una normatividad que atiende a este sector de la población y cuyos resultados están a la vista de todos: han entregado de manera gratuita 1,400 certificados de inscripción de doble nacionalidad a paisanos migrantes, entre otras acciones.
Empero, los rezagos todavía permanecen en varios sectores de la entidad y son a distintos niveles. Sin embargo, hay lugares y hay actividades que ya empiezan a experimentar un cambio. Lo importante es que Astudillo Flores ya hizo lo que muchos de sus antecesores se negaron a hacer: Creer que las cosas en Guerrero verdaderamente pueden cambiar.
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