Indonesia está de luto. Un terremoto de 7.5 grados Richter dejó al menos mil 203 personas muertas en la ciudad de Palu, al oeste de la isla Célebes, en el archipiélago indonés. Las autoridades ya se vieron abrumadas por los trabajos de rescate al grado que pidieron la ayuda internacional con urgencia para atender a más de cien mil afectados por el sismo y el tsunami que ocasionó, el cual prácticamente barrió la localidad causando más de 48 mil desplazados.

El presidente indonés, Joko Widodo, realizó una visita a la zona de desastres donde pidió a su población que se solidaricen con sus hermanos y que se realice una gran cruzada de apoyo. “Les pido (…) que se preparen para trabajar día y noche y proceder a la evacuación”, dijo ante las tropas desplegadas en la zona para apoyar en la búsqueda de supervivientes.

El terremoto de magnitud 7,5 que sacudió la isla de Célebes, justo antes de las 11:00 GMT del viernes, y la posterior ola de 1,5 metros que rompió contra la costa dejaron en Palu coches destrozados, edificios en ruinas, árboles arrancados y postes eléctricos caídos.

La Jefatura de la Policía Nacional advirtió que la situación es alarmante y que se espera que conforme se realicen los trabajos de limpieza, también aumente la cifra de muertos. Señaló que los equipos de búsqueda y rescate se han visto obstaculizados por gran cantidad de escombros y que les impide llegar a comunidades más remotas.

Las autoridades han reportado también que hay al menos 90 desaparecidos, 632 heridos y que “cientos de víctimas” enterradas en el área de Petobo; la más afectada de Palu.

Por su parte, el director del programa de Save The Children, Tom Howells, hizo un llamado a las organizaciones de ayuda y las autoridades locales que se esfuerzan por alcanzar varias comunidades alrededor de Donggala, donde se prevé que habrá grandes daños materiales y posibles pérdidas de vidas humanas a gran escala.

El cuadro es tremendamente trágico: los hospitales están abarrotados de heridos y lesionados, muchos de los cuales han tenido que ser atendidos al aire libre. Hay desabasto de medicinas, material de primeros auxilios y, por supuesto, de personal capacitado para atender a las víctimas.

Pese a que los aviones han comenzado a llegar de diversos países que se han solidarizado con Palu, estos no han podido descargar ni mucho menos distribuir adecuadamente la ayuda y los alimentos que llegan a un saturado aeropuerto local; construido pensando más en el turismo que en las necesidades de la población.

El tiempo apremia y las instituciones médicas ya se vieron rebasadas en cuanto al tratamiento de los cadáveres, los cuales tendrán que ser enterrados en fosas comunes ante la imposibilidad de darles una correcta sepultura y la urgencia de evitar infecciones que compliquen aún más la tragedia.

El portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB), Sutopo Purwo Nugroho, señaló que las fosas se abrirán en las afueras de Palu y se dará la preferencia a los cuerpos que han sido identificados.

La Organización de las Naciones Unidas estima en 191 mil, el número de personas que requieren ayuda humanitaria urgente.