La inseguridad y los feminicidios van de la mano. Son dos calamidades que recorren el país dejando a su paso un sendero de muerte, convirtiendo el territorio nacional en un páramo de fosas clandestinas, desaparecidos, asesinatos, secuestros y asaltos. “No vale nada la vida, la vida no vale nada” dice uno de los versos de José Alfredo Jiménez, que miles de veces al día y de la noche se grita en la Plaza Garibaldi, precisamente donde hace unos meses un grupo de sicarios, disfrazados de mariachis, ejecutaron a varias personas evidenciando, como si hiciera falta, que la Ciudad de México se ha convertido en una plaza más que los carteles se disputan, con el único lenguaje que conocen: la violencia.

Dicen que el deterioro no tiene límite, es verdad. El año pasado fue el más inseguro de entre los años en que se ha medido la inseguridad, 2018 apunta ser peor. Para documentar esta situación, basta conocer los recientes datos de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del mes de septiembre elaborada por el INEGI. Este estudio da cuenta de que 74.9 por ciento de la población mayor de dieciocho años y más considera que vivir en su ciudad es inseguro. Las ciudades en que se percibe mayor inseguridad son: Ecatepec de Morelos, en el Estado de México; Villahermosa, Tabasco; Reynosa, Tamaulipas; Cancún, Quintana Roo; Fresnillo, Zacatecas; y Tapachula, Chiapas.

Esta percepción de inseguridad se explica por diversos factores como son: la atestiguación de conductas delictivas o antisociales. El temor a los delitos incide en el cambio de hábitos y rutinas y sobre la percepción que la población tiene de la policía. Esta situación se confirma cuando se compara con otros datos relacionados con el ejercicio gubernamental. INEGI reporta en su encuesta de desempeño gubernamental que 66.8 por ciento considera la delincuencia (robos, extorsiones, secuestros, fraudes, etc.) como uno de los aspectos más problemáticos de su ciudad.

Hace unos días, en las redes sociales se difundieron varios videos grabados por estudiantes de preparatoria mientras se desarrollaba una balacera, en Reynosa, Tamaulipas, en donde los enfrentamientos con armas de alto poder son cosa de todos los días. Resulta terrible ver a los jóvenes tirados en los pisos de sus aulas, pero más terrible resulta ver cómo la violencia para ellos comienza a integrarse en la vida cotidiana o cómo explicar que una joven de quince años elija bailar un “narcovals”.

En este contexto de inseguridad y de violencia, los feminicidios han ido en aumento. Tanto que la Organización de la Naciones Unidas ha pedido a México tipificar este delito en todo el país. En la primera mitad de este año, se registraron más de 400 homicidios de mujeres relacionadas con su género. En la actualidad, las entidades federales que no lo tienen tipificado son: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Michoacán, Nayarit, Puebla, Quintana Roo, Tabasco, Tlaxcala y Yucatán. También resulta indispensable revisar los protocolos de la alerta de género para revisar su efectividad, porque en ciudades como Ecatepec, en donde existe esta alerta desde hace tiempo, los feminicidios y la violencia continúan.

Esta situación debe terminar. Se trata de un tema sustancial que el nuevo gobierno deberá hacer frente de manera integral.

@MBarbosaMX