Vicente Ramos González

La violencia y la inseguridad en México debilitan a las estructuras institucionales y, sobre todo, vulneran los estándares de vida óptima de la población. Asimismo, resquebrajan la actividad económica ante el temor de los inversionistas nacionales e internacionales de abrir empresas o negocios en un territorio donde no existen las garantías suficientes para impedir la actividad de la delincuencia organizada. A la violencia no escapa ningún sector de la población. Lo mismo niños que jóvenes, adultos y personas de la tercera edad, en mayor o menor medida, son blanco de grupos delincuenciales. Sin embargo, es en las mujeres en donde se ha vuelto más implacable el peso de este flagelo que crece exponencialmente ante la impávida postura de las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó recientemente, al dar a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del tercer trimestre de 2018, que tres de cuatro personas de 18 años o más, residentes en 65 de las principales ciudades de México consideraron que vivir en su ciudad es inseguro. Asimismo indicó que las mujeres se sienten más inseguras en su entorno, en niveles de un 79 por ciento, mientras que los hombres lo están en un 69.2 por ciento.

En un muy detallado informe, Inegi establece que las ciudades consideradas más inseguras son Ecatepec, en el Estado de México, con una tasa del 93.6 por ciento; Villahermosa, Tabasco, 94.5 por ciento; Reynosa, Tamaulipas, 94.3 por ciento; Cancún, Quintana Roo, 92.8 por ciento; Fresnillo, Zacatecas, 90.8 por ciento y Tapachula, Chiapas, con 90.4 por ciento.

Aunque también existen ciudades con menor percepción de inseguridad entre sus habitantes, como son San Pedro Garza García y San Nicolás de los Garza, ambas en Nuevo León, con tasas de 21.6 y 34.2 por ciento respectivamente; Mérida, Yucatán, 38.1 por ciento; Saltillo, Coahuila, 39.1 por ciento; Durango, Durango, con 40 por ciento y Puerto Vallarta, Jalisco, con 41.4 por ciento. Pero estos registros siguen siendo muy altos en los índices internacionales.

Cabe señalar que en lo eferente a la percepción de inseguridad en espacios físicos específicos, en septiembre pasado cerca del 82 por ciento de la población indicó sentirse insegura en los cajeros automáticos localizados en vía pública, seguido del transporte público, utilización de bancos y en las calles que habitualmente transitan. Y tal vez lo más lamentable que da a conocer esta encuesta es que un 33.2 por ciento de la población considera que la situación de la delincuencia empeorará en los próximos 12 meses y el 25.1 por ciento opina que se agravará.

Ahora bien, si de hecho este panorama que da a conocer Inegi es desolador, lo es más saber que es en el sector de las mujeres, como dijimos en un principio, en donde la violencia e inseguridad se ha vuelto una pesadilla y una práctica cotidiana que cobra cada vez más vidas. Mientras el gobierno saliente prácticamente abandonó el tema, y el entrante se pierde en discusiones muchas veces sin sentido, el apocalipsis de la violencia sienta sus reales en el ámbito femenil.

Tan sólo en el Estado de México, entre 2012 y agosto de 2018 se reportaron 12 mil 21 mujeres desaparecidas en siete municipios. Estas cifras espeluznantes corresponden a datos tanto de la Procuraduría General de la República como de la Fiscalía General de Justicia del Estado de México. Según esta última, de 2014 a 2018 se abrieron carpetas de investigación principalmente por los delitos de abuso sexual, feminicidio, homicidio doloso, hostigamiento, acoso sexual, lesiones dolosas, obligaciones alimentarias, sustracción de hijos, violación y violencia familiar.

En ese lapso de tiempo se reportó que 126 mil 108 mujeres fueron víctimas de 121 mil 685 delitos. Cerca de 71 mil 734 denuncias fueron por lesiones dolosas, y por violencia familiar se levantaron 20 mil 409 demandas.

Y como en el caso de la percepción de inseguridad entre la ciudadanía de las zonas urbanas que dio a conocer Inegi, Ecatepec vuelve a tener el primer lugar en el Estado de México como el municipio más peligrosos para las mujeres, donde el feminicidio ha cobrado más vidas de mujeres sin que hasta el momento se haya encontrado una solución para la protección de niñas, adolescentes y mujeres adultas.

Ya no podemos dejar que este flagelo de violencia e inseguridad contra las mujeres siga ganando espacio. Ahora, por desgracia es en el Estado de México donde se recrudece la problemática, pero ello no significa que se empiece a esparcir en todo el territorio. No importa lo que se tenga qué hacer, pero es urgente empezar. Como sociedad, nos debe conmover este fenómeno y comprometernos, desde nuestro ámbito de acción, por ayudar a encontrar, junto con autoridades, la salida a este periodo indeseable.

Periodista y editor