Alea iacta est. Julio César

A cinco semanas de que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador se convierta en presidente constitucional, ha empezado ya a definir lo que don Daniel Cosío Villegas calificó como el estilo personal de gobernar.

Su actitud ante las críticas por eventuales consecuencias que tendría la cancelación de la obra del nuevo aeropuerto en Texcoco, según las declaraciones de muchos personajes de la iniciativa privada, nacional y extranjera, tiene el propósito de dejar claro que no aceptará presiones, como las que han debido soportar otros presidentes.

El argumento de su primer círculo es que ninguno de sus antecesores tuvo la legitimidad que dan 30 millones de votos que, como se dijo en este espacio la pasada semana, votaron para restituirle a la Presidencia de la República el poder que durante décadas le atribuyeron las leyendas de politólogos y el imaginario popular.

La reacción a la andanada de críticas de la semana demuestra que, a diferencia del presidente Peña Nieto, el presidente electo no dejará sin respuesta ninguna crítica que considere que afecte su proyecto de gobierno.

Eso se verá dentro de cinco semanas, cuando al asumir la Presidencia deba atender y enfrentar todos los problemas, dificultades, conflictos nacionales y extranjeros, y todos los reclamos deberá enfrentarlos con una reorganizada estructura del gobierno federal, reorganizada para ajustarse a su visión personal de cómo debe gobernarse.

Por ahora, aunque sus respuestas han sido firmes, como las dadas a las predicciones de las consecuencias de cancelar el aeropuerto de Texcoco, también dejó claro que, a diferencia del presidente Peña Nieto, él no dejará sin respuesta ninguna crítica a sus decisiones.

Muchos de los miembros de la cofradía “Peña no sabe nadar” parecen no haberse dado cuenta de que ya no debatirán con algunos voceros menores, y que las ligerezas de juicios sobre el próximo gobierno serán siempre respondidas por los personajes más poderosos del régimen, cuando no por el presidente mismo. Nadie se irá a dormir sin escuchar esas respuestas cotidianas.

Esta semana que pasó, con sus declaraciones, el presidente electo parafraseó a Julio César con su histórica frase: ”la suerte está echada”. Nada será igual.

jfonseca@cafepolitico.com