El 8 de octubre el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó su más reciente informe. Como era de esperarse, los resultados que anuncia son muy malos. Entre las ideas que señala, es que con el actual ritmo de emisiones de CO2 alcanzaremos un incremento de la temperatura media del planeta de 1.5°C entre 2030 y 2052. En consecuencia, la comunidad científica mundial exige que se realicen cambios rápidos y profundos a escala global. El informe del IPCC añade que incluso no superando el nivel 1.5°C de incremento de la temperatura global, las pérdidas de biodiversidad, el estrés hídrico, los fenómenos meteorológicos extremos y el incremento del nivel del mar seguirán en aumento debido a las emisiones acumuladas durante las pasadas décadas. Cabe referir que de incrementarse la temperatura en 2°C las consecuencias serían catastróficas en todo el planeta.

Para ubicar en su adecuado contexto el reciente mensaje del IPCC, cabe precisar que en el Acuerdo de París de diciembre de 2015, 195 países se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para mantener la temperatura mundial por debajo de los 2°C y continuar los esfuerzos para limitarlo a 1.5°C con respecto a los niveles preindustriales. Estas emisiones de GEI han aumentado considerablemente desde la era preindustrial pero se aceleraron a partir de 1950 y su concentración actual en la atmósfera es la más elevada en los últimos 800 mil años.

Nos referimos, desde luego, al tema del calentamiento global que es el aumento de la temperatura del planeta en el largo plazo, de origen antropocéntrico. Esto es, nos referimos al peligro que corre la humanidad por la destrucción del planeta causada por la acción humana depredadora. La NASA, la Agencia Aeroespacial de los Estados Unidos, refiere que estos cambios ambientales en el planeta provocan el derretimiento de los glaciares, aumento del nivel del mar, calentamiento y acidificación de los océanos, así como eventos hidrometeorológicos extremos, entre otros fenómenos con consecuencias devastadoras para la vida humana.

La comunidad científica plantea diferentes escenarios en los que la temperatura media del planeta podría aumentar entre 1.4°C y 5.5°C en los próximos cien años. Como se refirió, se considera que con un incremento de 2°C la afectación de muchos procesos hidrometeorológicos, acuáticos, marinos y ecológicos podrían ser irreversibles.

El Acuerdo de París es legalmente vinculante pero las metas de reducción de emisiones y los planes de cada país para alcanzarlas son establecidos de forma voluntaria.

Estados Unidos es el segundo país con mayor nivel de emisiones de GEI. Sin embargo, el presidente Donald Trump anunció el 1 de junio de 2017 la salida de su país del Acuerdo de París, lo cual, si bien no será posible hasta noviembre de 2020, contribuye a minar el cumplimiento de los objetivos establecidos por el propio Acuerdo.

La decisión de Trump no es un simple problema de ignorancia, como es el caso de algunos de sus seguidores, sino de la defensa de intereses corporativos que consideran que elevar costos a la industria estadounidense le resta competitividad global. Sobre eso se han estado elaborando posicionamientos intelectualmente absurdos pero económicamente rentables en el sentido de que no hay que tomar medidas de mitigación, que son las acciones que tienen por objeto reducir la concentración de GEI en la atmósfera, mediante la reducción de las fuentes de estos gases y aumentar su captura, en repositorios naturales (océanos, bosques, suelos), sino limitarse a tomar medidas de adaptación que son acciones enfocadas a reducir la vulnerabilidad frente a los impactos del cambio climático. Esta postura es intelectualmente insostenible por incompleta y éticamente muy deshonesta, pero permea mucho en los círculos políticos y empresariales internacionales en la actualidad.

México es altamente vulnerable a los efectos del cambio climático. Nuestro país tiene 1,385 municipios vulnerables a este fenómeno y 319 de estos municipios tienen un mayor grado de riesgo. Es necesario que al formular el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 este tema sea analizado en forma transversal a todas las políticas públicas. De igual forma, es imperativo cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible contenidos en la Agenda 2030 de Naciones Unidas, en particular con las metas ambientales.

Pero sobre todo, es imperativo luchar por que los políticos en México y a escala global piensen con visión de largo plazo y no solo de cara al momento electoral.

Por último, aprovecho este espacio para felicitar a Sandrine Dixson-Declève de la Universidad de Cambridge y a Mamphela Ramphele, médica, antropóloga y promotora de los derechos humanos, de Sudáfrica, por su designación como copresidentas del Club de Roma. Sustituyen a dos muy distinguidos académicos, Ernst von Weizsäcker de Alemania y Anders Wijkman de Suecia. Es la primera vez que la presidencia del Club de Roma está a cargo de mujeres. Felicidades.