Cómo los conocí

 

Por Agustín Lara*

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]A[/su_dropcap]l hablar de este señor, hay que decir: Don Fernando… Por su categoría de caballero y de actor, por su talento histriónico y por sus grandes cualidades humanas… Cualquier hombre con cinco centavos de sensibilidad, podría sentirse orgulloso de ser amigo de Fernando Soler… Yo, con este sentimiento a flor de piel, puedo decir sin eufemismos, que uno de mis mayores timbres de gloria, es haberlo conocido, y considerarme su fraternal amigo.

En la ruta de nuestros recuerdos, vibra, con fuera de presencia, el “Pajarito Medrano”, periodista de mucha clase, bohemio empedernido, que fue realmente el “trait d´unión”, quiero decir, la “liga” entre Fernando y yo… ¡Al decir FUE, refiriéndome al Pájaro Medrano, lo he dicho con la mayor tristeza, con el recuerdo más bonito, ya que él debe ocupar un lugar cerca de Dios!

Pues bien: Fernando hacía una temporada exitosa en España. Los periódicos decían y decían de sus triunfos; en México, era tema obligado de conversaciones entre gente del medio… Yo comenzaba a hacer mis primeras armas en el Lírico con la Revista “Cachitos de México”. Al terminar la función formábamos la tertulia en “Los Monotes”, y una noche el Pajarito anunció que Fernando regresaba de la Madre Patria…

Bueno, él llegó, pero, claro, ¡era un personaje!… Más tarde a la salida de los toros, me fui, como de costumbre, al Retiro, y hasta un “reservado” que teníamos como cuartel general de una palomilla inolvidable, se llegó el Pájaro Medrano diciendo: ¡les presento a Fernando Soler!…

¡Fue un bombazo!… corrió el “Macharnudo”, merced a la esplendidez de don Vicente Miranda; la voz de Maruca Pérez , “La Mocosita”, puso una burbuja de llanto en nuestras copas; la guitarra de Guty Cárdenas lloró diciendo: “Yo sé que nunca besaré tu boca”, y Raulito y yo le robamos al piano “NIÑO”, como lo había bautizado el Vate De la Llave, todos sus secretos y todas sus ternuras…  

Fernando estaba feliz, conmovido… ¡Su “don de gentes” tuvo que saltar la barrera de su corazón y nos dijo unas palabras tan lindas, que nos hizo llorar!…

¡Después la Caraba!

Así conocí a Fernando…¡perdón, a Don Fernando Soler!…

*Texto publicado el 18 de abril de 1956 en la revista Siempre! Número 147.