¡Ay, no, Rosario Robles!, el feminismo no te va a defender de las acusaciones de corrupción. De veras, no te equivoques.

En un país como México, donde la violencia de género es abismal, tan grave es, que cada día son asesinadas 9 mujeres en promedio, según cifras oficiales.

Donde el acoso y abuso sexual en contra de las mujeres está presente en casi todas las esferas de la sociedad, el hogar, las oficinas, los centros escolares y universitarios, el transporte público…

Donde continúa prevaleciendo una de las mayores brechas de empleo por género. Además de que, entre las mujeres que trabajan, muchas tienen trabajos informales con poca protección social, alta inseguridad y bajos salarios.

Donde los estereotipos aún limitan las opciones de mujeres y niñas, y las mexicanas se ocupan, sin remuneración alguna, de más de tres cuartas partes de los quehaceres domésticos y del cuidado de los niños.

Es casi una burla querer librarte de tus responsabilidades en la posible comisión de varios delitos, argumentando que eres una mujer y que por ello se te acusa.

No, señora, no es asunto de género, es asunto de valores, de ética, de honestidad, de verdadera vocación de servicio, de la cual con este tipo de respuestas tal parece que usted carece.

El martes pasado durante su comparecencia ante los legisladores en San Lázaro, Rosario Robles acusó violencia política de género por la estafa maestra, investigación realizada por Animal Político y Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad.

La titular de la Sedatu dijo que aunque la investigación habla de 11 dependencias públicas y ocho universidades, el trabajo se centró en ella y nadie recuerda el nombre de otros funcionarios o rectores.

Si nadie los recuerda, es porque al parecer la gran artífice de la citada estafa fue la todavía funcionaria.

No, Rosario, es no es violencia política de género.

La violencia política contra las mujeres comprende todas aquellas acciones u omisiones de personas, servidoras o servidores públicos que se dirigen a una mujer por ser mujer (en razón de género), tienen un impacto diferenciado en ellas o les afectan desproporcionadamente, con el objeto o resultado de menoscabar o anular sus derechos político electorales, incluyendo el ejercicio del cargo.

En México, actualmente los colectivos feministas salen a la calle a marchar para exigir el freno ante la violencia feminicida, el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, el castigo a los acosadores sexuales. Es decir, miles de mujeres trabajan y se esfuerzan arduamente para defender sus derechos, y luego llega alguien como Rosario Robles queriendo evadir su responsabilidad como servidora pública escudándose en una inexistente violencia de género.

Se trata de una banalización de la lucha feminista para tratar de salvar el pellejo.

En respuesta a Robles, la legisladora de Movimiento Ciudadano Martha Tagle expresó que “del famoso «no te preocupes, Rosario» tenemos que pasar al «no te equivoques, Rosario», pues la condición de género no nos exime de asumir nuestras responsabilidades en el cargo publico y de ser señaladas por actos de corrupción”.

“No te equivoques porque esa red de corrupción de la que formas parte en algún momento va a rendir cuentas, no en una comparecencia como esta, sino cuando estén ante las autoridades y estén en la cárcel”, agregó.

Y a todo esto: ¿no es una verdadera violencia de género todo el detrimento que se causó en contra de las mujeres en situación de pobreza que pudieron resultar afectadas por la estafa maestra?