(Segunda y última parte)

SANTANDER.-En plena época de las “fake news” y del (des)gobierno por medio de tuits, lo único cierto es que lo que a la Humanidad le costó centenares de años para lograr una mejor convivencia entre los pueblos de la Tierra, a un aspirante a dictadorzuelo en Arabia Saudí, heredero al trono, solo le llevó poco más de dos horas deshonrar la esencia del significado de las embajadas y consulados en el concierto de la comunidad internacional.

Históricamente las embajadas han servido, en casos extremos, como santuarios para salvar la vida de críticos de gobiernos dictatoriales. Ahora, todo mundo sabe que en el Consulado General de Arabia Saudí en Estambul, Turquía, un ciudadano saudí —que acudió legalmente a tramitar un documento previa cita—, fue salvajemente asesinado (las evidencias abundan y sólo personajes volubles y mezquinos como el rubio de spray que vive en la Casa Blanca de Washington ha creído lo contrario) por “órdenes superiores”. Propios y extraños señalan al príncipe heredero del trono Mohamed bin Salmán (MBS), como responsable del crimen. Sus valedores tratan de encubrirlo por todos los medios. Tarea imposible. Nadie en sus cabales cree que el periodista martirizado y desmembrado (según muchos medios), Jamal Khashoggi, “murió en una pelea a golpes” con sicarios oficiales. Esa es una de las tantas “explicaciones” que ahora ha presentado el régimen de Riad en menos de 17 días.

Ahora, en vez de santuarios diplomáticos, los consulados sirven como “carnicerías humanas”, algo comparable con los campos de extermino nazi durante la Segunda Guerra Mundial.

De tal suerte, los gobiernos de Londres, París y Berlín, el domingo 21 de octubre, en un comunicado conjunto manifestaron a Riad que había “una necesidad urgente de aclaración” sobre las circunstancias de la “inaceptable” muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi en el consulado de su país en Estambul. “Tomamos nota de la declaración del régimen saudí explicando sus conclusiones preliminares, pero queda por aclarar lo que sucedió exactamente el 2 de octubre en el consulado, más allá de las hipótesis hechas por la investigación saudí, que deben ser comprobadas por los hechos para considerarlas como creíbles…Insistimos en que debe hacerse un esfuerzo a fin de establecer la verdad de una manera completa y transparente, pues es inaceptable amenazar, atacar o matar a periodistas bajo ninguna circunstancia.

En el centro de la disputa está un tema vital: la exportación de armas a Riad, algo que ya se discutía desde antes de la muerte del periodista, por el uso que se les dio en la guerra del Yemen. Sin duda esta presión aumentará por el escandaloso crimen. Por lo mismo, Angela Merkel, que no se asemeja en nada a Trump, declaró: “Respecto a las exportaciones de armas a Arabia Saudí, éstas no pueden tener lugar en las circunstancias actuales”. No obstante, Riad es el segundo mayor cliente de la industria armamentista germana, después de Argelia. Hasta el mes de septiembre del presente año, Alemania había expedido licencias de exportación de armas por valor de 416.4 millones de euros.

Por lo que toca a Estados Unidos de América (EUA), el impulsivo y voluble Donald Trump no termina por decidirse sobre qué versión daría por buena. Como veleta sigue el rumbo de las declaraciones de Riad. Hasta el momento de redactar este reportaje, lo más fuerte que ha dicho el controvertido magnate lo declaró al Washington Post, el periódico donde escribía sus colaboraciones el infortunado Khashoggi: “Obviamente ha habido engaño y mentiras”, aunque en la misma declaración defendía a Arabia Saudí como un “aliado creíble” y que el asesinato de Jamal no se hubiera cometido por órdenes directas del príncipe Salmán, “amigo” de su yerno Jared Kushner, el hombre de sus confianzas. Además, a diferencia de la canciller Merkel, Trump descarta, de antemano, que sea de quien sea la culpabilidad del crimen, eso no debe afectar los contratos multimillonarios de las ventas de armas a Riad. Sin duda, los valores de Berlín no son los de la Casa Blanca.

Después de la “desaparición” el 2 de octubre de Khasoggi, Arabia Saudí finalmente admitió el sábado 20 que el periodista, crítico del régimen saudí y exiliado en Estados Unidos de América, había muerto en el interior del consulado en Estambul, después de una “riña” y de una pelea con miembros de seguridad consular, pero no revelaban donde se encontraba el cuerpo del periodista. Estas absurdas explicaciones no han convencido a la mayoría de países, principalmente europeos, sobre todo porque las autoridades saudís anteriormente habían afirmado que Khashoggi había “salido por su propio pie del consulado”.

El régimen turco, por su parte, dio otra versión, asegurando que Jamal habría sido torturado y asesinado por un equipo de 15 agentes saudís llegados especialmente de Riad. Según los medios de comunicación de Turquía, el cuerpo de la víctima había sido desmembrado. El presidente Recep Tayyip Erdogan, aseguró, por su parte, que el martes 23 de octubre presentaría información completa de estos hechos.

El ministro de Exteriores de Arabia Saudí, Adel al Jubeir, indicó el domingo 21 que no sabía cómo había muerto Khashoggi ni donde se encontraba su cuerpo. Asimismo, agregó que este asunto era “un tremendo error” del que el príncipe Ben Salman “no estaba al corriente”. Y aseguró que el rey Salmán bin Abdulaziz, el Guardián De los Santos Lugares, estaba determinado a que los responsables fueran castigados. En una presentación televisada, Jebeir abundó en el tema pero no “explicó” ni proporcionó mayores detalles, tampoco informó donde se encontraba el cadáver. Eso sí, aseveró que los implicados intentaron ocultar al Gobierno el fallecimiento del crítico periodista, “ni los altos mandos de nuestro servicio de inteligencia estaban al corriente de esto” y, lo que es menos creíble es asegurar que los involucrados “no estaban vinculados de cerca” al príncipe Mohammed bin Salmán.

En tanto el crimen se dilucida, lo que no es seguro pues los intereses en juego superan todo lo imaginable —el futuro del trono saudí no tiene precio y su permanencia va más allá del respeto a los Derechos Humanos en tanto continúe comprando armas por miles y miles de millones de dólares y continúe produciendo petróleo—, algunos medios europeos continúan “recordando” que “el asesinato de un periodista, por desgracia, no es ninguna noticia…sólo en México, en lo que va del año ya han matado a diez periodistas, por el terrible delito de intentar contar la verdad”.

Lo que no invalida que un colaborador del periódico madrileño ABC, Luis Del Val, escriba en la edición del domingo 21 de octubre: “El brutal asesinato de Khashoggi…traspasa los límites de la insolencia más brutal y convierte la orden de asesinato, más que en una crueldad, en una inmensa estupidez, cuyas consecuencias van a ser infinitamente más graves que el pobre beneficio de silenciar una voz por el tradicional procedimiento de quitarle la vida. Nunca el más agresivo de los artículos de Khashoggi, publicado en The Washington Post, pudo tener la fuerza de su muerte, que ha convertido las puertas de una embajada en las puertas del horror”.

Como corolario de este indignante asesinato, y salvadas las excepciones, se llega a la conclusión de que la diplomacia no atiende a hechos, atiende a intereses. Todo empieza y termina alrededor de ellos. Lo demás es farsa, cinismo y violencia. A nadie debe sorprender que desde la década de 1950, Riad constituye, en realidad, la principal fuente ideológica, financiera y política de difusión del integrísimo totalitario. La monarquía absolutista saudí es la que financia las escuelas, los profesores, las mezquitas fundamentalistas para difundir el odio contra Occidente y sus valores.

Sin embargo, la reacción “occidental” en contra de tan aberrante crimen no durará. Algunos gobiernos interesados —sobre todo por cuestiones económicas—, dedicarán algunas quejas diplomáticas durante un tiempo, semanas quizás, no más. Ya sucederá algo que llame la atención de los medios. Y, al fin, la razón de Estado se impondrá, el apoyo cómplice del propio mundo occidental también y el silencio volverá a cubrir la sangre de otro periodista —que no era mexicano—, que defendía la libertad de expresión porque, como dice en su último artículo “es lo que más necesita el mundo árabe”. Mientras tanto, el “fuego de la barbarie seguirá ardiendo desde Arabia Saudí”. Eso es la verdad. VALE.

Cabe destacar que al momento de la entrega de este material el medio Sky News informó que el cuerpo del periodista saudí Jamal Khashoggi fue encontrado en el jardín del cónsul saudí en Estambul.

Por su parte la cadena CNN Turk informó en su momento que el equipo de investigadores halló dos maletas y posesiones que presuntamente pertenecen al periodista Khashoggi durante la búsqueda de un automóvil del consulado saudí en Estambul.

Entre las informaciones que circularon en días anteriores, Donald Trump reconoce que el príncipe heredero saudí podría estar implicado en el asesinato de Khashoggi.

-El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan asegura que el “salvaje” asesinato de Khashoggi fue planificado.

En una pantalla de Skype, se vio a Saud al Qahtani, muy cercano al príncipe heredero Mohamed bin Salman y una de las personas más poderosas del reino.

El príncipe heredero saudí dio sus condolencias al hijo del periodista asesinado y califica la muerte de Khashoggi de “crimen atroz”.

(Con información de abc.es)