Ricardo Muñoz Munguía

Atmósferas que recorren México, en aquel año que ha dejado una marca indeleble: 1968. De ello se trata la muestra actual: La traza del 68. Una poética, en el Museo de la Ciudad de México. La exposición se centra en dos aspectos que permiten acercarse a aquellos tiempos, no sólo son las gráficas distribuidas a lo largo de las salas sino, por igual, la ambientación del clima que envolvía a octubre teñido de rojo por la sangre en Tlatelolco y por la flama de las olimpiadas. El Movimiento Estudiantil y los Juegos Olímpicos del 68 también muestra voces literarias, documentas y, claro, piezas de diseño (urbano, arquitectónico y mobiliario).

La propuesta del curador Luis Rodríguez, se enlista por parte del Museo de la Ciudad de México, parte de la poesía para abordar desde un enfoque emocional y simbólico los acontecimientos; además, recrea atmósferas políticas de las brigadas, las ambientaciones e instalaciones como las oficinas del Comité Olímpico, escuelas en huelga y la habitación de un estudiante, y caminos y espacios transitados como Tlatelolco, Zona Rosa, Paseo de la Reforma e Insurgentes. Por supuesto, sitios donde el temor y desesperación corrían para no detenerse, para no olvidar.

Para Eduardo Vázquez Martín, Secretario de Cultura de la CDMX, enfatiza sobre el marco de esta muestra, en la que se quiso “abordar la gran revolución cultural, política y cívica del 68 que sobrevivió a la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre”.

Sin duda, La traza del 68. Una poética (hasta el 10 de febrero de 2019), es una verdadera oportunidad, sobre todo para quienes no vivimos, o sobrevivimos, aquel terrible 68, podamos tener un acercamiento, principalmente para los jóvenes, quienes están más cerca del olvido de un México que no debe repetirse jamás.