Personajes en mi vida

Por Agustín Lara*

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]L[/su_dropcap]o conocí aquí en “W”, en esta misma “W”, que ha sido un semillero de artistas…

Era muy joven; tenía una hermosa voz, pero su misma rebeldía gritaba en su interior buscando caminos de Gloria… Se marchó a Nueva York con ramón Armengod, y allá volví a encontrarlo cuando, de paso para Francia, yo hice una serie de programas en la N. B. C.

Al volver a México, Jorge había hecho ya su primera película, con el éxito que todos conocemos, y su nombre y su fama cobraban una fuerte estructura dentro de la VERDAD mexicana. Su posición como dirigente de la A. N. D. A., por los grandes problemas que debía resolver, por las mismas escabrosidades del puesto, le fue creando poco a poco una doble personalidad que había de ser, al fin, causa determinante de su viaje al cielo…

No puedo pasar por alto algunos detalles que tienen vibración y relieve. Cosas que tal vez interesen, por ser pintorescas y bonitas, y buenas. Una vez le escuché la Romanza de Toreador de Carmen, y no pude contener mi entusiasmo. Le rogué al Vate López Méndez que me hiciera una cita con él, y le pedí un retrato que conservo con esta dedicatoria textual: “Para Agustín Lara, cuya amistad debe ser un timbre de gloria para todo buen mexicano. Firmado: Jorge Negrete”. Yo, entonces, quise ofrecerle algo que pudiera equilibrar su actitud, corresponder su gentileza, y le supliqué aceptara una canción mía de tipo español que se llamó “El Cortijo”… “Crecen cuatro retamas en mi cortijo y arde una lamparita en mi Crucifijo… Cuando llega la noche la cortijera, canta de sus amores la petenera”… y la cantó, la cantó como él solamente sabía cantar. Manuel Esperón hizo un arreglo primoroso, y yo guardo el disco, celosamente, con las cosas que tienen un valor superior al tiempo y a la vida. Y se cayeron las hojas de los árboles, y las hojas del calendario y pasaron fechas y cosas, y todo lo que el destino tiene marcado en la ruta de los hombres… Negrete estaba enfermo. Un día llegó Crox Alvarado a mi camerino del Lírico y le pedí que en propia mano le entregara a Jorge estos renglones: “En la difícil situación que atraviesas, sólo hay una palabra: ¡Adelante!”… ¡Tal vez el que fue sencillamente todo un hombre, recogió mis palabras para seguir su ruta de luceros!

*Texto publicado el 2 de mayo de 1956, en la revista Siempre! Número 149