Todo parece indicar que viene de regreso un régimen contra el cual se combatió, desde hace décadas la oposición denunció las facultades metaconstitucionales de las que hacía uso el presidente en turno; la dictadura sexenal impuesta por las reglas del partido de Estado, y las competencias antidemocráticas de un sistema autoritario.

Lo ocurrido en los últimos meses no tiene precedente alguno, es evidente la transformación del régimen, se acabaron los contrapesos y los equilibrios esenciales en un sistema democrático, lo que cuenta son las decisiones del presidente entrante, las que por cierto no son susceptibles de contradecirlas, solamente de obedecerlas.

Tan es así, que lo vimos con las consultas a modo para tratar de justificar resoluciones ya tomadas, algunas de ellas que rayan en lo absurdo. El prolongado proceso de transición, las dificultades económicas en que se encuentran inmersos millones de mexicanos y el descontento político han sido factores clave para abrir las puertas al autoritarismo.

No hay sorpresas, pues cuando la oposición está ausente la tendencia a concentrar, y conservar el poder es prácticamente inevitable, y en ese aspecto López Obrador no ha perdido tiempo, desde el día dos de julio comenzó a gobernar sin sombra alguna.

En realidad no alcanzábamos a comprender el significado de la cuarta transformación, ahora el panorama comienza a aclararse, consiste en destruir todo aquello que estorbe para crear a su manera un sistema de controles con visión de largo plazo. Lo prudente sería realizar acciones correctivas en aquellos rubros que requieren revisión y ajustes, sin embargo, lo que se observa es la eliminación y no la rehabilitación.

Desde el aeropuerto hasta la reforma educativa, pasando por la desconcentración de la administración pública federal, la eliminación de las delegaciones para ser sustituida por una estructura de corte electoral manejada desde las oficinas presidenciales, tomar todo lo concerniente a la seguridad y, desde luego, modificar aspectos sensibles de las respetables Fuerzas Armadas.

Uno de los pasos que seguramente se van a presentar es la confrontación provocada de lucha de clases, los pobres contra ricos; el proletariado contra la burguesía; los buenos contra los malos. Es obvio, quiere formar su propia clase política, la nueva economía de Estado, las nuevas instituciones que respondan adecuadamente a los fines del sistema de la cuarta transformación y una sociedad aplaudidora, masificada y sumisa. ¡Ojalá me equivoque!