En el terreno de la marginalidad cultural, en un país donde los medios independientes sucumben casi de inmediato, la revista Generación ha llegado a 30 años de existencia contra todo pronóstico, convertida en un ícono de la contracultura en México y una anomalía literaria que aglutina lo mismo a autores consagrados que a escritores noveles.

Su espíritu irreverente persiste como convicción, confrontando al poder y a los consensos culturales desde las letras. Generación es pionera en tratar desde los medios temas polémicos como la despenalización de la marihuana, las libertades sexuales y los movimientos de tribus urbanas, así como ofrecer un espacio a vanguardias artísticas. 

Para su director, el poeta y periodista Carlos Martínez Rentería, la clave ha sido nunca pensar en durar muchos años, así como conservar el entusiasmo por hacer una revista diferente. Ahora prepara una serie de festejos que incluye la presentación de una colección de libros monotemáticos, uno sobre diversidades sexuales, otro sobre drogas, y uno más titulado Lo alternativo del arte alternativo, donde se aborda “el arte que no le gusta a Avelina Lésper”, así como un número especial con algunos de los textos más emblemáticos de estas tres décadas. 

El poeta y periodista Carlos Martínez Rentería.

El poeta y periodista Carlos Martínez Rentería.

-¿Cómo llega Generación a los 30 años de vida?

Llega de una manera bastante impredecible. Cuando cumplimos 10 o 20 años me preguntaban: “¿Cómo le hiciste para durar tanto? ¿Cuál fue la clave?” Y la clave fue nunca pensar que íbamos a durar tanto. Desde que estábamos preparando el número 1 pensábamos que no íbamos a pasar de ahí. Todas las expectativas eran que no íbamos  a durar más tiempo. Lo que siempre nos movió fue el entusiasmo por hacer una revista. El gusto, el placer por hacerla, la necedad, pero nunca con un proyecto de supervivencia a largo plazo, y mucho menos un proyecto de comercialización, sino una vacación de arriesgue y de no esperar demasiado. De alguna manera esa es la constante que aun sigue condicionando la revista.

-¿El cambio en los medios de comunicación en su traspaso a lo digital y la posibilidad de hallar más propuestas a través de la red ha perjudicado o beneficiado a las publicaciones independientes como Generación?

En general este proceso tecnológico nunca ha sido un riesgo o una oposición de lo impreso, sino un complemento. Obviamente muchas publicaciones fueron dando el paso de lo impreso a lo digital, porque se abaratan muchos costos, se eliminan muchos problemas de comprar el papel, de impresión y todo lo que significa distribuir.

Nosotros, como parte de las actividades de aniversario, planeamos hacer una digitalización de toda la revista. De hecho ya tenemos un 50 por ciento en digital. Pero sinceramente yo nunca he pensado en claudicar a la versión impresa. En todo caso en un momento determinado tener las dos opciones, pero sólo una versión digital sería casi como estar jugando en Facebook. Nunca dejaríamos la versión impresa.

-Hay cosas que han cambiado mucho en estos años, ¿cómo vive, por ejemplo, el cambio en el paradigma del consumo de marihuana? 

Nosotros fuimos los pioneros en el movimiento de la despenalización de la cannabis. En los últimos años se ha acelerado el debate, las dinámicas internacionales para lograr que los gobiernos entiendan que despenalizar es la única alternativa. Sin embargo, tampoco es verdad que las cosas avancen tanto. Por lo menos en México sigue habiendo posturas completamente ridículas de funcionarios, gobernantes, policías, militares, que hacen todo un escándalo porque encontraron marihuana sembrada en un camellón de alguna calle. Nos presumen como actos heroicos de quemar plantíos y meter a la cárcel a pobres campesinos que para sobrevivir tienen que vender o sembrar marihuana o amapola en su caso. Digamos que hay muchas cosas que aparentemente ya están superadas, debates que había hace 30 años, pero en muchos sentidos podemos decir que seguimos igual. Hay un sector importante de la sociedad que sigue teniendo una postura totalmente absurda, cerrada irresponsable e ignorante, y lamentablemente ocurre en muchos otros terrenos: en algunos estados de la república siguen prohibidas las libertades sexuales, los matrimonios del mismo sexo, la libertad de consumo, siguen habiendo feminicidios, un abuso hacia las mujeres que nos regresa a épocas medievales. Lamentablemente la cultura se mueve lenta y por eso sigue vigente este concepto tan poco entendido que es el de la contracultura. Sigue habiendo contracultura porque la cultura no se mueve y es necesario confrontar el  poder cultural.

-¿Ha cambiado el público lector de su revista?

Pues sí, la revista ha tenido a lo largo de estos 30 años, diferentes tipos de lectores. Obviamente muchos de los veinteañeros de finales de los 80, principios de los 90 siguen fieles o siguen con una carga de nostalgia recordando la revista. Hace unos meses Emiliano Escoto, que ahora es el subdirector de la revista y que resulta que es mi hijo, invitó a un amigo suyo a colaborar con alguna ilustración y entonces este chavo llegó con una revisa a su casa y le dijo a su papá: “mire, me acaban de publicar en esta revista”, y el papá muy entusiasmado lo llevó a un clóset donde tenía su cofre con sus secretos de juventud y resulta que saca un paquete de revistas Generación donde llegó a ser colaborador de la revista. Generación es una revista con la aceptación de cierto sector de jóvenes que tienen veintitantos años, pero también están los papás de estos veinteañeros que llegaron a ser de los primeros colaboradores. Entre estos treinta años hay por lo menos tres generaciones de lectores.

-¿Cuáles voces caben y cuáles no en esta revista?

Pues es una revista bastante incluyente, bastante tolerante, bastante irresponsable. Desde un principio siempre colaboró gente desconocida, sin ningún currículum, que muchas veces ni siquiera había colaborado en otro medio, y escritores y artistas consagrados. En Generación ha cabido de todo, desde líderes juveniles priistas, panistas, de todos los partidos que en su momento colaboraron por el hecho de ser jóvenes; escritores malditos como Guillermo Fadanelli, JM. Servín; colaboraciones generosamente regaladas a la revista de Carlos Fuentes, de Carlos Monsiváis, de José Agustín; obras originales de artistas como Juan Soriano, José Luis Cuevas y una larguísima lista de artistas como Gilberto Aceves Navarro. Hasta la fecha sigue siendo esa la constante y esperamos seguir manteniendo esa postura

-¿El foco de la incorrección política sigue en el mismo lugar? ¿En criticar al poder?

Creo que lo incorrecto, la esencia de la contracultura es una confrontación con el poder. El poder hegemónico, sea político, religioso, familiar. Para mí lo políticamente incorrecto es tener una postura siempre crítica, siempre incómoda y siempre libre y libertaria ante los esquemas tradicionales a los que estamos acostumbrados.

-Cómo se relacionan con el fracaso…

Se trata un poco de un juego, donde hemos preferido fracasar en un sentido convencional de éxito, de un estatus económico y a cambio de eso tener toda la libertad de decir, de escribir, de pensar de la manera en que nosotros queremos. No nos importa ser una publicación que después de treinta años sigue siendo un fracaso económico, una publicación marginal que no tira mas de dos mil ejemplares, que llega a ciertos sectores bastante underground o alternativos; desde luego seguimos sin entrar a Sanborns y sin conquistar los grandes mercados publicitarios.

Pero a cambio de eso podemos hacer números especiales dedicados a temas como las drogas, la cultura muxe, estuvimos conviviendo con los travestis juchitecos, o las diferentes dinámicas sociales que por lo regular son consideradas equivocaciones, como los movimientos juveniles punk, dark, los skatos, casi todas las tribus, y en general problemáticas vinculadas con la contracultura, que desde luego siempre son consideradas por los estados y por lo políticamente correcto como dinámicas de un fracaso social, económico y político.

¿Podemos decir que en cierto modo, Generación es una fiesta?                       

Sí, claro. Una fiesta que a veces termina demasiado tarde.