El próximo 5 de diciembre tomará posesión el nuevo gobierno capitalino, encabezado por Claudia Sheinbaum. No dudamos que su agenda de trabajo está cubierta con temas para mejorar las condiciones actuales por las que atraviesa la metrópoli y dar soluciones a las distintas problemáticas que le fueron expuestas directamente por los ciudadanos durante su campaña proselitista. Sin embargo, no está de más hablar de un tema que ha venido ganando terreno en el análisis de los especialistas en ambientalismo: las ciudades sostenibles.

Por principio de cuentas, se debe aclarar que los estudiosos de esta materia consideran que una ciudad sostenible es aquella que tiene la capacidad de proveer oportunidades de desarrollo para sus ciudadanos, es decir que establezca condiciones para acceder a un trabajo, espacios públicos, lugares de recreación y una alimentación de manera sana, así como de otorgar a los habitantes garantías que propicien seguridad y movilidad de manera limpia.

Los retos del país y en particular los de la Ciudad de México son, entre otros, cumplir con la agenda 2025 de espacios públicos. Para ello, opinan los especialistas, se deben vincular los planes de desarrollo económico con los de desarrollo urbano y ambientales. Se debe dejar atrás la idea de que cuidar los recursos naturales es una actitud que va en sentido contrario a cuidar los intereses económicos.

En los planes de desarrollo urbano para hacer de la Ciudad de México una urbe sostenible, deben tomarse en cuenta una mejor distribución de los servicios públicos en la ciudad, las escuelas, el acceso a atención médica, las políticas de fomento al empleo y una aceleración del transporte público masivo para los habitantes.

Sin embargo, la sostenibilidad encara una condición inaplazable: establecer políticas de gestión de riesgos ambientales y climáticos, así como de incentivar la disminución de consumo de energía, promoción de desarrollo de áreas verdes, reducir emisiones de CO2, así como disminuir, reutilizar y reciclar las desechos orgánicos e inorgánicos y aumentar el cuidado permanente del servicio de agua y alcantarillado y del hábitat natural.

Otro de los elementos indispensables para hacer de la Ciudad de México una urbe sostenible tiene que ver con que las estrategias de crecimiento no pueden seguir inclinándose para enviar gente a la periferia, sino que se debe acercar la vivienda de interés social y que las personas de escasos recursos estén más próximas de las oportunidades de desarrollo.

Todo el andamiaje para volver sostenibles las grandes capitales concentradoras de habitantes requiere de finanzas públicas, las cuales deben ser lo suficientemente sanas para poder dirigir los recursos a los intereses de la sociedad. Para generar políticas públicas de beneficio social, es innegable y necesario el recurso económico, pero no como gasto, sino como inversión a largo plazo.

No es un reto fácil hacer de la Ciudad de México una urbe sostenible, pero hay que considerar que es necesario realizarlo a la velocidad en que nuestra población lo requiere. Es fundamental aceptar que el cambio es inaplazable y es obligado dar los primeros pasos en dirección a esa meta que nos dará certidumbre como sociedad de un crecimiento regulado y planificado que garantice la permanencia de las generaciones futuras en un hábitat sano y con potencial de crecimiento.

Secretario general del Partido Verde Ecologista en la Ciudad de México.