“La buena poesía es comunicación”, asegura la poeta española Luna Miguel, que se ha convertido en boom, o en babyboom en los últimos años, ya que actualmente es considerada una de las escritoras más destacadas de su generación por su gran talento dentro de la poesía, y no es para menos. La crítica empieza a llegar, solo que esta vez por su primera novela El funeral de Lolita, una obra perturbadora, irreverente, sensual e intuitiva, es simplemente una cámara secreta que estudia las texturas de la mujer por dentro.

Con El funeral de Lolita, Luna Miguel confirma ese gran intelecto para elegir las palabras que ha marcado su poesía y se revela como una magnífica narradora: “no es un salto, sino un baile. Desde hace más de diez años escribo poesía y no ficción, sobre todo desde el periodismo. Creo que vivir entre esos dos mundos me ha ayudado a encontrar el pulso que necesitaba para novelar una historia”, dice la joven autora en entrevista para la revista El Cultural.

Agrega que todo inició cuando en el 2015 publicó en PlayGround una serie de contenidos alrededor de las nínfulas: “mis impresiones sobre el mito de Lolita, textos de ficción, entrevistas con gente que había pasado por algo así. Fue al juntar toda esa información cuando María Fasce, mi editora, y yo, nos dimos cuenta de que merecía la pena ahondar en esa historia”.

La publicación editada por Lumen, cuenta una historia de una mujer que renace, pues un día, cuando tiene 30 años, Helena recibe la noticia de que su viejo amor ha muerto. Era su maestro de literatura cuando tenía 15 años, era Roberto: “el hombre que le enseñó a Pavese, y a Zurita, y a Salinas; el hombre que le metió los dedos bajo la falda cuando era una niña; el hombre prohibido porque era mayor, porque estaba casado, porque era su profesor, porque era un monstruo o porque tal vez no lo era”, dice la también editora y periodista, quien advierte que su intención no es hacer una revisión, sino presentar a una mujer sobre la que recae un peso enorme, como el que ha recaído en muchas adolescentes, y “es el peso de darte cuenta de que te consideran una Lolita”.

“En ningún momento he intentado versionar la Lolita de Nabokov. He intentado dialogar con el mito deformado que hoy hemos heredado. Ese que es más un producto de Hollywood o de nuestra herencia machista que del escritor ruso”, señala la también autora de obras como Pensamientos estériles (2011), La tumba del marinero (2013) y Los estómagos (2015, que han sido traducidos a varios idiomas. Es autora, también, del ensayo El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina (2016).