El género de terror es poco frecuentado en México, menos que la ciencia ficción y la novela negra. En su más reciente novela, La joroba de la bestia (Ediciones B, México, 2018) el escritor sonorense, oriundo de Guaymas, César Gándara nos brinda su aporte más que digno a otro género menospreciado, aunque en este caso, como él mismo señala, se trata, más que nada, de una crítica contra el capitalismo salvaje.

“Tengo un cuento titulado «Es el viento» —que también da título a su primer libro de cuentos— y la historia continuaba dándome vueltas en la cabeza. La retrabajé como guion de cine, pero por desgracia el proyecto no fructificó”.

Respecto al género, el también libretista de exitosas series como José José, el príncipe de la canción o, más recientemente, Un extraño enemigo, confiesa que no se propuso algo definido en ese sentido.

 

La trama

“Leonardo Sciascia —dice— tenía una teoría: sus novelas, aunque no son históricas o testimoniales, hablan de la realidad de la mafia siciliana. Dichas experiencias no están documentadas; no existen fuentes que nos indiquen su veracidad, pero todo mundo sabe que son reales. Más o menos es la premisa de La joroba del diablo: varios gobernadores sonorenses han pretendido privatizar la Isla Tiburón, la más grande de México. El tema general de mis novelas es el capitalismo salvaje pues estoy convencido de que es el cáncer de nuestra época, y las personas y la ecología se vuelven un objeto más de consumo”.

En La joroba de la bestia, una empresa está totalmente resuelta a erigir un complejo turístico en plena Isla Tiburón. Se le encomienda a Chema, un ingeniero de buen carácter, conciliar con los ancestrales moradores de la isla, sin entender que es imposible convencer a los indios seris de “abrirse al mundo”.

“De ninguna manera —dice César Gándara— hubiera podido dividirlos en víctimas y victimarios, sino en dos puntos de vista antagónicos. El grupo que pretende apoderarse de la isla es muy poderoso, pero también lo son los indígenas, siempre dispuestos y preparados para luchar ante cualquier amenaza de invasión extranjera. La fuerza capitalista representada por la trasnacional, y la religiosidad de los indígenas, representada en una criatura mítica; un poder, por llamarlo de algún modo, que los indios dicen que no les pertenece, que les ha sido prestado, es como un duelo de monstruos. Chema tiene montones de vicios y deseos encontrados, pero logra empatizar con la cultura de los seris, tristemente convencido de que jamás logrará conciliar ambos mundos”.

Chema fue creciendo conforme yo lo trabajaba, de a poquito. Soy cuentista de formación y sin embargo reconozco que la novela me permite algo que el cuento no: lo que importa no hacia dónde quieres llegar, sino lo que vas descubriendo en el camino”.

Contaminar los géneros

La literatura ha ofrecido visiones de los indios seris no demasiado distintas entre sí —aunque John Steinbeck escribió en alguna crónica que los seris eran caníbales, confundido seguramente por el hecho de que la mejor arma con que cuentan son sus poderosos dientes, con los que arrancan las yugulares de los enemigos—, pero la novela de César Gándara es una magnífica oportunidad para dejarnos embrujar por esta cultura.

“El mar y el desierto —dice César Gándara— son geografía que siempre termino visitando. La mayoría de mis historias se desarrollan en Sonora, aunque he de aclarar que en cierta forma soy un desterrado porque desde muy chiquito me llevaron a Monterrey, y gran parte de mi visión de mi lugar de nacimiento tiene origen en la imaginación o en cierta nostalgia”. Esa pudiera ser la razón por la que César Gándara no cree en otra frontera que no sea la de los géneros… algo que denomina como “contaminación de géneros”.

“Siempre permito —precisa el escritor— que mis fronteras se invadan cordialmente. La frontera debe ser un espacio de intercambio y de diálogo, no de segmentación. Ser narrador y guionista, lejos de representar un problema para mí, me permite trabajar al mismo tiempo dos registros que parecen muy distintos. La joroba de la bestia es una novela muy audiovisual que se podría adaptar a serie o película sin ningún problema. El ritmo de la narración es eminentemente cinematográfico, de capítulos cortos y contundentes. Cuando hago literatura me presto la misma importancia al ritmo que cuando realizo un guion”.

“No obstante lo anterior —continúa—, elegir al narrador apropiado me llevó a realizar cuatro versiones distintas. Me quedé con la segunda persona porque, al mismo tiempo que parece conocer demasiado bien a Chema, pudiera interpretarse como que es él mismo, interpelarse, aunque otra parte de la novela está escrita en tercera persona”.

Actualmente, César Gándara está terminando otro proyecto para internet que se titulará Yanqui, y se encuentra en pláticas con Epigmenio Ibarra, director de Argos, para otro más… y sin embargo no abandona la literatura.

“Tengo dos novelas —concluye—. De una ya tengo listo un primer borrador; la otra la llevo trabajando desde hace varios años, tiene un tema bastante escabroso y mi actual estado de ánimo es un impedimento para regresar a ella”.

La novela La joroba de la bestia la publicó Ediciones B, México, 2018.