Aparece en escena la senadora morenista Bertha Alicia Caraveo, quien presenta una iniciativa para poner tope a los abusos de los bancos, después de lo cual hace mutis. Del lado derecho sale Andrés Manuel López Obrador, quien se dirige a los banqueros cantando: “Hasta el cuarto año / no sufrirán daño”. Abandona Andrés Manuel la escena cuando ya está en el centro del foro Ricardo Monreal, protagonista de la obra y líder de la bancada senatorial de Morena, quien dice con suave melodía que él y sus colegas integran un poder independiente, que no se congelará la iniciativa y que tampoco tienen por qué consultar a los hombres del dinero.

En un modesto y lastimero papel Irrumpe en el escenario la infaltable presidenta nacional de Morena, una dama cuyo nombre artístico es Yeidckol Polevnsky, quien se lanza contra su correligionario Monreal porque no le consultó al partido el “bomberazo” (así le llama a la iniciativa). Luego, con un rápido cambio de maquillaje, la diva se transforma en abogada de los banqueros y pide realizar una consulta e “involucrar a los interesados”, como si estos no fueran los cuentahabientes.

Del fondo del escenario sale una profunda voz de bajo. Es don Mario di Constanzo, presidente de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros, quien aclara que “la iniciativa presentada por Morena propone la eliminación de 19 tipos de comisiones que cobran los bancos, de las cuales Condusef está completamente a favor de 16”, con lo que se reduciría a la mitad lo que cobra de comisiones la banca comercial.

De la oscuridad irrumpen unos lúgubres personajes enfundados en túnicas negras. Son “los mercados” —así les apodan—, aunque dicen los que saben que se trata, ni más ni menos, de los dueños de los bancos y de la mitad de la riqueza del mundo. Excelentes actores, entonan una tonada mortuoria, como si hubieran entrado en agonía.

En medio del funesto coro avanza un tenor ligero hacia el centro del escenario. Es el célebre payaso Moody’s, quien llora porque se ha perdido la confianza de sus clientes, se amenaza la autonomía del complaciente Banco de México y se afecta la rentabilidad de los bancos, que tienen ganancias de solo 23 o 24 por ciento cada año.

No son menos desgarradores los gritos de la claque del chayote, que en sus programas de radio y televisión o desde las columnas financieras condenan a los senadores a consumirse en el fuego eterno, allá, donde habita el Maligno. Interesante tragicomedia que seguiremos hasta el final.