Con la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador, este 1 de diciembre, comienza la prometida cuarta transformación que abrirá paso al nuevo régimen, un cambio en la vida pública del país, pero esta no solo velará por el bienestar material, que haya crecimiento económico, empleo, acceso a la educación, a la salud, sino que alentará la construcción conjunta de un nuevo pacto social que armonice la convivencia desde los valores comunes, que se conseguirá a través de la “Constitución moral”.

Para llevar a cabo esta transformación se requiere una serie de cambios en todos los ámbitos los cuales el Congreso de la Unión, con una mayoría morenista, ya inició desde septiembre, presentando una serie de reformas constitucionales que le interesa a López Obrador sacar adelante.

Entre ellas están las referentes a los salarios mínimos, la descentralización de oficinas federales; la incorporación de nueva cuenta de la Secretaría de Seguridad Pública; modificaciones a la Ley Orgánica de la Administración Pública, cambios a la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos; la revisión de los decretos sobre la privatización del agua, la reforma educativa, así como la iniciativa para crear la Guardia Nacional y la Fiscalía General de la República, así como una serie de reformas a modo para que sus cercanos lleguen a puestos públicos.

Además, el tabasqueño ha hecho de la consulta popular su herramienta para legitimar sus decisiones o sus proyectos sociales; por ejemplo, le sirvió para echar atrás la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México o para avalar proyectos como el tren Maya, la construcción de la refinería Dos Bocas en el estado de Tabasco, el tren en el Istmo de Tehuantepec.

Proyectos sociales que contemplan: plantación de árboles, incremento a la pensión de adultos mayores, becas para discapacitados y jóvenes, atención médica y medicinas para personas de bajos recursos o ampliar la cobertura de internet gratuito.

Ante este contexto, Carlos Torrealba, experto en populismo en América Latina, advierte que con la creación de la Guardia Nacional, con las propuestas de cambios constitucionales, con lo debilitado que quedó el sistema de partidos después de la elección, las mayorías que tiene López Obrador en el Congreso, se puede ver una “situación muy muy similar a la gestación de Hugo Chávez en 2006, incluso este tipo de entrevistas que está dando a los medios de comunicación, la que tuvo con Carmen Aristegui, el líder venezolano las dio”.

“Chávez, en 2000, no iba a decir que todo terminaría como un socialismo del siglo XXI. Hablaba de que él era la tercera vía, era muy comedido en sus entrevistas, una correlación de poderes fácticos lo llevaron al poder, en ese momento los respetaba”, dice.

Señala que “era una situación bastante similar a la que vive en estos momentos México, hay muchos síntomas o señales que se pueden trasladar de manera comparada al caso venezolano. Aunque la organización de la sociedad civil mexicana, sus ONG, son más fuertes que la sociedad civil de Venezuela en esos tiempos”.

Como estudioso de Venezuela y de origen venezolano radicado en México, explica que antes de la elección del 1 de julio, “era muy escéptico con la pregunta de si había que tener miedo de que México tuviera el mismo desenlace de Venezuela, había muchas diferencias, la principal y que todavía se mantiene, es el perfil del gobernante, Andrés Manuel tuvo cargos públicos, no es militar, no ha dado golpes importantes, mientras que Chávez, antes de ser presidente no ejerció ninguna clase de cargo público, fue militar, eso quizá pueda indicar que no todo tiene que terminar igual”.

Por ejemplo —dice— en “Ecuador y Brasil hubo muchos problemas de corrupción, ojalá que no se repitan en México, pero al menos en estos dos países no hubo el golpe a la democracia tan fuerte como en Venezuela, en donde no hay ninguna opción electoral disponible. Rafael Correa y Luiz Inácio Lula da Silva cuando tuvieron que dejar el poder lo hicieron y ya”.

El maestro en sociología política, por el Instituo de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, anota que “el perfil de Andrés Manuel va más ligado a la vertiente Lula que a la vertiente Chávez-Maduro por las características del perfil, sin embargo, ahorita hay muchas condiciones muy similares, hay que estar pendientes”, sostiene.

La famosa consulta ciudadana

Aunque el candidato a doctor en investigación en ciencias sociales en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) México no descarta que los mexicanos seremos gobernados por un líder populista, pues explica que “el uso de la consulta ciudadana, un instrumento válido para la toma de decisiones sobre asuntos de interés nacional, para sustituir las leyes y las instituciones, así como la forma en que se pregunta a la gente, de forma tan alineada a una respuesta perniciosa, podría decir que sí”.

El tema —indica— es que siempre habrá cierto grado de incertidumbre, porque ni siquiera asume el poder, lo mismo pasa en Brasil con Jair Bolsonaro, hay que ver cómo se comportan los gobernantes ya en el poder, siempre hay diferencias entre cómo son en campaña y cómo ejercen el poder.

Destaca que “el mismo Trump no ha cumplido varias de sus promesas de campaña, hay que esperar un poco, aunque ya con el uso tan pernicioso de las consultas populares y la manera en que se diseñan las preguntas, da una respuesta positiva, de que sí habrá un populista en el gobierno”.

En todos estos procesos —continúa Torrealba— hay incertidumbre, sobre todo porque en México es la primera vez que se tendrá un reto como el que representa Andrés Manuel, es la primera vez que llega una opción de izquierda al poder y hay mucha incertidumbre al respecto, por eso digo que no necesariamente sucederá esto.

 

El fin, ¿perpeturase en el poder?

Andrés Manuel López Obrador se comprometió en campaña a someterse a la revocación de mandato, será evaluado a mitad de sexenio a través de una consulta ciudadana, ¿el fin de este ejercicio ciudadano es perpetuarse en el gobierno?, ¿llevar a la ciudadanía a pedir la reelección a través de una consulta? como sucede en otros países de América Latina, se le plantea al estudioso del populismo: “definitivamente sí, por supuesto que puede haber, en algún momento, el escenario en que plantee una consulta al respecto”.

“De darse esa consulta tendría que hacerse a través de las autoridades electorales competentes y no a partir de las plataformas partidarias del gobernante, sería una razón suficiente para activar acciones de contestación respecto al poder. Es probable que en algún punto del sexenio se haga esta pregunta, como se hizo en Venezuela o en Bolivia”, asegura.

“Por eso, repito, hay que estar muy alertas al respecto, por ejemplo, en Bolivia se hizo la consulta y ganó el no, pero ahora Evo Morales quiere ignorar el resultado. Lo malo no es la consulta en sí, sino hacerla en los términos en que debe hacerse, con preguntas no manipuladas para tratar de generar una respuesta específica, sino con un diseño claro del instrumento de consulta y a través de las instituciones correspondientes.

Destaca que “la consulta en sí no está mal, el punto es ¿cómo se utiliza y para qué? En 2007, en Venezuela y más recientemente en Bolivia se consultó el tema y la gente dijo: no, no queremos una reforma constitucional para la reelección”.

Carlos Torrealba advierte que, aun cuando “las cuestiones parecieran bastante favorables para un uso discrecional del poder como en Venezuela y Bolivia, se perdieron las consultas, incluso fueron vinculantes, después hasta los gobernantes se arrepintieron de haberlo hecho, porque estás obligado a respetar el resultado de la consulta”.

“En general, la base electoral de Andrés Manuel, si él opta por ciertos caminos, habrá mucho descontento en gente que votó por él. Ni siquiera está asegurado que pueda mantener la fuerza de legitimidad electoral que lo llevó al poder, y menos si comienza a hacer este tipo de cosas, ya se ve mucha gente que está arrepentida de haberlo hecho.

“Por eso digo, hay muchas razones para estar alerta si comienza a moverse así, de poner las vinculantes, los dispositivos, etc., pero lo interesante es que, en algún momento, ese mismo diseño institucional que está poniendo a su medida, puede jugarle en contra y esa es la oportunidad que debe aprovechar la sociedad civil para ser un contrapoder contra cualquier situación que pase”.

Sin embargo —expresa— “ya en su momento se utilizaron otros recursos como la Ley Habilitante en Venezuela para perpetuarse en el poder. En Bolivia, ahorita es tema de discusión porque está en proceso, aunque ya Evo dijo que ignorará también el resultado. Ante esto, tiene que haber una respuesta contundente de la sociedad civil para exigir que se respeten los resultados, independientemente de las tendencias”, dice el venezolano.

Apunta que una situación importante que se dio “en Venezuela fue que Chávez y Maduro crearon una nueva institucionalidad, los sindicatos y las organizaciones vecinales estaban cooptadas por los partidos previos al chavismo y ellos fueron creando instancias de participación paralelas, como los círculos bolivarianos, los consejos comunales, ahora comunas, el Comité Local de Abastecimiento y Producción.

“Igual —dice— cada vez que había un resultado adverso electoral, por ejemplo se perdió Caracas, la capital, y crearon una figura alterna, si ese tipo de cosas comenzara a suceder, es una señal de alerta clara, porque es un recurso disponible para los gobernantes, con el poder de legitimidad que tiene en los votos, tener la tentación de cuando la institucionalidad tradicional no funcione crear una institución paralela, así se puede leer lo de la Guardia Nacional”.

Expresa que “el problema ya no es el tema de la militarización, que no sería nuevo en México, hubo una guerra contra el narco que tuvo sus consecuencias, el tema de las alertas no lo vería por la militarización, sino por la intención de constituir una instancia paralela, puede ser lo novedoso y lo más peligroso o problemático. Andrés Manuel tendrá varias tentaciones a su disposición para crear instituciones paralelas y la academia, la organización civil, tendrá que estar muy alerta a denunciar esto cuando ocurra”.

La sociedad civil, presente

Pese a este panorama, el candidato a doctor en la Flacso-México expresa que mantiene cierta esperanza de que no será el mismo desenlace, porque Andrés Manuel puede encontrar más contrapesos, no en los partidos, pero sí en la sociedad civil, un sector muchísimo más fuerte de lo que tiene Venezuela y Bolivia, incluso en cuestiones de financiamiento; si en México se da un panorama como el de Venezuela o Bolivia, la respuesta de la sociedad mexicana será contundente.

“Yo y solo yo represento al pueblo“

El politólogo alemán Jan-Werner Müller, estudioso del populismo y profesor de ciencias políticas por la Universidad de Princeton, señala que los populistas son aquellos que dicen que ellos y solo ellos representan lo que suelen llamar “el pueblo” o la “mayoria silenciosa”.

El populismo es un peligro porque niega el pluralismo inherente a la democracia al reivindicar el monopolio moral de la representación.

En opinión de un populista no puede haber nada parecido a una oposición legítima. Quien quiera que esté contra el dirigente está automáticamente contra el pueblo y, conforme a esa lógica, quien quiera que esté conta el pueblo no puede pertenecer de verdad al pueblo.

Los populistas siempre acaban llevando la batalla a lo personal.

Los populistas en el poder tienden a convertir en más autoritarios a su país.

Los populistas siempre realizan dos movimientos que excluyen al resto. Uno, en los partidos políticos, porque dicen que el resto de los rivales son ilegítimos. Y otro en la población, diciendo qué gente forma parte del pueblo y cuál no.

Los populistas siempre hacen daño al sistema democrático reivindicando que ellos son los únicos que representan a la mayoría.

Fuente: El Español, entrevista de Salvador Martínez a Jan-Werner Müller, enero de 2017.