El federalismo mexicano está en riesgo por una ocurrencia del presidente Andrés Manuel López Obrador, esto es por ponerles a los gobernadores de las entidades federativas una especie de fiscal, cargo que de forma oficial se llama: coordinador estatal de Programas para el Desarrollo, pero de forma popular es conocido como superdelegado.
El problema es que los mandatarios sienten que, con este representante del gobierno federal, su autonomía se verá mermada, además de que a varios le colocaron como superdelegado a su adversario político.
Grave error el de López Obrador de enfrentarse de esa forma con los gobernadores, con quienes debería aliarse para hacer más sencilla su tarea y poder cumplir el 100 por ciento de sus promesas.
¿Qué hará Alfredo del Mazo con Delfina Gómez? ¿Héctor Astudillo con Pablo Amílcar? ¿Enrique Alfaro con Carlos Lomelí Bolaños?
Entonces, los mandatarios ven como única opción defender el respeto que consagra la Constitución mexicana: la autonomía de las entidades federativas.
Para poner un ejemplo, recordemos un caso emblemático de la invasión a la soberanía: la irrupción de la DEA en las investigaciones del asesinato del doble agente Kiki Camarena Salazar.
No obstante, López Obrador reitera su necesidad de colocar a los superdelegados, con el objetivo de reducir la burocracia del gobierno federal, ya que en algunos estados hay hasta 20 delegaciones federales.
Para muchos, esta medida es el principio del fin del federalismo. Para otros, una forma de tener el control político en los estados.
Sin embargo, la debilidad fiscal de los estados y el poder concentrado en la capital del país han sido la constante de un federalismo débil que ha inhibido el desarrollo de muchas regiones, generando desigualdades inmensas entre las diversas áreas del país.
El despilfarro de muchos gobernadores, hoy encarcelados o prófugos de la justicia, provocó un descontento tal de la ciudadanía que se vio reflejado en las urnas en las pasadas elecciones.
En consecuencia, el nuevo gobierno pretende impulsar un gobierno más austero. No obstante, este tipo de anuncios desconciertan, ya que aún no está claro cuáles serán las actividades a realizar por los coordinadores estatales.
Preocupa que se genere una dualidad de poder con los gobernadores de las entidades federativas.
Por el momento, los integrantes de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago) le plantearon a López Obrador que los superdelegados no intervengan en temas de seguridad, esta propuesta fue fuertemente respaldada por los gobernadores Javier Corral, Silvano Aureoles y Enrique Alfaro.
En este sentido, los gobernadores cedieron para ganar-ganar, el mandatario vio la oportunidad y no la desaprovechó, por ello, tras la reunión se acordó que los superdelegados no serán los secretarios técnicos de los consejos.
Y es que la responsabilidad de la seguridad en los estados es del gobernador. Si se formalizara la Guardia Nacional habría un ejercicio de coordinación directo con quien sea responsable en su momento. Ahí está el primer acuerdo con el cual se pretende respetar el federalismo.