Un día después de que Donald Trump publicara que había mantenido una conversación con Xi Jinping que le hacía presagiar que la guerra comercial entre Estados Unidos y China estaría cerca de extinguirse, el Ministerio de Asuntos Exteriores del país asiático ha anunciado que está “preparado para trabajar con EEUU para poner en marcha el importante consenso alcanzado” entre ambos países a principios de este mes, cuando acordaron una tregua de 90 días.

El encargado de ampliar el optimismo compartido entre las dos partes ha sido el portavoz de la cancillería china Lu Kang. Lo hizo por vía de un comunicado de prensa en el que el gigante asiático proclama que está preparado para “ampliar la cooperación” con Washington “sobre la base del beneficio mutuo” y, también, para “gestionar las diferencias con el respeto mutuo como base”. En el texto se expone, asimismo, que Pekín quiere “avanzar en las relaciones, apuntaladas por la coordinación, la cooperación y la estabilidad, y de hacer que la cooperación bilateral ofrezca mayores beneficios a ambos pueblos y a gente de todo el mundo”.

Según palabras de Lu los lazos entre ambos países “han atravesado un viaje tortuoso y han seguido adelante” con unos “intercambios y cooperación que han obtenido logros históricos”. “Las dos partes deberían ver las intenciones estratégicas del otro de forma racional y objetiva, mejorar la comunicación estratégica, aumentar la confianza estratégica mutua y evitar los errores de juicio estratégicos”, sintetizó el canciller chino, a horas de que se cumpla el cuadragésimo aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos colosos financieros del planeta.

Xi manifestó su deseo de que EE.UU. y China “alcancen un acuerdo beneficioso para ambos países y para el mundo lo antes posible”. En esta dirección, los dos mandatarios se mostraron unánimes a la hora de expresar su querencia por activar los acuerdos alcanzados el pasado día 1 de diciembre en Buenos Aires -en la reunión que mantuvieron en el marco de la cumbre del G-20-.

Es por ello que la corriente de optimismo compartida sigue vigente, toda vez que Pekín y Washington han efectuado gestos de buena voluntad desde la firma del armisticio comercial. China ha adoptado la bajada de aranceles a los vehículos importados de Estados Unidos, la reanudación de la compra de soja de ese territorio o la presentación de un proyecto de ley para prohibir la transferencia forzada de tecnología. Y la Casa Blanca, por su parte, ha suspendido de manera temporal el aumento del 10 % al 25 % de los aranceles a productos chinos valorados en 200.000 millones de dólares. El problema es que en ese nuevo horizonte se ha cruzado la tensión diplomática detonada de la detención de la directora financiera de la tecnológica china Huawei, Meng Wanzhou, quien fue arrestada en Canadá a petición de Estados Unidos y ha sido acusada de violar las sanciones económicas a Irán.

Por otro lado, Vladímir Putin también ha abierto sus brazos a estrechar lazos con Trump en estas señaladas fechas. El presidente de Rusia ha enviado una felicitación navideña a su homólogo americano en la que resalta que Moscú está abierto al diálogo pese a las fricciones sufridas en las últimas semanas. “Putin subrayó que las relaciones ruso-estadounidenses son un importantísimo factor de estabilidad estratégica y seguridad internacional”, señala la carta publicada por el Kremlin. En ese escrito se proclama que “Rusia está abierta al diálogo con EEUU” en un amplio abanico de asuntos.

Este parecería constituir un punto de inflexión después de que el magnate estadounidense cancelara en el último momento la reunión con Putin, prevista para el pasado 1 de diciembre en Buenos Aires en el marco de la cumbre del G20. Arguyó Trump en ese momento que el incidente naval entre rusos y ucranianos en el mar Negro le invitaba a no reunirse con el dirigente del Kremlin. Y es que Occidente tildó de “agresión” el apresamiento de tres barcos ucranianos por guardacostas rusos, mientras que Putin defendió haber usado la fuerza ante lo que considera una “provocación” por parte de Kiev.

En cualquier caso, con el paso de los días el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Riabkov, llegó a afirmar que veía “muy necesaria” la celebración en 2019 de una reunión entre Putin y Trump. Y el ministro de Exteriores Serguéi Lavrov, acusó a la elite política estadounidense de torpedear los intentos de Trump por normalizar las relaciones con Rusia. Prevista está una visita de Putin a EE.UU. en la primera mitad del próximo año, pero la congelación en los contactos ha dejado en suspenso este organigrama que contemplaba un viaje del habitante del Despacho Oval a Moscú. El presidente ruso, en su rueda de prensa anual -celebrada hace días-, declaró alabó la decisión de Trump de retirar las tropas estadounidenses de Siria, aunque alertó del riesgo de guerra nuclear como consecuencia de las decisiones en este sector del presidente americano.