Las Cortes Generales han celebrado este jueves 6 de diciembre los 40 años de Constitución española con un acto conmemorativo en el Hemiciclo del Congreso de los Diputados que ha estado presidido por los Reyes de España. En él, el Jefe del Estado, Felipe VI, y la presidenta del Congreso de los Diputados, Ana Pastor, pronunciaron sendos discursos.

Al acto, también acudieron los Reyes eméritos Don Juan Carlos I y Doña Sofía, ponentes constitucionales, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y representantes de las altas instituciones del Estado y de las comunidades autónomas, además de los diputados y senadores y miembros del Ejecutivo.

Ha sido la primera vez en democracia que en el hemiciclo haya dos Reyes, una fotografía extensiva a tres generaciones al unirse la princesa Leonor,como ocurrió el pasado 31 de enero en el Palacio Real cuando su padre le impuso el Toisón de Oro.

Habría que rebobinar más de un siglo en la historia para encontrar a dos monarcas en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo. Fue el 17 de mayo de 1902 cuando Alfonso XIII, declarado Rey al nacer (1886), juró la Carta Magna vigente ante su madre, la Reina regente María Cristina de Habsburgo, en el salón de plenos.

“Juro por Dios, sobre los Santos Evangelios, guardar la Constitución y las leyes. Si así lo hiciere, Dios me lo premie, y si no, me lo demande”, fue el texto que leyó el abuelo de Juan Carlos I el día que alcanzó la mayoría de edad a los 16 años. María Cristina cedía los plenos poderes después de ejercer la regencia desde 1885 -la más larga de la historia de España- tras jurar, vestida de riguroso luto, ante las Cortes al poco de enviudar de Alfonso XII y meses antes del nacimiento del heredero.

Como rezan las crónicas de la época, Alfonso XIII, con uniforme de gala de capitán general, leyó el juramento ante el presidente del Congreso, el marqués de la Vera de Armijo, después de “una grandiosa e inolvidable ovación” de los presentes en el salón de plenos.

El primer constitucionalista

El Rey Juan Carlos I, coronado dos días después de la muerte de Franco -el 20 de noviembre de 1975. ejerció un papel de mediación clave en la Transición. Con una firme convicción democrática el joven monarca apostó desde el principio por la democracia, y así se lo hizo saber a los diferentes líderes políticos de aquel entonces: desde el fundador de Alianza Popular, Manuel Fraga, al ambicioso líder de UCD, Adolfo Suárez,pasando por socialistas, como Felipe González o Alfonso Guerra, e incluyendo a los exiliados, como Santiago Carrillo. Nadie debía quedarse fuera.

En julio de 1976 se cesó al sucesor de Franco, Carlos Arias Navarro, tras rechazar las Cortes su Plan para la reforma política. La posterior formación de un Gobierno presidido por Suárez, designado por el Rey según la legislación vigente, fue la que consiguió abrir el periodo constituyente.

La mayor virtud de esa primera Ejecutiva fue la prudencia. Consciente del trascendental momento histórico que les había tocado vivir, en vez de precipitarse y demoler hasta los cimientos el sistema franquista que había regido durante los últimos 40 años -lo que habría puesto en peligro de muerte el sueño democrático- decidieron cambiar las cosas desde dentro. Para ello formularon lo que se llamó Ley para la Reforma Política, que fue aprobada por las Cortes franquistas el 18 de noviembre de 1976.

Esta norma se incardinaba formalmente en el ordenamiento vigente pero difería radicalmente en su espíritu de ese ordenamiento, ya que reconocía derechos fundamentales, preveía un sistema electoral y abría las puertas a la elaboración de una futura Constitución. Gracias a esta ley, se legalizaría el Partido Comunista, en abril de 1977, y se celebrarían las primeras elecciones democráticas desde 1936.