Quien construye su casa  construye su vida.

Refranero popular

A poco más de un lustro de su lamentable pérdida, la figura de Guillermo Tovar de Teresa se entregó a los ciudadanos a través de cada uno de los extraordinarios objetos que simbolizan su más profunda devoción hacia las manifestaciones más acabadas de las etapas históricas a las que consagró su fecunda vida.

Gracias a la sabiduría de su familia, ese patrimonio amorosamente conformado desde su más tierna infancia hoy se ve revitalizado merced a la generosidad de su amigo Carlos Slim Helú, quien ya integró la última morada del erudito a la red de museos Soumaya, auspiciada por la Fundación que preside.

Para quienes tuvimos el enorme privilegio de contar con su guía y amistad en la defensa de su amada colonia Roma, saber que su legado humanístico incrementa la riqueza cultural de nuestra tradicional colonia es motivo de profundo agradecimiento hacia quienes lo hicieron posible.

Muchos fueron los merecidos y elocuentes elogios para este irrepetible protagonista de la vida intelectual de México, pero para nosotros sus vecinos, es un hecho invaluable el puntual y enriquecedor acompañamiento que Guillermo nos brindó, desde 1995, en la fundación del Movimiento Pro Dignificación de la Colonia Roma y en las constantes acciones en defensa del patrimonio urbano y cultural de esta colonia asediada por una corrupción que se expresaba en la proliferación de “giros negros” y de procesos de ruptura de la tranquilidad vecinal.

Junto a quien supo poner el dedo en la llaga del irresponsable abandono de la conservación patrimonial del Centro Histórico, cuyo ejercicio de investigación y académico obligó a la autoridad a ocuparse responsablemente de la historia expresada en la libertad creativa del urbanista, del arquitecto, del artista plástico que forjó una ciudad irrepetible, dialogante con sus observadores, sorprendente y atrevida… Los “romanos” nos encontramos en él al guía, al mentor, al polemista requerido para unir esfuerzos en aras de rescatar de la incuria a nuestra colonia.

Nadie puede negar que la vehemencia de Guillermo fue fundamental para el convencimiento activo de autoridades, de amigos y de admiradores de su erudición y elocuencia, quienes gracias a él decidieron apostarle a la revitalización de una Roma que de tugurio de pronto comenzó a poblarse de centros culturales y escolares que dieron un vuelco al destino manifiesto que auguraba su decadencia y destrucción en aras a una modernidad mal entendida.

Fue gracias a Guillermo Tovar que las hermanas Gómez Haro se convencieron de adquirir ese ruinoso edificio que en poco tiempo se convirtió en el epicentro de la vida cultural de la ciudad, la Casa Lamm, cuya inauguración detonó el renacimiento y la dignificación de nuestra colonia.

Ese proceso civilizatorio emprendido por Tovar, hoy se ve enriquecido con Valladolid 52, espejo fiel de la vida construida por quien supo construir en ese espacio su vida, su memoria y —parafraseando al refranero popular— su morada.