Por Ángela Pérez

 

[su_dropcap style=”flat” size=”5″]”S[/su_dropcap]i hubiese que imaginarse el paraíso terrenal como un pueblecito, sin lugar a dudas sería Saint-Sorlin”. Así comienza el primero de los cuatro relatos que se incluyen en La venganza del perdón, del escritor francófono Éric-Emmanuel Schmitt (1960), narrador y dramaturgo, autor, entre otras, de la exitosa pieza El señor Ibrahim y las flores del Corán, llevada al cine con igual aceptación.

Pero, como bien sabemos, muy pronto en el edén hizo su aparición la serpiente y lo que esto significó: el mal acompañará para siempre al ser humano en su devenir. El mal exterior y, sobre todo, el que anida en lo más profundo de su corazón y que está siempre al acecho. Precisamente del mal tratan estos excelentes y turbadores relatos que nos proponen sumergirnos en las luces y las sombras -más de estas últimas que de las primeras-, del hombre. Del mal y de la posibilidad, o no, de vencerlo, y de ser capaces, o no, de perdonar el que nos hacen, de pedir perdón y de lograr perdonarnos a nosotros mismos. Éric-Emmanuel Schmitt aborda así un asunto de gran calado y profundas connotaciones filosóficas, pero lo hace a través de tramas que te atrapan desde el principio, en las que se maneja un elemento de suspense que Schmitt dosifica muy bien.

 

En el primer relato, “Las hermanas Barbarin”, se nos presenta a dos hermanas gemelas que viven en ese aparentemente idílico pueblo de Saint-Sorlin. Y desde su nacimiento, recibido con alegría pero también con desconcierto, las vamos acompañando a lo largo de su vida hasta que son ancianas. Lily, la mayor, y Moïsette, mantienen una relación en la que está presente el mito de Caín y Abel, aunque, en cierta manera, se le da una vuelta de tuerca, pues, sin duda, una de las cualidades de Éric-Emmanuel Schmitt es su capacidad para no caer en lugares comunes, con lo que consigue sorprendernos. Nos sorprende en “Las hermanas Barbarin” y en los otros textos que forman un volumen muy trabajado y en el que cada relato está compuesto como un mecanismo de relojería.

«Mademoiselle Butterfly» es el título del segundo relato, protagonizado por William Golden, un joven adinerado, quien, líder de la pandilla “los Águilas”, trata de “no mostrar nunca signo alguno de debilidad”. William, sin ningún escrúpulo, abusa de una joven discapacitada, Mandine, apodada Simplona, y se va convenciendo a sí mismo de que no tiene ningún compromiso hacia ella, a pesar incluso de que la muchacha se ha quedado embarazada. ¿Qué pasará con ese niño?

Por otro lado, en el relato que da título al libro, “La venganza del perdón”, asistimos a una situación tan insólita como inquietante: las visitas de una madre a quien violó y mató a su hija, la tercera víctima de un cruel asesino en serie que cumple en la cárcel cadena perpetua: “Quién se escondía detrás de aquel rostro ancho con rasgos apenas marcados, una máscara de arcilla con áreas planas y relieves toscos?” se pregunta. Finalmente, “Dibújame un avión”, es un homenaje a Antoine de Saint-Exupéry y su célebre obra El principito, mediante la historia de una niña y su vecino, un solitario anciano, piloto del régimen hitleriano durante la Segunda Guerra Mundial.