Trece días después de que más de 80 jefes de Estado y de Gobierno festejaron, con todos los honores, el centenario de la paz al término de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), bajo el Arco del Triunfo en la ciudad de París, el famoso escenario cambió radicalmente el sábado 24 de noviembre. De ser el anfitrión de las históricas ceremonias, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, se convirtió, ahora, en el blanco de todos los ataques populares.

De recibir los saludos de los poderosos de la Tierra, pasó a los insultos, especialmente por los jóvenes llamados “gilets jaunes” (“chalecos amarillos”, debido a que visten sacos sin mangas, de tela fluorescente de ese color, obligatorios a todos los automovilistas en caso de accidente en carretera). Con la bandera francesa en la mano, al grito de “todos juntos, todos juntos”, “Macron devuelve el dinero”, “Renuncia Macron”, los jóvenes entonaban regularmente el himno nacional francés, La Marseillaise (“La Marsellesa”), para protestar principalmente contra el alza de los precios de los carburantes. Por momentos lograron superar las sirenas de patrullas y tanquetas. Los enfrentamientos se alargaron hasta la noche.

Los tumultos sabatinos en Francia no empezaron el 24 de este mes, sino una semana antes, el día 17, cuando según datos oficiales 282,000 manifestantes salieron a la calle en todo el país, repartidos en 2,034 lugares. Ahora tuvo lugar el acto II de la movilización de los “chalecos amarillos”: más de 106,000 personas marcharon en actos de protesta en todo el país, ocho mil solo en París, según informó el ministro del Interior, Christopher Castaner. Más de 1,600 concentraciones fueron realizadas por los “gilets jaunes”, por la subida del litro de las gasolinas.

Sin embargo, las reivindicaciones de estos movimientos callejeros expresaron globalmente un exasperante cansancio fiscal, el sentimiento de pérdida del poder de compra y de injusticia social, más aún, grave desconfianza frente a la tarea de los dirigentes políticos. En pocas palabras, buena parte de la sociedad francesa está hasta la coronilla de los gobiernos nacionales, y de la política de Macron sobre el poder adquisitivo que supuestamente beneficia a las élites y castiga a los habitantes de menores recursos.

La subida de los energéticos y las reformas económicas del presidente Emmanuel Macron provocaron que los “chalecos amarillos” y muchos otros franceses llegaran a las barricadas incendiadas, manifestantes que, a semejanza de lo que sucedió en los disturbios parisienses de Mayo de 1968, cuando sacaban los adoquines de las calles, para lanzarlos a los policías, se enfrentaran a la fuerza pública que respondió lanzando gases lacrimógenos y disparos con cañones de agua. Los Campos Elíseos y la Plaza de la Estrella fueron testigos, una vez más, del descontento popular. Pese a la prohibición de las autoridades, que no autorizaron las manifestaciones en el histórico sitio donde se recuerda las glorias napoleónicas, solo en las cercanías de la Torre Eiffel, en el hermoso Campo de Marte, la zona verde más extensa de Ciudad Luz, bajo la vigilancia de agentes antimotines.

Cuando los manifestantes llegaron a la “Place de l´Etoile”, las fuerzas del orden los rociaron con una lluvia de gases lacrimógenos, lo que sofocó toda la zona, incluyendo los clientes de los restaurantes y hoteles que por ahí abundan, y los pasajeros del Metro. Los “gilets jaunes” interrogados por la prensa, consideraron que fueron los elementos de las Compagnies Républicaines de Sécurité, las rápidas CRS: Compañías Republicanas de Seguridad, fuerzas especiales de la Policía Nacional Francesa, con su acostumbrada rapidez, las que envenenaron la situación. Los manifestantes declararon tener derecho de hacer público su enojo en esas avenidas donde no tenían autorización. A su vez, la autoridad los declaró “grupos subversivos”, mientras que el ministro del Interior, Christopher Castaner, condenó la violencia de “sediciosos” de ultra derecha que integraron en su movimiento a los “chalecos amarillos” bajo el llamamiento de la presidenta del Rassemblement National –que hasta principios de año se llamaba Front National– : Agrupación Nacional, la dirigente derechista, Marine Le Pen, que inmediatamente rechazó la acusación: que nunca había convocado a la violencia y que el gobierno no tenía respuesta a los reclamos de los manifestantes.

De esos encuentros resultaron veinticinco personas heridas, cinco de las cuales eran agentes policiacos, En su cuenta de Twitter, el presidente de la República, Emmanuel Macron, expresó su “pena” por estos actos violentos. Escribió: “Gracias a nuestras fuerzas del orden por su valor y profesionalismo. Vergüenza a quienes los agredieron. Vergüenza a quienes violentaron a otros ciudadanos y a periodistas…No hay lugar para esta violencia en la República”. Asimismo, la Secretaría del Interior informó de los heridos. La semana anterior resultaron lesionados 106 fuerzas de seguridad, 130 personas detenidas, 42 en París.

Esta serie de manifestaciones populares tuvieron repercusiones en el extranjero, en Bélgica y en España. Y, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump aprovechó la oportunidad para aumentar la presión sobre Emmanuel Macron y la Unión Europea, en el terreno de las disputas comerciales y los gastos de defensa. Muy a su manera, por vía Twitter, el mentiroso mandatario estadounidense escribió que seguía de cerca las manifestaciones en Francia y no ocultó su antipatía por el joven mandatario galo, que en los pasados festejos por el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, insistió en su propuesta sobre la creación de un Ejército Europeo para que la UE no continúe dependiendo de las fuerzas armadas estadounidenses.

Trump escribió: “Las grandes y violentas manifestaciones en Francia no toman en cuenta lo mal que Estados Unidos ha sido tratado en materia de comercio por la Unión Europea, o en pagos justos y razonables por nuestra GRAN protección militar. Esos dos temas deben ser remediados pronto”.

Por otra parte, el ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, indicó el lunes 26 de noviembre que el movimiento de los “chalecos amarillos” tiene un “impacto severo” sobre la economía nacional, citando pérdidas en las cifras de negocios que van del 20% al 50% según los sectores en las dos semanas anteriores. Para solventar estos efectos negativos Le Maire anunció la implantación de seis medidas a fin de compensar la reducción de ganancias en las empresas. Por principio, una calendarización de los plazos sociales y fiscales podría decidirse empresa por empresa. También indicó que pediría a la ministra del Trabajo si podía decidir medidas de desempleo parciales. Así como otras medidas complementarias que ayuden a recuperar las cifras de negocios, como la aceleración del pago de las indemnizaciones y facilidades bancarias para los comercios. Por último, dijo Le Maire que “era muy pronto para indicar si el movimiento de los “chalecos amarillos” tendría impacto sobre el crecimiento del país”.

Emmanuel Macron, por su parte, de gira en Bruselas como miembro en el consejo europeo, al día siguiente de los disturbios, hizo un llamamiento para “dar una respuesta económica, social, pero también cultural y con sentido, a nuestras clases medias y a nuestras clases trabajadores”. Sin esto, “no hay proyecto de sociedad ni proyecto político”. Al ser interrogado sobre situaciones paralelas entre el voto de los británicos para el Brexit –la salida del Reino Unido (UK) de la Unión Europea– que fracasó entre las clases populares del país y los “gilets jaunes”, que se movilizan desde hace varias semanas para reclamar la supresión del alza sobre los carburantes, el jefe del Estado francés estimó que “no es posible pensar en comparar la situación de ambos países”…”el Brexit provocó posiciones muy diferentes entre la City y el resto del país, entre los jóvenes y los más ancianos. Lo que demuestra que en todas nuestras democracias es claro que debemos regresar a las clases populares y a las clases medias con perspectivas y capacidades para construir el progreso”.

En fin, los “chalecos amarillos” anunciaron que continuarán con sus manifestaciones hasta que el gobierno reduzca los impuestos sobre las gasolinas, medida que solo beneficia a las élites económicas, que “hablan del fin del mundo, cuando nosotros hablamos del fin de mes”. Distintos puntos de vista. VALE.