Irene Selser

La conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático 2018, COP 24, a realizarse del 3 al 14 de diciembre en la ciudad polaca de Katowice, se centrará en el diseño de los instrumentos que permitan cumplir las metas fijadas hace tres años por el Acuerdo de París (COP 21). Entre los documentos base figura el informe especial de 400 páginas publicado en octubre por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre la Evolución del Clima (GIEC), ya comentado en este especio, así como otros igualmente alarmantes.

Por ejemplo, el último reporte del World Wildlife Fund (WWF) que advierte de la desaparición de los animales salvajes a causa del recalentamiento.

Arnaud Gauffier, responsable de agricultura y alimentación de WWF-Francia, no duda en afirmar que mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios se han reducido en 60 por ciento desde 1970. Las causas: en primer lugar, la destrucción de los hábitats naturales bajo el efecto de la explotación forestal o minera, de la agricultura intensiva y la urbanización, así como la sobreexplotación, la contaminación, las especies invasivas y las enfermedades, además del cambio climático.

En un interesante chat con internautas organizado por el periódico Le Monde, Gauffier debatió el informe de WWF según el cual nos encontramos ante la sexta extinción masiva en el planeta (https://www.lemonde.fr/biodiversite/article/2018/10/30). La primera fue la del Pérmico-Triásico, hace 250 millones de años cuando desapareció casi 95 por ciento de las especies marinas y 70 por ciento de los vertebrados terrestres por una suma de causas que van desde un vulcanismo extremo, el impacto de un asteroide y/o la explosión de una supernova. En el desierto que fue entonces la Tierra, sólo los hongos perduraron…

Para Gauffier, si bien aquella crisis fue la mayor conocida hasta ahora, “es el ritmo de la desaparición actual lo que es dramático: es cien mil veces superior al de las cinco extinciones precedentes”.

Interrogado en qué medida es grave la desaparición de los animales salvajes, afirmó que su desaparición podría cuestionar “de manera profunda” nuestros modos de vida, tanto en el plano económico como en el de la seguridad.

Haciendo un cálculo sencillo, el experto dejó ver que si los servicios ecosistémicos asegurados por la naturaleza equivalen a unos 125 mil millones de dólares al año, es decir 1.5 veces el producto bruto interno (PIB) mundial, habría “consecuencias dramáticas” para la economía del planeta si le tocara a productores o gobiernos ponerse a polinizar por ejemplo los campos de colza (canola), tercera fuente de aceite vegetal después de la soya y la palma. Lo mismo ocurriría con la desaparición de los corales alrededor de los atolones, lo que obligaría a construir incalculables diques de protección contra las tempestades.

“La pérdida de la biodiversidad combinada con el cambio climático son las principales causas de la desestabilización de algunas regiones de Oriente Medio o el Sahel -que atraviesa África desde el Atlántico hasta el mar Rojo- y pueden por lo mismo tener consecuencias sobre la estabilidad y la seguridad mundiales”, añadió Gauffier.

Destacó que especies emblemáticas como los orangutanes, elefantes, tigres y osos polares no son más que la parte visible del iceberg y constituyen indicadores de la salud de los ecosistemas. “Cuando ellos desaparecen es a menudo la señal de que todo el ecosistema del cual dependemos desaparecerá también”.

Y si bien la WWF considera el aumento de la población mundial como una de las causas de la desaparición de las especies, “esto está lejos de ser la causa principal”, destaca el especialista. Más bien, dice, “la causa de ese declive está en nuestras formas de consumo, más que en el aumento poblacional”.

Sobre cómo movilizar a los líderes políticos y las más importantes empresas a favor de la protección al medio ambiente, Gauffier estimó que lo principal es mostrar que proteger la naturaleza “no es incompatible con una actividad económica”.

En el ámbito internacional, añadió, también es esencial “continuar con la movilización por un acuerdo ambicioso sobre la biodiversidad, al mismo nivel que el que realizamos en París en diciembre de 2015 coincidiendo con la cumbre de la ONU. Poder ligar los dos temas (clima y biodiversidad) en el ánimo de los dirigentes es también una buena vía, cuando por ejemplo luchar contra la deforestación es favorable a la biodiversidad y al combate del cambio climático.

En el caso de las empresas, el especialista opinó que es posible ayudar a las empresas a medir sus impactos sobre la biodiversidad aplicando medidas correctivas. Las campañas de denuncia y de boicot también pueden ser un arma útil para aquellas que se niegan a cambiar.

Habló asimismo de los obstáculos al aumento del número y la amplitud de las zonas protegidas de parte de las poblaciones locales, que temen que la protección reforzada de algunos territorios ponga en riesgo su marco de vida y les impida cualquier actividad económica, si bien hay muchos ejemplos que demuestran lo contrario en distintas partes del mundo.

Otro aspecto esencial abordado por Gauffier a lo largo del chat, es la incidencia en la deforestación del consumo de productos animales como la carne, leche, huevos y peces de acuicultura vía las importaciones de soya de América del Sur para alimentarlos. Es el caso de Francia, que además importa 10 por ciento de la producción mundial de cacao, lo que contribuye fuertemente también a la deforestación.

Los productos derivados de la pesca tienen igualmente un fuerte impacto sobre el declive de las especies, cuando 60 por ciento de las reservas está siendo explotada al máximo y 30 por ciento sobreexplotada al nivel mundial, sin contar, destaca Gauffier, las capturas incidentales de especies no comerciales como los delfines, tortugas, tiburones…

Para Gauffier, una de las maneras de colocar el declive de la biodiversidad como prioridad de la agenda política podría ser poner la deuda ecológica al mismo nivel que la deuda financiera, según una de las demandas de la WWF.

También, la WWF aspira a lograr un acuerdo internacional ambicioso en 2020 durante la COP sobre la biodiversidad en Pekín. “Se trata –destaca Gauffier– de reiterar el éxito de la COP 21 que dio origen al Acuerdo de París, pero sobre la biodiversidad” a fin de evitar la desaparición completa de las especies.