El gobierno del presidente Enrique Peña Nieto nunca estuvo a la altura de los retos que enfrentaba México. Lamentablemente nuestra nación es el país de la desigualdad y de la violencia. Podría citarse una interminable lista de datos y cifras. Basta señalar la grave crisis de inseguridad que ha llegado a niveles inimaginables, provocando miles de muertos, desaparecidos y desplazados por la violencia.

Ahí están las violaciones a los derechos humanos, los feminicidios y los miles de desaparecidos, entre éstos, los 43 normalistas de Ayotzinapa. México es un inmenso campo de fosas clandestinas. Después de tres décadas, el modelo económico impuesto sólo ha provocado el estancamiento de la economía, la desigualdad y la pobreza en la mayoría de la población. Tenemos un campo devastado, nuestras industrias energéticas quebradas y nuestros recursos naturales saqueados; gasolinazos, caída en el poder adquisitivo de las familias, falta de apoyos sociales y ausencia de expectativas para millones de jóvenes.

La corrupción es uno de los problemas más relevantes y un cáncer que afecta la administración pública. La corrupción daña la economía, acentúa la inseguridad, dificulta el trabajo y atrofia el ejercicio de gobierno. Resulta indispensable terminar con el círculo vicioso de corrupción e impunidad.

El 1 de julio pasará a la historia como el día en que la sociedad mexicana dijo ya basta. Por medio de su voto, decidió poner un alto a la inseguridad, a la pobreza y a la corrupción. El mandato de la sociedad fue claro: no quiere un relevo en el grupo en el poder, como ocurrió en el año 2000; quiere un nuevo régimen. Votó por un cambio de fondo. Votó por la cuarta transformación de la república.

Tengo la plena consciencia de lo que significó para la historia de nuestro país, de Latinoamérica y del continente, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Es la culminación de la lucha por la democracia que en 1968 iniciaron los estudiantes y que continuaron muchos movimientos sociales y políticos. Movimientos pacíficos, por el respeto al voto, por la reivindicación de derechos sociales y la exigencia de justicia.

La cuarta transformación de la república retoma el camino que hace más de dos siglos se inició en la lucha de Independencia. Consolida el Estado que delinearon los hombres de la Reforma y hará realidad los anhelos de justicia social de la Revolución. El propósito de la cuarta transformación de la república es la creación de un nuevo Estado social y de derecho. Con estabilidad y responsabilidad, reorientar nuestros objetivos a favor del desarrollo económico, la equidad, la justicia social y la atención prioritaria a los grupos vulnerables.

Construir un país donde se respete la plena vigencia de los derechos y las libertades, así como lograr la construcción de la paz para terminar con la violencia y la inseguridad. Se quiere tener una administración pública austera, eficiente y eficaz, donde se destierre la corrupción y la impunidad, además de recuperar plenamente la soberanía de nuestra patria y construir una relación de respeto y colaboración con todas las naciones del mundo.

@MBarbosaMX