Francisco Plancarte y García Naranjo

Escuché con atención el mensaje del presidente Andrés Manuel López Obrador en el Congreso de la Unión y me quedé con la impresión de que en política exterior su visión se reduce a principios tradicionales de no intervención y autodeterminación de los pueblos, pero que quizás está anclado a la llamada soberanía nacional absoluta, que en los dos últimos años algunos países han adoptado dando un paso atrás en favor del aislacionismo, proteccionismo y racismo.

Por otra parte, en el Zócalo le escuché privilegiar el concepto de estar a favor de la humanidad y la soberanía del pueblo, que evidentemente aplica a todas las personas del mundo. Esto me permite pensar que la propuesta del Centro Mexicano de Responsabilidad Global en favor de la globalización del derecho puede embonar con la cuarta transformación, si López Obrador es congruente en que la soberanía de los pueblos está por encima de los intereses de los gobernantes de los Estados, o sea de los políticos, que se marean y se sienten los dueños de su feudo, como en la Edad Media.

Vivimos en un mundo disruptivo desde que empezó la Revolución Industrial que ha provocado el cambio climático, y si López Obrador cree en la cuarta transformación para México con mayor razón debe de poner mucha atención a la cuarta revolución industrial en el mundo y la necesidad de un sistema parlamentario mundial.

Como sociedad civil mundial tenemos que impulsar un Parlamento Mundial Ciudadano que sea contrapeso efectivo a las elites de poder económico y político que hoy en día gobiernan de facto en el mundo y que en realidad representan cuando mucho 1 por ciento de la población total. Según informes de Oxfam en las reuniones de Davos, Suiza, un grupo reducido de menos de cien personas tienen tanta riqueza como el equivalente al de la mitad de la población más pobre del mundo, o sea, a 3,500 millones de personas que viven con menos de dos dólares al día.

El mundo está cambiando a pasos agigantados con las nuevas tecnologías y una manera de impulsar la democracia global es con un sistema de votación electrónico a través de Blockchain, que permite registrar el voto de manera inviolable y universal para el futuro de una participación democrática y transparente para la elección futura de parlamentarios ciudadanos.

En las universidades y preparatorias es posible impulsar que cualquier estudiante que recabe 100 firmas de apoyo tendría derecho como delegado  a concurrir a una convención regional de varias universidades con 100 delegados cada una, para elegir a los 10 primeros parlamentarios del futuro Parlamento Mundial Ciudadano.

Este nuevo paradigma es complementario a la propuesta de convocatoria de revisión de la Carta de San Francisco de 1945 para instalar una Conferencia General de Miembros de la ONU, en cualquier parte del mundo y sin límite de tiempo, con la finalidad de transformar la Organización de Naciones Unidas en parlamento mundial, que necesita urgentemente la comunidad internacional y la familia humana en su conjunto para la paz y la seguridad.

Sin duda, la gobernanza global es muy compleja y existen enormes obstáculos por los intereses creados, que incluyen el gran negocio de la guerra y la emisión de dinero sin respaldo, pero los intereses de 99 por ciento de las personas, la comunidad universitaria, las organizaciones de la sociedad civil, los profesionistas, los empresarios y en especial los adelantos de la información y comunicación están de nuestro lado si luchamos tenazmente por la verdad, la libertad, la justicia y la igualdad de oportunidades para un progreso compartido.

Estamos en el mismo barco, que en realidad es un pequeño planeta azul, con recursos limitados y una biosfera que tenemos que proteger con un parlamento mundial bicameral: 1) Cámara de las Naciones y 2) Cámara de Representación Ciudadana.