En una entrevista que concedió el —en ese momento— presidente de México, Enrique Peña Nieto, a un diario de circulación nacional, uno de los puntos que aclaró fue el de un supuesto pacto con el candidato ganador de los comicios de julio de 2018.

“No, no fue así, no hay pactos, la verdad es que yo me conduje con una enorme imparcialidad, siguiendo el proceso… pero, evidentemente, no tenía por qué entrar en acuerdo con absolutamente ninguno de los contendientes, lo dije públicamente. Yo al hoy presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, lo conocí o tuve mi primer acercamiento y diálogo, después de la elección, el día 3 de julio, nunca antes lo había visto, de no haber sido por los dos debates que tuve en 2012, siendo contendientes por la Presidencia de la República, ni antes de eso, ni después de eso, ni en ningún otro momento tuve un acercamiento con el hoy presidente electo López Obrador”.

No obstante, son insistentes las versiones de que algo motivó que Peña Nieto se retirara de la escena pública y que, incluso, cediera en algunos temas al equipo del mandatario electo, incluso se habló de instrucciones para no generar ningún inconveniente al nuevo gobierno.

“La ‘lectura’ fue clarita para los colaboradores del mexiquense: algo hay pactado, por lo que no hay que atacar a López Obrador ni al gobierno entrante”, escribió la columnista Martha Anaya el pasado 26 de noviembre.

Así, ante interpretaciones múltiples, es importante dilucidar si estamos ante una abdicación, una entrega anticipada del poder o de un efecto de la derrota electoral. Siempre! entrevistó a Federico Berrueto y a Raúl Trejo Delarbre para que nos ayuden a encontrar una respuesta a esta cuestión.

Estrepitosa derrota

Más allá de las versiones acerca de la existencia de un pacto o de una abdicación, lo que se observa es el resultado de “una apabullante derrota” del partido gobernante, sin que sean la mala campaña o una mala postulación de un candidato las razones que han obligado a Enrique Peña Nieto a hacerse a un lado, considera en entrevista con Siempre! Federico Berrueto.

Para el director general del Gabinete de Comunicación Estratégica, de lo que somos testigos en los meses posteriores a la elección presidencial es el resultado que los votantes indicaron con sus sufragios.

“El presidente sabe que el mandatario electo ganó en las urnas y que su administración fue reprobada, por eso decidió hacerse a un lado”.

Así, en forma inédita para la vida política del país se tuvo a un presidente en funciones que ha cedido el poder a uno electo que ya empieza a sufrir el desgaste de ejercerlo.

“A Peña Nieto no le ha ido mal, a quien sí es a López Obrador en este periodo antes de la toma de posesión”, consideró el politólogo.

La magnitud del resultado

De acuerdo con Federico Berrueto, el factor clave para entender lo que ha sucedido en los meses posteriores al 1 de julio, es el resultado de la votación. Se trata, en su opinión, de una derrota de tal magnitud que obligó a Peña Nieto a hacerse a un lado.

“Hay una larga espera para que ese mandato democrático se consolide en cámaras y, especialmente, en el gobierno, por lo que veo que la magnitud de la derrota de la elección presidencial es lo que condujo a que el presidente y el gobierno tuvieran que manejarse con un tono muy discreto, de muy bajo perfil y prácticamente entregando el poder”.

Adicionalmente, considera que tenemos a un presidente electo que ya está tomando decisiones, algo también inédito en la vida política nacional.

“Efectivamente, esto es lo que ocurrió, no hubo ni siquiera una bicefalia, tenemos un presidente electo tomando decisiones de gobierno, decisiones muy críticas, polémicas y que le han afectado al propio presidente electo, por el desgaste prematuro precisamente por ese protagonismo sin tener las riendas de gobierno; y por otro lado, la ausencia de a quien constitucionalmente le corresponde representar el país y dirigir el gobierno”.

Otra faceta de este tema, que consultó Siempre! con nuestro entrevistado, es el vacío que en comunicación política se produjo con el retiro en la práctica de Peña Nieto y de su gabinete.

“Aquí hay una decisión del presidente Peña Nieto de mantener el perfil lo más bajo posible y ser facilitador de este proceso de transición; más allá de que haya un pacto, un acuerdo, en realidad lo que hay es un abandono y una decisión unilateral de Peña Nieto de facilitar el ejercicio del poder a la nueva administración. Como ya hay un mandato y una certeza de quién va a gobernar, y, además, el propio presidente electo se encargó de demostrar cómo iba a gobernar, pues lo que hizo Peña fue ser facilitador de una decisión derivada del resultado electoral y esto, nuevamente, a lo que nos lleva es a cuestionarnos si ese largo periodo —aunque ya viene un cambio constitucional— es conveniente a la luz de lo que sucede en otros países; cuando ya hay un mandato democrático, el relevo en el gobierno se debe dar lo más pronto posible”.

 

Del 1 de diciembre en adelante

Para Federico Berrueto, si bien el gobierno entrante va a empezar el sexenio con una gran aceptación, no se debe perder de vista el frente económico.

“Lo que se ve ahora, a partir de la investigación social y de la manera en que la ciudadanía está viendo al nuevo presidente, es que López Obrador está comenzando en el marco de un apoyo popular muy amplio, de manera similar a como inició Vicente Fox, aunque en el caso del primero su grupo duro y creyente es mucho más sólido, convencido, y cuando digo Andrés Manuel no estoy diciendo Morena, porque este es un instrumento a su servicio, siempre lo ha sido, no es propiamente un partido, es un movimiento del cual Andrés Manuel es cabeza; en el lado político y social, la situación del inicio de este nuevo gobierno será en condiciones de aclamación, de una emotividad y un respaldo considerable, pero el frente económico está mostrando señales muy preocupantes, en donde lo primero que se revela es un desencuentro entre lo que es el mundo de los mercados, de las inversiones, etcétera, y lo que es la ciudadanía; esto no es un tema menor, porque si no hay inversión, confianza, presencia de aquellos sectores que siendo social y políticamente irrelevantes, que tienen el poder del dinero y, sobre todo, de la inversión extranjera, si no tiene presencia es cuestión de muy poco tiempo para que haya un deterioro en los bolsillos de los mexicanos, en las condiciones de empleo, en el crecimiento económico, es decir, a la larga empezará a repercutir y con un discurso como el que tiene Andrés Manuel a lo que iríamos es a la polarización una vez que se den estas condiciones de deterioro, cuando la gente empiece a advertir que si no se cuida la economía esto no va a afectar al gobierno ni a los ricos, sino a quien va a afectar en última instancia es a la población”.

Peña le quitó cinco meses al sexenio

Para Raúl Trejo Delarbre, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, es lamentable que Peña Nieto no haya cumplido el mandato para el que fue electo, dejando de ejercer el cargo luego de los comicios de julio pasado.

“Muy lamentable; el presidente Peña Nieto dejó de cumplir con su mandato constitucional, a él lo eligieron para que gobernara seis años y a ese periodo le quitó cinco meses en una circunstancia que reconozco que es peculiar, pero en donde hacia falta —como nunca antes— una conducción de gobierno clara, no quiero decir firme, pero sí que diera certezas al país y le permitiera cumplir con esa obligación constitucional”.

Trejo Delarbre agregó que se trata de una situación especial, en la que la fecha para que entrara en funciones un nuevo gobierno no fue respetada.

“Hay un situación muy peculiar, en la que el partido que estaba gobernando perdió por un margen tan amplio; nunca antes el Revolucionario Institucional había sido derrotado de manera tan contundente y en varias décadas no se había registrado una votación tan amplia, independientemente del partido que represente, para presidente electo; pero ese 53 por ciento, esos 30 millones de mexicanos que votaron por Andrés Manuel López Obrador lo hicieron para que fuera presidente a partir del 1 de diciembre, como ocurría formalmente, pero las presiones del ganador de las elecciones, su estilo de gobernar de manera anticipada, junto con la manera en la que el resultado de la elección apabulló al presidente Peña Nieto presentaron esta situación tan irregular, para decirlo de alguna manera”.

Versiones de pactos o acuerdos aparte, para el investigador de la UNAM es notable que el gobierno saliente empezara a llevar a cabo algunas de las acciones que el presidente electo anunciara luego de los comicios de julio.

“No tengo elementos para asegurar que hubo un pacto, conozco bien esas versiones, pero lo que sí sé es que hay muchos campos de la administración pública en los que el presidente dejó de tomar decisiones, por supuesto el país sigue funcionando, hay una inercia institucional gracias a la cual los impuestos se siguen recaudando —más o menos—, el gasto público se sigue ejerciendo con limitaciones, la publicidad oficial se sigue difundiendo, pero en los grandes temas no ha habido la conducción notoria y vistosa que suele hacer el presidente de la república. Incluso en algunos terrenos se puede advertir como las decisiones del presidente entrante definieron la actividad en algunas zonas de la administración pública”.

Trejo Delarbre ejemplifica lo anterior con el tema de la refinería en Tabasco, que fue una promesa de campaña de López Obrador, algo que ya empezó a ser desarrollado por la administración saliente.

“El nuevo presidente quiere construir una refinería, en la zona en la que se quiere ubicar ya hay tareas de desmonte, sin que haya estudios ecológicos, sin que haya un diagnóstico de los daños a la naturaleza que han sido provocados por Pemex; menciono este ejemplo porque está documentado recientemente y en otros más se puede pensar lo mismo; por supuesto que Peña Nieto ha tomado decisiones, como en el caso del Nayarit, pero ha faltado mucha presencia presidencial, sobre todo en un país presidencialista como el que tenemos”.

Una tragedia política

En opinión de Trejo Delarbre es de llamar la atención la manera en que se fue al suelo la imagen de Enrique Peña Nieto, a quien se le consideraba lo suficientemente hábil para manejar situaciones que afectaran a su gobierno.

“Cuando debió dar explicaciones, actuó con soberbia y desentendimiento de los intereses de la sociedad, lo cual resulta contradictorio con la habilidad política que se supone que tenía; estamos ante una tragedia política que no se ha traducido en una económica, porque Peña Nieto supo administrar la economía, tuvo asesores y ejecutores hábiles en ese sentido, pero nada cambió en este terreno, no empeoramos ni mejoramos y se mantuvo la polarización. A pesar de la contundente derrota, Peña Nieto debió haber ejercido la presidencia según el mandato de 2012, en vez de eso, se disciplinó a las órdenes de López Obrador, no solamente para facilitar una transición, sino para ceder los mandos antes de lo que le indicaba la ley y era políticamente pertinente. Ni modo”.

@AReyesVigueras