Jacquelin Ramos y Javier Vieyra

Amor. Una palabra que encierra los más diversos y profundos significados: felicidad, tragedia, erotismo, divinidad, dolor, cariño, belleza, muerte, vida, lo infinito. Puede ser también un apellido, un mote que se imponga en la vida de una familia o una persona para marcarla para siempre con la totalidad de sus definiciones. Eso era Pita Amor: una mujer cuya obra y existencia estuvieron marcadas siempre por los extremos sentimentales que su nombre le impuso.

Nacida el 30 de mayo de 1918, Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein disfrutó de vivir el siglo XX casi en plenitud, pudo ver el inicio del nuevo milenio y, únicamente rodeada de su soledad, partió del mundo poco antes de su cumpleaños 83.

Considerada una musa para grandes artistas como Diego Rivera, paralelamente a su tormentosa vida intima y su relación con notables círculos intelectuales y artísticos, Pita Amor destacó por una trayectoria literaria, específicamente poética, que sigue siendo enigmática y a la vez fascinante para todo aquel que la descubre.

Adentrarse en la personalidad y los poemas de Pita Amor, sea tal vez como querer explorar, en toda la extensión de la palabra, el significado de su apellido; no es una tarea sencilla y mucho menos superficial, pero, posiblemente, la mejor forma de hacerlo sea de la mano de un miembro de su familia, alguien que viva, como ella, con el amor de forma ineludible.

Y así lo ha demostrado Eduardo Sepúlveda Amor, sobrino de Pita, quien realizó un deslumbrante documental que retrata de manera nítida a la autora de Décimas a Dios. Sobre este proyecto, Sepúlveda destacó dos vertientes que destacan contundentemente de Pita Amor: la calidad de su obra literaria y la libertad de su personalidad.

“Ella fue una gran poeta, de ello no hay más testimonio que su propia obra, que es de una enorme calidad literaria y en su momento reconocida, sobre todo, en los años 40 y 50 por figuras más importantes de la literatura mexicana y por el público en general; tuvo desde entonces un gran numero de admiradores y seguidores. La otra parte de su figura que vale la pena resaltar es su papel como una mujer que vivió libremente su vida, al grado de que para algunos es considerada un símbolo de lo que se llamaba, en aquella época, liberación femenina”.

 

Divulgadora de poesía de habla hispana

Además de situarla como una de las grandes poetas mexicanas, Sepúlveda Amor considera que se debe de ubicar a Pita como una gran divulgadora de la poesía de habla hispana, ya que en sus recitales, programas de televisión y radio, siempre intentó incorporar la poesía no solo mexicana, sino además la poesía de los clásicos españoles.

“Pita cada vez que podía le daba nuevamente voz a los clásicos españoles como Pedro Calderón de la Barca y Lope de Vega, pasando por Sor Juana Inés de la Cruz, Federico García Lorca y de Miguel Hernández, sin olvidar por supuesto a muchos poetas mexicanos. Así que no solo era divulgadora de su propia obra, sino de muchos de los poetas de habla hispana que ella admiraba, y con los que tuvo gran influencia sobre todo en cuanto a la técnica de la escritura de su poesía”.

Más allá de sus claroscuros de su vida, dice el también fotógrafo, los sonetos de Pita siempre reflejaron en primer termino temas existenciales, que de alguna manera eran universales: el tema de la muerte, el erotismo, la existencia, de donde venimos, a donde vamos; y junto con ello, dice Sepúlveda, para cerrar con una poesía perfecta, tenía además dos cosas impresionantes además del talento poético: su memoria, nunca se equivocaba al recitar a los poetas que le gustaban que eran sobre todo los clásicos españoles, y la segunda era su agudeza mental.

“Es tan perfecta su poesía, que mucha gente se sienta identificada con su obra. Debemos reconocer que en su tiempo, la maestría que tuvo en el manejo de la poesía clásica, que fue comparada con clásicos españoles que denominaban esa técnica poética, y que ella de alguna forma reinvento con nuevos temas, pero con técnicas similares”.

 

Alfonso Reyes siempre la alabó

Recuerda el director y productor del documental, cuando se publicó el primer poemario de Pita, “Yo soy mi propia casa”, fue aclamado por la élite intelectual. Personajes como Juan Rulfo, Xavier Villaurrutia, Manuel González Montesinos y su mentor Alfonso Reyes aplaudieron su trabajo. Con este último, dice Sepúlveda, además de ser su consejero, fue un gran amigo con el que tuvo una enorme amistad y cariño. Testimonio de ello, son los diversos documentos que lo sustentan, como un perfil periodístico que ella escribió en la revista Siempre! en los años 50.

“Entre Pita Amor y Alfonso Reyes hubo una relación intelectual. Ella siempre reconoció a Alfonso Reyes, como uno de sus más importantes maestros junto con Xavier Villaurrutia, varios de los escritores de la época. Y viceversa, Alfonso Reyes reconoció a Pita desde un principio como una gran poeta, siempre la alabó y la siguió de alguna forma tutelando y aconsejando en torno a su obra, entonces fue una relación indudablemente de enorme importancia tanto para Pita Amor como para Alfonso Reyes”.

Pero Pita, dice el especialista en el ámbito audiovisual, también cultivó y se desenvolvió en la pintura y el dibujo, aunque es una faceta poco conocida de la oradora mexicana, pues asegura, ni en su casa, ni en los hoteles en los que habitó en los últimos años de su vida, nunca nadie vio libros, ni archiveros con sus manuscritos, mucho menos sus dibujos y óleos que por ahí deambulan en manos de muchos, y que recuerda colgados de las paredes de amigos de la “tía Pita”.

“No hemos podido identificar donde se encuentra toda esa obra que llego a realizar. Pero puedo decir, que su obra al óleo era espléndida, de muy buena calidad, aunque después se enfocó más al dibujo en los años 70s, 80s; en esa época empezó a dibujar mucho, a regalar sus dibujos a mucha gente, hay quienes considera que se debería de hacerse una exposición de la obra de Pita Amor, porque hay cosas muy interesantes en su obra. En mi documental incluyo esa faceta creativa de Pita, y pueden ver alguno de sus dibujos y pintura de acuarela. Deben de existir cientos de trabajos de Pita, sino es que miles, porque le gustaba mucho dibujar”.

Los ojos de la poetisa, sorprendidos mirando al espectador, se pueden admirar en uno de los retratos del muralista mexicano Diego Rivera. En la obra, no sólo se observan los gestos físicos continuos que hacia Pita Amor, sino además la gran belleza, presencia y el halo de ingenuidad que la rodeaba.

“Pita fue solicitada por varios artistas para ser pintada, entre ellos Juan Soriano, Manuel Montenegro y Diego Rivera, porque era conocida por su gran belleza y su gran disposición para mostrarse públicamente de una u otra forma. Ellos le hablaban para pintarla muchas veces desnuda, como fue el caso de Diego Rivera, pintor con el que además tuvo también una gran amistad. Ella aceptaba también porque le gustaba mucho el arte en general, por lo que después también fue fotografiada por varios medios de comunicación. A raíz de eso creo que no hay ninguna figura que haya sido pintada por los grandes pintores, como lo fue Pita Amor”.

Pita y Kahlo, precursoras del feminismo

Michael Schuessler, uno de los biógrafos de Amor, define su poesía como autoreflexiva y la compara con el trabajo plástico de la pintora Frida Kahlo. Además, de que asegura que así como ocurrió en la época de la kahlomanía ha llegado el momento de la pitamanía, idea que comparte Sepúlveda, pues afirma que Pita Amor, al igual que Kahlo, rompió códigos morales en su momento, digamos que “fueron las vanguardistas de aquella época”.

“Pita Amor, actualmente sigue teniendo muchísimos admiradores y seguidores, y esto influye en gran medida a jóvenes que la admiran bastante porque se sienten identificados con su obra. Bien es cierto que algunos la compara con Frida Kahlo, ya que fueron mujeres que rompieron esquemas, por lo que muchos jóvenes la consideran eso, una mujer que de alguna forma fue precursora de los movimientos de la liberación femenina”.

Por ello, resaltar la obra de “Amor” y provocar en el público la curiosidad por leerla, es una de las labores que en los últimos años se ha propuesto el sobrino consentido de la poetisa, no obstante, señala Sepúlveda, hoy en día es difícil encontrar la obra de Pita en las librerías. Asegura, es necesario que se redite más su obra, y que salgan más propuestas por parte de la casas editoriales de reditarlas, como es el caso de Random House, que esta interesada en reditar lo que en su momento fue un volumen que se llamo Obras completas, que son las cinco obras más importantes de Pita, entre 1946 y 1952.

“Ahora tenemos una buena noticia, y es que el Fondo de Cultura Económica, que fue una de sus primeras casas editoras, ya edito y reedito este año, Décimas a Dios, una de sus obras más famosas, además que esta por reditarse la obra semi autobiográfico Yo soy mi propia casa, otra de sus grandes obras sin duda en prosa”.

La poeta, quien traspasó las fronteras del país, sobre todo hacia España, murió el 8 de mayo del 2000 sin perder el egocentrismo, vanidad y seguridad que la caracterizaban: “siempre tuvo una relación de gran cariño con la familia, y por sus sobrinos en particular. Recuerdo que cuando iba a la secundaria, mi tía Pita me asesoraba a la hora de decir poesía en la escuela, en la clase de gramática, o español; ella me recomendaba poemas, recuerdo, cuando me hizo aprender muy bien un poema de García Lorca, que después recite en la clase, y me fue excelente. La veía con frecuencia, me demostraba su cariño de alguna u otra forma, a veces con regalos, a veces simplemente verbalmente, y particularmente en los años ochentas, finales de los setentas, pues varios de sus sobrinos fuimos asistentes regulares o frecuentes a sus recitales, acabábamos cenando con ella, siempre con su gran encanto e ingenio, pues hacia esas comidas o cenas muy disfrutables”.