Está por escribirse la historia con el mandato presidencial constitucional que ejercerá Andrés Manuel López Obrador a partir de este primero de diciembre. Un gobierno que se inicia con el mayor número de votos en la historia del país y con grandes expectativas entre la población para lograr reales cambios como acabar con la corrupción, reducir la pobreza y mejorar la economía.

Promesas que sonaron bien en campaña pero que en la realidad resultarán difíciles de cumplir frente a un entorno económico internacional volátil, con la desconfianza de los mercados internacionales y, en lo interno, sectores financieros y empresariales preocupados por la política económica a seguir y que se espera que sea develada en los primeros mensajes que pronuncie el primer mandatario.

Sobre todo, en la presentación del presupuesto que se ejercerá el próximo año —algunos la llaman la madre de todas las batallas— para cumplir lo prometido sin que haya una reforma fiscal en los próximos tres años de su administración, como se comprometió ante el sector empresarial.

Sin estar en funciones, y ante el vacío dejado por la administración de Enrique Peña Nieto, el gobierno lopezobradorista ya sufrió algunos costos entre sus votantes por la toma de decisiones como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, las consultas populares hechas a modo, la militarización de la fuerza pública y sus alianzas con políticos y empresarios a los que anteriormente denostaba. Las encuestas se han reflejado en diversos medios de comunicación.

El doctor en ciencias sociales con especialidad en sociología por el Colegio de México Nicolás Loza Otero señala que, a pesar de la incertidumbre generada frente a las políticas públicas que pueda ejercer el nuevo mandatario, el hecho de que haya ganado no solo con el voto mayoritario sino pluriclasista, le permitirá seguir contando con el apoyo de la población menos informada, mientras que la más activa políticamente no le perdonará nada. Esta es la entrevista de Siempre! con el también investigador de la Flacso.

Vacío de poder ocupado

Su opinión sobre el gobierno en funciones que ya no ejerce el poder y el que llega y, sin ser constitucional, lo ejerce.

Se combinaron dos hechos que no se han presentado en el pasado. Por un lado, un presidente que sale muy débil, con muy baja popularidad, que pierde recursos de autoridad y cuyo partido queda con una bancada casi testimonial.

Por otro, el presidente electo que gana la contienda como nadie lo había hecho en los últimos 20 años, muy fuerte, con gran popularidad y muchos recursos de poder. Tiene mayoría en la cámaras por la distribución de candidaturas, partidos afines y con mayoría para hacer modificaciones constitucionales. Esa combinación provoca una suerte de vacío ocupado.

En esta última semana es muy visible ante hechos tan graves como lo que ocurre en la frontera norte o lo que está pasando con la economía del país e incluso con la economía internacional.

Estos últimos indicios de que el peso mexicano ha perdido valor frente al dólar, de que han salido capitales de la Bolsa de Valores, son indicadores de que ha habido un efecto negativo en estos últimos meses sobre los mercados, que es más atribuible a las señales de política pública que va a seguir el próximo gobierno.

¿Qué implicaciones sociales ha tenido?

Tenemos hasta ahora hay poca información sobre lo que está pasando en la sociedad mexicana. López Obrador ganó con un voto no solo mayoritario sino pluriclasista. Tuvo mayoría prácticamente en todos los segmentos sociales con independencia de cómo los agrupemos; segmentos con ingresos medios y altos entre segmentos con muy bajos ingresos; jóvenes, viejos, hombres, mujeres. Varió un poco el apoyo en general, en todos tenía respaldo mayoritario, aunque difícilmente se va a mantener así.

Sabemos por los datos de encuestas de los últimos meses que inmediatamente después de su victoria con 53 por ciento de votos, tuvo una mejora notable de su imagen frente a gente que no votó o que votó en su contra.

El diario El Universal informó hace un par de meses de una aprobación de alrededor de 66 por ciento, y el pasado día 26 da un nuevo dato de una aprobación de alrededor de 55 por ciento. En este momento es muy probable que esté desinflándose, pero no deja de ser bueno.

Sigue siendo más alto que la aprobación de votos que tuvo y, sin embargo, dada la mejora que había tenido hace un par de meses, es un dato que al propio presidente electo y a su equipo debería preocuparles porque si mantiene ese ritmo de deterioro de su imagen va acabar el año con menos de la mitad de la población aprobándole y hacia mediados del próximo año, con problemas de credibilidad.

Aclaro: tampoco tiene que suceder, no sabemos qué vaya a pasar, depende de muchos factores pero lo cierto es que él hizo algunas apuestas en estos meses de la transición, como la cancelación de la obra del aeropuerto, las declaraciones de Ricardo Monreal respecto a las comisiones bancarias y algunas otras iniciativas como disponer de las reservas o modificar el esquema de pensiones de afores. Declaraciones que han inquietado a los inversionistas.

Crece la incertidumbre

Sin duda, hay mucha incertidumbre, ya empezamos a resentir los efectos de su política salarial de gobierno. Hay gente que la quincena pasada sobre todo en mandos medios, cobraron menos; dejaron de recibir un bono o algún adicional por desempeño y vieron mermadas sus percepciones en distintas proporciones que pueden ser de 10 a 20 por ciento. Eso explicaría el paso a 55 por ciento de la aprobación.

Van a empezar a manejar recursos, en el momento en que los tengan; implicará que siempre que alguien gana es porque alguien pierde, y entonces vamos a ver quiénes son los perdedores, qué voz tienen, qué capacidad de acción política y cómo afecta eso en general en el ánimo social.

¿Qué hay de la polarización generada entre algunos sectores?

Se habla, a mi gusto, muy a la ligera de que estamos en un ambiente muy polarizado. Si López Obrador tenía hace un par de meses 66 por ciento de aprobación, es difícil aceptar que eso pueda ocurrir en un ambiente polarizado. Ante ese dato tendríamos que decir que más bien tiene una oposición muy sonora que quizá lo reprueba con energía, es un momento en que es difícil dar una opinión. Me parece que en el público menos interesado en política, menos activo, tiene en este momento una buena recepción, hay expectativas favorables.

Por otro lado, tiene entre la población más informada, más activa políticamente, un segmento cuantioso, muy sonoro que no le perdona una, que lo marca muy de cerca y no deja de señalar cualquier error o riesgo en acciones y decisiones y que puede ir ganando influencia en la medida en que esas acciones de parte del hoy presidente impliquen costos o deterioro de la situación real de la población.

 

Escenarios

Vamos a esperar porque en general la política que hasta ahora ha seguido López Obrador es quitarle a quienes más tienen sin que eso por ahora signifique proporcionar ningún elemento adicional de bienestar a quienes menos tienen. Si se mantiene la política de quitarle la guardia del Estado Mayor Presidencial a los expresidentes, de quitarle sus pensiones, va a quedar solo como una política de revancha sin ningún efecto redistributivo real. Si hay un efecto redistributivo, algunos incluso clasemedieros dirán: me costó pero benefició al país, y obviamente la clase más necesitada lo agradecerá enormemente y lo apoyará.

Si eso no sucede, y es probable que no suceda, vamos a tener una clase media muy enojada sin posibilidad de reconocer nada bueno en la política aparentemente redistributiva y segmentos populares sin ninguna nueva ganancia por el nuevo gobierno, entonces sí creo que bajarán sus niveles de aprobación, no sabemos cuánto ni sabemos en qué velocidad.

El gran reto para López Obrador es una de dos: que si le va mal, no le vaya tan mal para la elección intermedia y mantenga su mayoría en el Congreso. También tiene el riesgo de que le vaya muy mal y para dentro de un año, dos, tendrá aprobaciones del 40 por ciento y el riesgo real de perder mayoría en el Congreso y de perder incluso una consulta revocatoria.

Hay un tercer escenario que es el de éxito de López Obrador que implicaría dos opciones: que las condiciones de vida de la gente más empobrecida en el país, clases medias populares hacía abajo, no se deterioren, tal vez no mejoren, pero que no se deterioren, y con esos segmentos sea suficiente.

Mientras no se deterioren sus condiciones de vida puede alcanzarle a López Obrador para que lo sigan aprobando, y si además hay una ligera mejoría en el nivel de vida de los segmentos populares, va a salir en hombros de una eventual consulta revocatoria dentro de tres años y en la elección intermedia. Dadas sus preferencias en términos de organización del Estado, del tipo de democracia que tiene, vendría un escenario probablemente acompañado de más reformas políticas administrativas centralizadoras donde el modelo de democracia se parezca más a las democracias participativas directas de los estados bolivarianos, que es lo que actualmente tenemos.

Por otra parte, no dudo de que venga su iniciativa de reforma político electoral donde hará más difícil registrar un partido, les reducirá el financiamiento público, podría reducir el número de diputados, bajar los tiempos de campaña, limitar su presencia en medios. Será muy difícil defenderlos, cuando en realidad defender el financiamiento público a los partidos, las campañas electorales con presencia en medios, una Cámara con un número de diputados con representación proporcional cuantiosa, es defender la democracia, pero el electorado está tan molesto con años de corrupción y de ineficiencia que no se fija en eso.

Hoy está por escribirse la historia, ya empezó, ya vamos sobre el capítulo uno, vienen seis más.