Hace seis años, el 25 de agosto de 2012, la Voyager 1 empezó su viaje al espacio interestelar, y apenas el 5 de noviembre de este año, la Voyager 2 también cruzó el borde externo de la heliosfera. A partir de esa fecha ambos satélites explorarán lugares a donde ni remotamente nos imaginábamos hace algunas décadas que podríamos llegar.

Desde 1977, cuando se inició esta aventura espacial, se planeó que ambas sondas navegaran por el espacio interestelar por miles de años, con un primer acercamiento de la Voyager 1 a una estrella dentro de 40 mil años, la AC+79 3888 también conocida como Gliese 445, de la constelación Camelopardalis.

 

Un viaje al infinito

El 20 de agosto de 1977 comenzó el viaje a las estrellas y más allá, con el lanzamiento de la Voyager 2; posteriormente, el 5 de septiembre del mismo año fue lanzada la Voyager 1, que con otra trayectoria y con una mayor velocidad, se alejó más rápidamente de nuestro planeta.

La misión de la Voyager 1 fue tomar fotografías de Júpiter, lo que logró en marzo de 1979, con el sistema bicolor simplificado de Guillermo González Camarena; la nave observó por primera vez actividad volcánica fuera de la Tierra, en el satélite Io. En noviembre de 1980 descubrió en los anillos de Saturno estructuras complejas y obtuvo datos de la atmósfera de Titán, el mayor satélite del planeta.

En su viaje al espacio interestelar, la sonda espacial cruzó el borde del sistema solar, a 17 mil 860 millones de kilómetros de la Tierra, ya que se detectó una brusca disminución del viento solar (corriente de partículas, principalmente electrones y protones, que se liberan en la corona solar) en la heliosfera (región bajo la influencia del viento solar y su campo magnético, que abarca más allá de Plutón), por lo que se consideró que la nave había entrado a la heliopausa (el punto en que el viento solar se une al medio interestelar), que teóricamente señala la frontera del sistema solar con el espacio interestelar.

Por su parte, la Voyager 2 detectó en Júpiter una atmósfera de hidrógeno y helio; asimismo hizo descubrimientos relevantes en sus satélites: Europa, Ganímedes, Calisto, Adrastea, Metis y Tebe, estos tres últimos fueron descubiertos por la nave espacial.

En Saturno determinó que su temperatura promedio es de -203°C. En Urano descubrió diez satélites, su campo magnético, su atmósfera formada de metano y amoniaco; por los datos encontrados se sospecha que en su interior puede haber océanos de hielo y agua. El satélite Tritón, de Neptuno, tiene la temperatura más baja del sistema solar, -235°C.

Al igual que la Voyager 1, cruzó la heliosfera solo que a diferencia de la primera tiene un instrumento que analiza las características del viento solar, llamado PLS (Plasma Science), por lo que se supo con mayor precisión cuando se efectuó su salida de la heliosfera.

 

Dos navíos cargados de datos

Las dos naves llevan en su interior un disco de oro con “los sonidos de la Tierra”, que son una muestra de la diversidad de la vida y la cultura del planeta, que consisten en saludos en 56 lenguas; diferentes sonidos que se producen en el planeta: de volcanes, terremotos, rayos, viento, lluvia, mar, grillos, ranas, pájaros, elefantes, latidos cardiacos, risas, fuego, besos, tren, satélite y autobuses, entre otros.

También se incluyeron 116 fotografías de formas de vida y de nuestra sociedad, como la Tierra desde el espacio, células, partes del cuerpo humano, niños, paisajes, animales acuáticos y terrestres, hombres y mujeres de diferentes grupos étnicos, edificaciones y astronauta en el espacio.

En el disco también se grabó música de diferentes países, como el Concierto No. 2 de Brandenburgo, La consagración de la primavera de Stravinsky, la Quinta sinfonía de Beethoven, Melancholy Blues de Louis Armstrong, Canción de boda de Perú, Canto nocturno de indios navajos, Percusión senegalesa, Canción de la casa de los hombres de Nueva Guinea y El Cascabel de Lorenzo de Barcelata, interpretado por Antonio Maciel y Las Aguilillas con el Mariachi México de Pepe Villa.

De esta forma, si en un futuro muy lejano el disco de oro lanzado al océano interestelar es captado por civilizaciones extraterrestres, tendrán conocimiento de cómo era la vida en el planeta Tierra.

@RenAnaya2

f/René Anaya Periodista Científico