• Como muchos otros periodistas y figuras de la oposición, Galeano recibió decenas de amenazas previas a la orden de captura que el gobierno giró tras el asalto a 100% Noticias.

  • Desde Miami, el perseguido periodista acusa a Daniel Ortega

Por Irene Selser

Amenazas de cárcel, muerte y desde hace unos días el exilio es lo que ha enfrentado el periodista nicaragüense Luis Galeano, de 40 años y dos décadas en el oficio, por desafiar al presidente Daniel Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo desde su programa “Café con Voz”. Pensado inicialmente como un espacio radial de debates y comentarios cuando fue creado en 2012, dos años más tarde su programa pasó a la televisión en el Canal 23 y en 2016 se sumó al equipo de la televisora 100% Noticias, un espacio de 24 horas de información allanado y clausurado por la Policía el pasado 21 de diciembre en Managua.

En esa redada fueron detenidos el director del canal, Miguel Mora y su jefa de Información, Lucía Pineda Ubau, junto a otros empleados. También fue capturada la esposa de Mora, la periodista Verónica Chávez, liberada horas después. Desde ese día, el canal cesó sus transmisiones ya que sus instalaciones fueron saqueadas y luego cerradas por órdenes del ente regulador de telecomunicaciones Telcor. A las afueras de las oficinas permanecen policías antimotines, que también allanaron posteriormente la casa de Lucía Pineda.

Tanto Mora como Pineda fueron acusados formalmente por la Fiscalía de provocación, proposición y conspiración para cometer actos terroristas, una semana después de que el viernes 14 de diciembre policías rompieran de noche los candados y ocuparan el edificio donde el conocido periodista Carlos Fernando Chamorro, crítico del régimen Ortega-Murillo luego de haber sido uno de los voceros del sandinismo durante la revolución de 1979-1990, tenía las oficinas de los medios de prensa que dirige, entre ellos el periódico digital Confidencial, pionero en internet con 25 años de existencia.

 

A la par fueron inhabilitadas una decena de organizaciones no gubernamentales (ONG), en primer lugar el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), presidido por la octogenaria activista Vilma Núñez, la principal organización en su materia en el país centroamericano, con dos décadas de existencia, y que ha venido denunciando los abusos de Ortega-Murillo desde mucho antes del 18

de abril. Ese día estalló una protesta estudiantil pacífica que fue reprimida con violencia, lo que derivó en una rebelión ciudadana a nivel nacional exigiendo el adelanto de elecciones y la salida de Ortega, en el poder desde hace 11 años, luego de presidir en los ’80 la revolución que encabezó el Frente Sandinista (FSLN), hoy bajo control de Ortega.

La profunda crisis política ha dejado entre 325 muertos y 500 muertos, más de 500 personas encarceladas, dos mil heridos, al menos 52 mil exiliados y más de 400 mil nicaragüenses en el desempleo a los que pronto se sumarán otros 30 mil funcionarios del Estado, según los recortes previstos.

La captura de Miguel Mora y de Lucía Pineda Ubau -quien tras su captura se negó a ser extraditada a Costa Rica a raíz de su doble nacionalidad y prefirió enfrentar la cárcel-, empujó a Luis Galeano a tomar “una de las decisiones más difíciles de mi vida. Creo que soy más útil denunciando desde el exterior que dentro de una celda en Nicaragua”, confió al diario La Prensa el 29 de diciembre, poco después de salir al exilio con su esposa y su hijo.

Por cierto, se afirma que al también opositor periódico La Prensa le queda papel para un mes y medio, pero las autoridades le impiden retirar de la Aduana sus abastos para poder seguir circulando.

Galeano confiesa que los últimos días en su país fueron muy difíciles. “Sabíamos que podía subir la censura, pero por muy listo que uno se crea, nunca te lo esperás. Llega un momento en que tenés que tomar una decisión de entre esperar y entregarlo todo, o simplemente sobrevivir y estar libre. De pronto me miro frente al espejo y digo: ¿me quedo o me voy? Me quedo como una persona que quiere martirizarse para que la gente mire que soy otro preso político, o sirvo más desde fuera de Nicaragua, y decidí por tanto que me iba”.

Como muchos otros periodistas y figuras de la oposición, Galeano recibió decenas de amenazas previas a la orden de captura que el gobierno giró tras el asalto a 100% Noticias. Las amenazas de cárcel contra su vida y contra su familia “eran todos los días en el Facebook Live mientras grababa. Eso era el pan de cada día. Yo sabía que en Café con Voz, mientras estaba al aire, estaba de frente a una cantidad de perfiles falsos que emitían cualquier cantidad de amenazas. Uno lo puede ver como normal, pero no dejaba de pensar que al finalizar el programa, de camino a casa, algún fanático podría cumplir con lo que había anunciado en mi contra”.

 

Galeano se exilió en Miami junto a Winston Potosme, su productor, a fin de “seguir denunciando al mundo lo que ocurre en Nicaragua. Sería una injusticia y darles la espalda a todas las personas que han perdido seres queridos en esta batalla cívica, o están presas injustamente. Nosotros vamos a seguir denunciando y peleando por la libertad de los secuestrados políticos. Aquí tiene que haber justicia, verdad y reparación de las víctimas. No podemos callarnos y abandonar a todos los que están presos y mandan mensajes diciendo que siguen firmes. Vamos a estar firmes y dignos para dar la batalla desde el exterior”.

“Nos han dado un buen golpe, no hay que negarlo –añade Galeano-, pero no estamos acabados. Por el contrario, estamos retomando aire para seguir dando la batalla, a como el país lo está pidiendo”.

Sobre Miguel Mora y Lucía Pineda dijo que “estábamos en la línea de dar la batalla hasta el final. Con Lucía, siempre ella combativa, inspiradora, valiente, rebasando las expectativas. Siempre estuvo dispuesta a agarrar un teléfono o el micrófono para denunciar o desnudar cualquier situación. Sin pensarla, con su espíritu de periodista”.

Galeano acepta que “me golpeó mucho ver a Miguel en los juzgados, en la forma que lo presentaron. A veces me quedo ido recordando cosas con él y me pregunto cómo está, si estará bien, si estarán golpeándolo. Igual con Lucía. Me ha golpeado mucho verlo con ese uniforme azul infame, de vergüenza”.

También responsabilizó al gobierno por cualquier cosa que le pueda ocurrir a su familia que quedó en el país. “Mi familia está con temor. Y aunque está en Nicaragua, bajo resguardo, no dejan de tener miedo de que puedan tomar represalias. Y si así ocurriera, hago responsable a Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo”.

Galeano, quien comenzó en el periodismo en 1999 y denunció entonces la corrupción del presidente Arnoldo Alemán –quien pactaría con Ortega el regreso de este último al poder en 2007-, así como la corrupción o actos anómalos en el gobierno del empresario Enrique Bolaños, lo siguió haciendo durante la administración del antiguo líder sandinista, hoy acusado de dictador como Anastasio Somoza.

“Los gobierno anteriores quisieron tal vez comprarme con dinero. Me ofrecieron dádivas o beneficios, con tal de callar denuncias de corrupción, lo cual rechacé con entereza y valentía. Pero en este gobierno de Ortega es que me han amenazado de muerte desde 2011, cuando hice una investigación sobre las facturas falsas del Consejo Supremo Electoral. Nosotros hicimos las denuncias públicas pese a las amenazas de muerte. El Ministerio Público abrió un expediente, pero nunca dio una respuesta sobre esta situación. En este gobierno me han amenazado de muerte antes y ahora me han obligado a exiliarme”, asegura Galeano.

Sobre las acusaciones de Ortega, quien tilda a los periodistas de “sesgados” y “pro golpistas”, Galeano afirma que “en una situación como esta, donde no tenemos cómo contraponer las cosas desde el punto de vista oficial porque no nos dan entrevistas los funcionarios públicos, es difícil hacer un periodismo ecuánime, equilibrado y balanceado. Ahora, yo prefiero que me digan que estoy parcializado pero decirte la verdad, a tratar de buscar el balance dándole voz al criminal que está matando a la gente o justificando que mató por combatir un golpe de Estado. Prefiero estar del lado de la población que está siendo masacrada, perseguida y en el exilio. Pueden decirme parcializado, pero voy a decir la verdad, y la verdad es que ha habido una masacre en el país. La han constatado los organismos internacionales de derechos humanos, quienes la han calificado como crímenes de lesa humanidad”.

De hecho, en el marco de la persecución a periodistas y ONG’s, el gobierno  expulsó el miércoles 19 a dos misiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el país dedicadas a investigar la violencia ocurrida durante los primeros días de protestas.

La CIDH, órgano independiente de la Organización de Estados Americanos (OEA), dio cuenta ese día de que el Mecanismo de Seguimiento Especial para Nicaragua (Meseni) y el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) fueron suspendidos por, supuestamente, no cumplir sus objetivos.

La coordinadora del Meseni, Ana María Tello, aseguró que el canciller Denis Moncada les notificó que tenían que abandonar el país de forma inmediata, mientras que el gobierno de Ortega justificó la decisión en la “falta de imparcialidad y sesgo de las misiones” de la CIDH.

La expulsión se dio la víspera de que el GIEI presentara su informe final sobre los hechos de violencia ocurridos entre el 18 de abril y el 30 de mayo, el cual fue dado a conocer días después desde la OEA en Washington. En él se critica con contundencia la falta de transparencia, independencia y autonomía del Ministerio Público para encontrar a los responsables de las muertes violentas ocurridas durante las protestas antigubernamentales.

Galeano advirtió que se está “llegando al límite en que tenemos que pensar hacer periodismo desde la clandestinidad. No sé si al señor Ortega se le va a ocurrir de pronto terminar con internet, cerrar o restringir las redes sociales. Recordemos que ya lo pensó antes de abril”, siendo ese, en rigor, el factor que desataría la furia de los jóvenes.

“Lo que quiere Ortega –continúa– es que no existan ojos, oído ni boca para contar lo que sucede en el país. Tenernos en un Estado de sitio permanente. Por lo tanto, los periodistas tenemos que irnos preparando desde las plataformas digitales para seguir denunciando en el mundo lo que está sucediendo. Tenemos que reinventarnos y mantenernos unidos. Para que lo que diga uno lo repliquemos todos. Llego el momento en que no importa la exclusividad ni el nombre de quien va a estar delante de la nota, o quién hizo el reporte o la entrevista exclusiva. Lo importante es que el mundo siga enterándose de lo que está pasando en Nicaragua”.

Su compromiso no es sólo verbal. El 31 de diciembre, ya en Miami, Galeano junto a otros dos conocidos colegas que dejaron el país poco antes, Jaime Arellano y Aníbal Toruño, emitieron un Programa Especial de Fin de Año a través de YouTube y Facebook Live bajo el lema de “2019: Año de la Libertad que todos esperamos”.

Arellano, comentarista político y presentador de televisión con un espacio en 100% Noticias dejó el país el 26 de noviembre aduciendo problemas de salud “con la presión fuera de control” por las amenazas, mientras que Toruño se puso a resguardo a inicios de diciembre, luego de que la Policía desmantelara su emisora, la emblemática Radio Darío, con 68 años de existencia y en el departamento de León, a unos 90 kilómetros al noreste de Managua, saqueada sin orden judicial, como ocurrió más tarde con los demás medios.

Tanto la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos (Oacnudh) como la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR), que representa a más de 17 mil medios de radio y televisión en toda América, expresaron su condena al allanamiento de Radio Darío y el Canal 100% Noticias entre otros medios y urgieron al régimen de Ortega a cesar esas persecuciones y respetar la libertad de expresión, además de la devolución íntegra de los equipos confiscados.

Galeano, Arellano y Toruño dedicaron su nuevo programa de análisis y denuncia a los periodistas Miguel Mora y Lucía Pineda Ubau, así como a todas las víctimas de la represión en su país y calificaron de “histórico” el momento porque, dijo Toruño, “después de la tragedia vendrá el retorno a nuestra patria y a los espacios de libertad y democracia”.