Quizás la principal falla del famoso y ferviente defensor del libre comercio y el multilateralismo, el Foro Económico Mundial (FEM) que desde 1971 anualmente se celebra en Davos –estación de esquí situada en un extremo de Suiza, en el cantón de los Grisones–, es que la mayoría de los participantes fantasean con las decisiones económicas que debería tomar después de la reunión y, en realidad, nunca sucede nada extraordinario.
Sin duda, el foro ha ganado a pulso su reputación, y los que asisten (o sus gobiernos o empresas) desembolsan varios miles de dólares para figurar en las mesas de discusiones. El encuentro permite fijar citas con los personajes más influyentes del mundo (en lo político y en lo económico, aunque algunos presumen más de lo que logran en esos días; algunos periodistas se bañan con crema por viajar a Davos). Es cierto que los jefes de Estado y de gobierno se reúnen con los hombres del dinero pero muy pocos saben para qué. Aunque nadie sabe qué sucede en los pasillos. Las pláticas secretas entre ellos no se graban, están bien protegidas, guardadas, como sucedía durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la ciudad suiza recibía bien cubiertos a los enviado de los bancos centrales de los países beligerantes para discutir los conflictos monetarios del momento. Muy a la costumbre helvética.
Muchos críticos del FEM tratan de no engañarse y de engatusar a la opinión pública. Sin duda, el foro es defensor del libre comercio y por ende del multilateralismo, pero no menos cierto es que evita, con todos los paños posibles, los encontronazos brutales sobre los temas espinosos. No es mera casualidad su domicilio, de ahí su neutralidad respecto a las grandes potencias: indulgente con la Unión Americana y Europa, abierta a las clarísimas ambiciones chinas e indias y más que tolerante frente a Rusia presente en Davos, pese a las presiones de Washington para que se limitara al nuevo zar (Vladimir Putin) y a otros pocos rusos.
El tema del Foro de 2019 es “Globalización 4.0: Cómo diseñar una arquitectura global en tiempos de la cuarta revolución industrial”. Y se nutre de dos grandes tendencias. La primera resume que el actual es un momento propicio para la cooperación global, ya que la frustración ante la incapacidad de la globalización de crecer consistentemente los niveles de vida ha dado lugar al resurgimiento del populismo y el nacionalismo en casi todo el planeta.
Segunda: nos enfrentamos a una nueva ola de cambio (que nos recuerda la “nouvelle vague” del cine francés de fines de los 50 del siglo pasado), de la mano de la revolución tecnológica digital. Ya que el cambio climático representa una amenaza concreta a nuestro futuro común, deben encontrarse formas mejores de que la economía global funcione. El tiempo corre, no hay que desperdiciarlo.
El propio profesor Klaus Schwab, fundador del FEM, envió hace unos días una carta a los invitados al foro en la que advertía estos cambios son tan profundos, desde la perspectiva humana, que “vivimos en unos tiempos en los que conviven la mayor promesa y los peligros potenciales”. Schwab es quien troqueló el término Cuarta Revolución (que también es denominada Globalización. 4.0 o simplemente Digitalización) y así tituló un libro, editado por la española Editorial Debate, en el que estudia los riesgos de que los gobernantes vivan encasillados en un “pensamiento tradicional con miras sólo a corto plazo”.
El fundador del FEM abunda: “Esta cuarta ola de globalización debe centrarse en las personas y ser inclusiva y sostenible. Ingresamos en un periodo de profunda inestabilidad mundial suscitada por el quiebre tecnológico de la cuarta revolución industrial y el reordenamiento geoeconómico y geopolítico. Necesitamos reunir a representantes de todos los grupos humanos en Davos para invocar la imaginación y el compromiso necesarios para abordar este desafío”.
El lema de la reunión de 2019 se abordará en 350 sesiones, casi la mitad de las cuales se transmitirá por la Internet. El programa también se enfoca en seis debates críticos: la geopolítica en un mundo multiconceptual; el futuro de la economía; la política tecnológica y de los sistemas industriales; la resistencia al riesgo como promotor del pensamiento sistémico; el capital humano y la sociedad; y la reforma institucional global.
Todos los que al final de cuentas llegaron a Davos desde el lunes 21 de enero, sean gobernantes o dirigentes económicos, la élite globalizada a la que hoy pone en entredicho el soberanismo, vivirían una nueva edición muy especial del FEM, invitados por su fundador el profesor Klaus Schwab, discutirían sobre la imperiosa necesidad de reconstruir un multilateralismo hecho trizas, así como sobre los riesgos asociados a lss nuevas tecnologías disruptivas y el estallido de las desigualdades que minan la solidaridad nacional en todo el mundo. La mayoría sería consciente de que el Foro Económico es posiblemente uno de los últimos lugares en el que se intenta enderezar una gobernanza mundial que ha perdido la brújula.
Desde la edición de 2018 se esperaba que la versión de 2019 sería especial. Y que se caracterizaría por la ausencia de líderes mundiales de primera linea y por unas perspectivas de crisis mucho más sombrías que en años anteriores. No sólo porque los organizadores pensaban que el impredecible Donald Trump volvería al Foro (aunque no de forma positiva porque ya se sabe que el rubio estrafalario muchas veces se comporta como chivo en cristalería aunque se le brinden todos los honores), y también porque el joven Emmanuel Macron (hace un año la gran esperanza de Francia y de Europa) regresaría a tierras suizas, pero sucede que ninguno de los dos mandatarios acudiría en esta ocasión, retenidos por situaciones urgentes en sus respectivos países, el
Shutdown por una parte, y los “chalecos amarillos” por otra.
La británica Theresa May también declinó la invitación por el Brexit que trae de cabeza al Reino Unido y a la Unión Europea. Solo se mantiene en el poder, porque la señora May es “una mujer muy difícil” como ella misma lo dice. O sea, très personajes de primera línea que le quitarían mucho interés al Foro de Davos. De tal suerte que la atención principal la atraería la canciller germana Angela Merkel, que por decisión propia se enfila hacia el final de su carrera política. Lo más seguro es que en su exposición continúe defendiendo el multilateralismo en un Foro en el que seguirá dominando el conflicto comercial entre Estados Unidos de América y la República Popular China, cuyo dirigente principal tampoco haría acto de presencia en Suiza.
Así, si no hay cambios de último momento, los principales líderes que participaría en el Foro serían: Ueli Maurer, presidente de la Confederación Suiza 2019 y consejero federal de finanzas de Suiza; Shinzo Abe, primer ministro de Japón; Jair Messias Bolsonaro, presidente de Brasil; Giuseppe Conte, primer ministro de Italia; Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España; Barham Salih, presidente de Irak; Mohammad Ashraf Ghani, presidente de la República Islámica de Afganistán; Sebastián Kurz, canciller federal de Austria; Iván Duque, presidente de Colombia; Leo Varadkaar, Taoiseach de la República de Irlanda; Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel; Falez Al Serrag, primer ministro de Libia; Mark Rutte, primer ministro de los Países Bajos; Jacinda Ardem, primera ministra de Nueva Zelanda; Erna Solberg, primera ministra de Noruega; Martín Alberto Vizcarra Cornejo, presidente de Perú; y otros.
Así como dirigentes de organizaciones internacionales como Antoni Guterres, secretario general de la ONU; Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional; Jens Stoltenberg, secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), y Ángel Gurría Ordóñez, secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), entre otros.
Al fin de cuentas, en el Foro –con tres mil participantes– se debatirá sobre las cenizas de un mundo viejo que plantea una pregunta que resulta inquietante: ¿es la tecnología un instrumento que apuntala la democracia o, al contrario, sirve para consolidar la tiranía? Algo difícil de procesar si se toma en cuenta que el “mayor milagro económico en la historia” está protagonizado por una dictadura, la china, y que además, ésta pueda perpetuarse en el poder gracias a la tecnología que llegó de Silicon Valley como un arma liberadora y defensora de la La #GuardiaNacional, como uno de los ejes de la estrategia de seguridad del gobierno de @lopezobrador_, es parte del análisis que nuestros colaboradores en las páginas de Siempre!.