La tragedia del pasado viernes 18 de enero, en la comunidad de San Primitivo, municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo, puso al descubierto hasta dónde ha llegado la acción criminal de las bandas de huachicoleros que operan en esa entidad y en el resto del país. También se puso de manifiesto el enorme reto que representa el desmantelamiento de estos grupos delictivos. Cabe mencionar que las autoridades estales y federales han estado a la altura de las circunstancias en la atención a las víctimas y en la respuesta en materia de atención social que el gobierno federal ya puso en marcha.

La vigilancia efectiva de los ductos es enorme. Hay tres tipos diferentes de ductos: de recolección, trasporte y distribución. Los últimos son los que se utilizan para los productos finales y los que, por lo general, son atacados por las bandas de huachicoleros. Hablamos de poliductos que transportan todo tipo de combustibles ya procesados, principalmente gasolinas y diésel, en estos ductos ocurren con mayor frecuencia las tomas clandestinas para el robo de combustibles. Existen en el país 9,098.53 km de poliductos, en un total de 161 proyectos.

El gobierno tiene la oportunidad y la obligación de hacer las cosas de forma diferente.

En la tarde del viernes 18 de enero, en Tlahuelilpan corrió la voz de que estaban regalando gasolina y hacia allá corrieron todos los que pudieron, con los recipientes que su humanidad les permitía cargar. Las bandas de huachicoleros utilizan a hombres, mujeres y niños como escudos. Llegan, perforan, llenan sus tanques y se van; dejan que la población participe de la rapiña, son su protección social. Se trata de una reacción al plan del gobierno federal para detener el saqueo que significa el robo diario de miles y miles de litros de combustible.

En la crónica de los hechos, se establece que elementos del Ejército fueron los primeros en llegar al sitio de la toma clandestina, fueron ellos quienes reportaron el robo, los que alertaron a los pobladores de los peligros de acercarse. No les hicieron caso. Considero que así fue como los soldados fueron rebasados por una multitud que desesperada buscaba hacerse de algunos litros de gasolina para sus autos o para vender. Una acción diferente de los soldados provocaría una doble tragedia: la represión y la explosión.

El Presidente Andrés Manuel López Obrador debe seguir en su lucha contra las bandas de huachicoleros hasta desmantelarlas. Así lo expresan los diferentes estudios que se han publicado. También debe fortalecer su estrategia, no basta que las Fuerzas Armadas vigilen los ductos, deben estar acompañadas de elementos civiles y reducir el tiempo de respuesta, además de dar seguimiento a lo que ya se puso en marcha: los apoyos sociales en los municipios y comunidades donde las bandas de huachicoleros han expandido sus acciones. El gobierno tiene la oportunidad y la obligación de hacer las cosas de forma diferente.

Veremos en algunos años si fueron sólo palabras, o algo por fin cambiará en la comunidad del Valle del Mezquital, una de las regiones más pobres y abandonadas del país.

 

@MBarbosaMX